Testificación

Cita 1

Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente. Tito 2:12.

No se vuelvan descuidados con sus palabras por estar entre incrédulos, porque ellos los observan. Si están sentados a la mesa, coman moderadamente, y sólo alimentos que no confundan la mente. Manténganse alejados de toda intemperancia. Sean lecciones objetivas que ilustren los principios correctos. Si les ofrecen té, mencionen con palabras sencillas el efecto perjudicial que tiene sobre el organismo. Digan además, que no usan bebidas embriagantes de ninguna clase porque desean conservar su mente en tal condición que Dios pueda impresionarla con las sagradas verdades de su Palabra, y que ustedes no pueden permitirse debilitar ninguno de sus poderes físicos y mentales, o serán incapaces de discernir las cosas espirituales. Así podrán sembrar las semillas de la verdad, y dirigirse hacia el tema de mantener el alma, cuerpo y espíritu en una condición tal, que puedan entender las realidades eternas.

Estudien la instrucción dada a Nadab y Abiú, los hijos de Aarón. Ellos “ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó”. Tomando fuego común, lo pusieron en sus incensarios, “y salió fuego de delante de Jehová y los quemó… Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”. Levítico 10:1-3. El Señor desea que sean ganadores de almas. No traten de revelar su inteligencia como teólogos, ni aun de la verdad bíblica, porque al hacer esto hablarán palabras que para muchos serán tan poco comprensibles como el griego… Conéctense firmemente con Cristo, y presenten la verdad tal como es en El.

—Manuscrito 23, del 24 de noviembre de 1890,  «Diario”. (Alza tus Ojos – 24 de Noviembre).


Cita 2

Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Isaías 58:1.

La hipocresía le resulta especialmente ofensiva a Dios. La gran mayoría de los hombres y las mujeres que profesan conocer la verdad, prefieren recibir mensajes delicados. No quieren que se ponga delante de ellos sus pecados y defectos. Prefieren a los pastores acomodadizos, que no convenzan al presentar la verdad. Prefieren también a los hombres que los adulan, y a su vez ellos alaban al pastor por manifestar tan “buen” espíritu, mientras atacan al fiel siervo de Dios…

Muchos ensalzan al ministro que habla mucho de la gracia, el amor y la misericordia de Jesús, que no pone énfasis en los deberes y las obligaciones, que no amonesta acerca de los peligros de la hipocresía, o que no predica acerca de los terrores de la ira de Dios.

La obra del Señor debe hacerse con fervor y decisión, por encima del engaño y la hipocresía. Sus verdaderos pastores no alabarán ni exaltarán al hombre. Comparecerán delante del pueblo con un claro “Así dice el Señor, el Santo de Israel”. Darán el mensaje, ya sea que los hombres lo quieran escuchar o lo rechacen. Si los hombres desprecian la Palabra de Dios y confían en la opresión, la hipocresía y la mundanalidad, los pastores deben declarar contra ellos las denuncias de Dios para que, si fuera posible, sean inducidos a arrepentirse. Si son demasiado orgullosos para arrepentirse y confesar sus errores, para volver a Dios, dando la bienvenida a la salvación y buscando su favor, el Señor retirará su luz de ellos y dejará que caminen por la senda que han escogido.

Los que empujen a los fieles mensajeros del Señor a situaciones sin salida, los que los desanimen, los que se interpongan entre ellos y el pueblo, de manera que su mensaje no ejerza la influencia que Dios quería que tuviera, serán responsables de los engaños y las herejías que se introduzcan en la iglesia como resultado de su conducta. Tienen una terrible cuenta que rendir ante Dios. Después que el Señor ha amonestado repetidamente a su pueblo, si aún rehúsan escuchar su voz y no quieren ser instruidos, su culpa es particularmente abominable para el Señor. El detalle de su rebelión se anota en un libro que está ante él, y tendrán que enfrentarse con ese informe cuando el juicio comience y los libros se abran.

—Manuscrito 10, del 16 de febrero de 1899, “Palabras de advertencia”. (Cada Día con Dios – 16 de Febrero).


Cita 3

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mateo 7:12.

Cristo vino a enseñarnos no solamente lo que debemos saber y creer, sino también lo que debemos hacer al relacionarnos con Dios y nuestro prójimo. La regla de oro de la justicia requiere que hagamos con los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros: “Han sido adquiridos con la sangre del Salvador; han sido comprados por precio”. En toda nuestra relación con nuestros prójimos, ya sean creyentes o no, debemos tratarlos como Cristo los trataría en nuestro lugar.

—Carta 103, del 9 de abril de 1905, dirigida a E. S. Ballenger, uno de los administradores del Sanatorio Paradise Valley. (Cada Día con Dios – 9 de Abril).


Cita 4

De gracia recibisteis, dad de gracia. Mateo 10:8.

Los que se desempeñan en las tareas comunes de la vida desarrollarán talentos inesperados. Si solamente se les diera el mensaje a los seres humanos, muchos de los que escuchan lo recibirían. Aceptará la verdad para este tiempo gente que proviene de todas las clases sociales, elevadas y bajas, ricas y pobres. Algunas personas consideradas sin educación serán llamadas al servicio del Maestro, así como los humildes e ignorantes pescadores fueron llamados por el Salvador.

A otros se los invitará a dejar el arado, como en el caso de Eliseo, y se sentirán impelidos a asumir la obra que Dios les ha señalado. Comenzarán a trabajar con sencillez y serenidad, para leer y explicar las Escrituras a los demás. Sus humildes esfuerzos alcanzarán el éxito.

Habrá hombres y mujeres que trabajarán de casa en casa, porque se darán cuenta de que pueden obrar para el Señor porque ha puesto su Espíritu en ellos. Al avanzar con fe y humildad, Cristo les impartirá gracia para que ellos a su vez la puedan impartir a los demás. El Señor les dará el mismo amor por las almas que perecen, que les dio a los discípulos de antaño. En el futuro aceptarán la verdad algunos seres humanos por medio de los cuales los ángeles podrán trabajar. En el pasado los mensajeros celestiales trabajaron en cooperación con instrumentos humanos, dándoles elocuencia y una influencia poderosa que produjo argumentos persuasivos, que alcanzaron la ciudadela del alma. Las labores de hombres aparentemente indoctos e ignorantes a menudo han ejercido una maravillosa influencia en favor del bien…

Nadie que capte los rayos del Sol de justicia carecerá de palabras adecuadas. Tal vez no sea oratoria, de acuerdo con los conceptos del mundo, lo que ellos manifiesten, sino elocuencia celestial. Pronunciarán palabras que irán directamente a las mentes, para despertar la convicción, e inducir a los oyentes a preguntarse: “¿Qué es la verdad?”…

A tales obreros podemos alentar diciéndoles: “Estoy seguro que ustedes ejercerán una influencia para el bien en esta obra grande y santa, si están dispuestos a tener cuidado de sí mismos, reconociendo que están sujetos a la gracia salvadora, y han sido puestos en una sagrada relación familiar con Dios, por medio de Jesucristo, para trabajar por la salvación de las almas”.

—Carta 123, del 16 de abril de 1905, dirigida al pastor S. H. Larre, presidente de la Asociación de Nueva York. (Cada Día con Dios – 16 de Abril).


Cita 5

 

Dios nos ha dado un modelo perfecto y sin falla. El propósito de Dios es hacer de usted un obrero capaz y eficiente. La mente que él creó debe ser purificada, elevada y ennoblecida. Si se permite que la mente se dedique a cosas insignificantes, se debilitará como resultado de la acción de leyes inmutables. Dios quiere que sus siervos amplíen la esfera de sus pensamientos y planes de labor, y que pongan sus facultades en contacto dinámico con lo grande, lo que eleva y ennoblece.

Cristo nos llama sus siervos si hacemos lo que nos manda. A cada cual se le asigna su esfera particular, su lugar de trabajo, y Dios no requiere nada más ni nada menos, tanto del más humilde como del más grande, que el pleno cumplimiento de su vocación. No nos pertenecemos a nosotros mismos. Por gracia hemos llegado a ser siervos de Cristo. Hemos sido adquiridos por la sangre del Hijo de Dios.

—Carta 16, del 6 de junio de 1875, al pastor J. T. Butler, ex presidente de la Asociación General. (Cada Día con Dios – 6 de Junio).


Cita 6

Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Romanos 13:11, 12.

Formamos parte de la gran tela de la humanidad, y una influencia pasa de uno a otro, no sólo en la iglesia, pues la familia del cielo y de la tierra se amalgaman a fin de que Cristo pueda llegar a ser un poder en el mundo. Todas las joyas de la verdad concedidas a los patriarcas y profetas que se han ido acumulando de era en era y de generación en generación, deben reunirse ahora como la herencia que se nos ha confiado.

Las sagradas influencias de las generaciones del presente y del pasado constituyen un poderoso instrumento de Dios, capaz de prevalecer, no contra carne y sangre, sino contra principados y potestades, y malicias espirituales en los aires. El pueblo de Dios de la actualidad tiene todos los privilegios y oportunidades de las generaciones pasadas, y mucho más luz que le puede conferir más poder para la obra de Dios, que el que han tenido las generaciones precedentes.

Estas ventajas requieren que se produzcan los correspondientes dividendos. Nuestros esfuerzos para abrir el camino delante de los demás deben estar en armonía con los tesoros celestiales que poseemos. El Señor se acerca. Las inteligencias celestiales, unidas con las influencias santificadas de la tierra, deben proclamar el mensaje del tercer ángel y dar esta advertencia: “El fin de todas las cosas se acerca”. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:37.

—Manuscrito 7, del 10 de junio de 1891, “El servicio cristiano en la iglesia viviente”. (Cada Día con Dios – 10 de Junio).


Cita 7

¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? Hebreos 1:14.

Una parte del ministerio de los ángeles es visitar nuestro mundo y supervisar la obra del Señor que está en las manos de sus administradores. En todo tiempo de necesidad ellos ministran a aquellos que, como colaboradores de Dios, están luchando para llevar adelante su obra en la tierra… Las huestes angélicas se regocijan siempre que cualquier rama de la obra de Dios prospera. Los ángeles están interesados en el bienestar espiritual de todos los que están tratando de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre; y la familia humana debe conectarse con la familia celestial para curar las heridas y llagas que ha hecho el pecado.

Los agentes angélicos, aunque invisibles, están cooperando con los agentes humanos visibles formando una sociedad de socorro con los hombres. Los mismos ángeles que, cuando Satanás buscaba la supremacía, lucharon la batalla en los atrios celestiales y triunfaron al lado de Dios, los mismos ángeles que exultaron de gozo por la creación del mundo, y por la creación de nuestros primeros padres que habitarían la tierra, los ángeles que testificaron de la caída del hombre y de su expulsión del hogar edénico,—estos mismos mensajeros celestiales tienen el mayor interés en trabajar en unión con la raza caída y redimida para la salvación de los seres humanos que están pereciendo en sus pecados.

Los agentes humanos son las manos de los agentes celestiales; porque los ángeles celestiales emplean manos humanas en el ministerio visible… Al unirnos con estos poderes que son omnipotentes, somos beneficiados con su educación y experiencia superiores. Así, al llegar a ser partícipes de la naturaleza divina y al separar el egoísmo de nuestras vidas, se nos conceden talentos especiales para ayudarnos mutuamente. Esta es la manera celestial de distribuir el poder salvador.

—The Review and Herald, 19 de marzo de 1901. (En los Lugares Celestiales – 5 de Abril).


Cita 8

Hay que subyugar y dominar los apetitos y las pasiones, para que los nervios puedan estar en calma y el cerebro esté en condiciones de percibir claramente el deber. Esto se puede lograr por medio de la gracia divina.

—Carta 21, del 5 de octubre de 1901, dirigida a un evangelista de Nueva York. (Cada Día con Dios – 5 de Octubre).


*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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