Cita 1
En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre: los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. Salmos 31:20.
Cuando los hombres y mujeres están ocupados en las actividades de la vida, exigidos por muchos cuidados, no pueden vivir sobre sus rodillas. Pero aun en el mercado hay un observador siempre presente en cada transacción, y los libros del cielo registran cada centavo de ganancia ilícita como fraude.
Mientras que los hombres no pueden vivir sobre sus rodillas en el mercado, sin embargo el ferviente deseo silencioso del corazón presentado al cielo halla entrada al Padre a través de los observadores. El camino al trono de Dios está abierto, y todos los que tienen el temor de Dios ante sí y desean andar en su consejo, buscarán su fuerza para hacer su voluntad tanto entre las multitudes como en la capilla…
Cada hombre que ama y teme a Dios tiene una oportunidad, con cada tentación que se le presente en las transacciones comerciales de la vida, de saber cómo retirarse al lugar secreto del pabellón del Altísimo, para quedar allí a salvo. Honrará a Dios porque siente la fuerza y la plenitud del poder de Aquel que respalda sus promesas. Se comunica con Dios donde ningún ojo lo ve y ningún oído lo oye, excepto los de Dios…
No debemos tener una religión que sea sólo para las circunstancias favorables. Una religión que dependa de las circunstancias vendrá a menos cuando más se la necesite, en la situación más difícil. La religión de la Biblia requiere que se mantenga encendida la antorcha evangélica en los ambientes menos propicios—en el mercado, en el taller—tanto como en el lugar especial de la oración. Los más puros principios cristianos pueden ser preservados en todo lugar. Amando a Cristo y creyendo en él como nuestro Salvador personal, podremos reclamar su gracia y su cuidado protector dondequiera nos encontremos.
—Manuscrito 194, 1898. En los Lugares Celestiales – 18 de Marzo).
Cita 2
¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición. Proverbios 22:29.
Todo verdadero seguidor de Cristo considerará que sus transacciones comerciales forman parte de su religión, tal como la oración. El estudio de las Escrituras también formará parte de su religión porque por ese medio recibe sus órdenes del cielo. A la luz de las Escrituras el hombre se considera siervo de Dios, empleado para hacer su voluntad. A veces descubre que las órdenes del cielo se oponen a lo que él habría elegido si hubiera tenido que decidir por su cuenta, pero no cree que su obra sea defectuosa por causa de ello. Y al tratar de cumplir la voluntad del Maestro, lo acompañan los ángeles de Dios para defenderlo de las redes de Satanás.
—Carta 300, del 29 de septiembre de 1907, dirigida al pastor O. A. Olsen, presidente de la Unión Australasiana. (Cada Día con Dios – 29 de Septiembre).
Cita 3
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Romanos 12:11.
Los siervos de Dios están más o menos obligados a mantener relación con los mundanos mediante sus transacciones comerciales, pero debieran comprar y vender con la idea que el ojo de Dios está sobre ellos. No deben usar balanzas ni pesas falsas, porque tales cosas son abominación a Jehová. En toda transacción comercial el cristiano debe ser exactamente lo que quiere que sus hermanos crean que es. Su conducta está modelada por principios fundamentales. No práctica artimañas porque no tiene nada que ocultar ni que cubrir. Podrá ser criticado y probado, pero su integridad inquebrantable resplandecerá como oro puro. Es una bendición para todos los que se relacionan con él, porque su palabra es digna de confianza. Es una persona que no se aprovecha de su prójimo, es amigo y benefactor de todos, y sus semejantes confían en sus consejos…
El hombre verdaderamente honesto nunca aprovechará la debilidad o la incompetencia de los demás para alcanzar sus propios propósitos. Acepta un precio razonable por lo que vende. Si los artículos que vende son defectuosos, lo comunica francamente a su hermano o a su vecino, aunque al hacerlo perjudique sus propios intereses económicos. En todos los detalles de la vida hay que practicar los más estrictos principios de honestidad. No son los principios que gobiernan el mundo, porque Satanás, disimulador, mentiroso y opresor, es su amo, y sus súbditos lo siguen y llevan a cabo sus propósitos. Pero los cristianos sirven a otro Maestro, y sus acciones deben estar de acuerdo con la voluntad de Dios, al margen de toda ganancia egoísta.
El apartarse de la perfecta honestidad en los negocios puede parecer a algunos cosa de poca monta, pero nuestro Salvador no lo considera así. Sus palabras acerca de esto son explícitas: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”. Lucas 16:10… En el mundo cristiano de hoy se práctica el fraude en escala alarmante. El pueblo de Dios, que guarda sus mandamientos, debiera mostrar que está por encima de todas estas cosas. Los procedimientos deshonestos que mancillan el trato del hombre con sus semejantes, nunca debieran ser puestos en práctica por los que profesan creer en la verdad presente.
—Carta 3, del 24 de noviembre de 1878, dirigida al Hno. O, colportor que se dedicaba a transacciones dudosas. (Cada Día con Dios – 24 de Noviembre).
Cita 4
Si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. Ezequiel 33:15.
“Ningún arrepentimiento que no obra una reforma es genuino….“ En sus negocios, el cristiano ha de representar delante del mundo la manera en que nuestro Señor dirigiría las empresas comerciales. En toda transacción ha de dejar manifiesto que Dios es su maestro. Ha de escribirse ‘Santidad al Señor,’ en el diario y el libro mayor, en escrituras, recibos y letras de cambio. Los que profesan seguir a Cristo, y comercian de un modo injusto, están dando un testimonio falso contra el carácter de un Dios santo, justo y misericordioso…. FV 134.3 {La Fe por la cual Vivo}
Cita 5
“Si hemos perjudicado a otros por cualquier transacción comercial injusta, si nos hemos extralimitado en el comercio, o defraudado a algún hombre, aun dentro del marco de la ley, deberíamos confesar nuestro agravio, y hacer restitución en la medida en que podamos. Es justo que restauremos, no solamente lo que hemos tomado, sino todo lo que se habría ganado con ello si se lo hubiese usado correcta y sabiamente durante el tiempo que haya estado en nuestro poder.”—El Deseado de Todas las Gentes, 499.
Cita 6
“Si en cualquier manera hemos estafado o perjudicado a nuestro hermano, debemos hacer las retribuciones necesarias. Si hemos dado falso testimonio, sin saberlo, si hemos repetido equivocadamente sus palabras, si hemos afectado su influencia en cualquier manera, debemos acudir a las personas con quienes sostuvimos esa conversación, y retractarnos.”—El Discurso Maestro de Jesucristo, 53.
*Las citas de este libro se actualizan constantemente