Sus Visiones

Cita 1

En la conferencia celebrada en Battle Creek (Míchigan), el 27 de mayo de 1856, se me mostraron en visión algunas cosas correspondientes a la iglesia en general. Pasaron ante mí la gloria y majestad de Dios. Dijo el ángel: “La majestad de Dios es terrible; y sin embargo, vosotros no lo advertís. Su cólera es aterradora; y no obstante le ofendéis diariamente. Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y anchuroso el camino que conduce a la destrucción y muchos son los que andan por él; pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos lo encuentran.” 1JT 33.1
Estos caminos son distintos, están separados y van en direcciones opuestas. Uno conduce a la vida eterna y el otro a la muerte. Vi la distinción entre ambos caminos y también la distinción entre quienes por ellos andaban. Los caminos eran totalmente opuestos. Uno era ancho y llano; el otro áspero y estrecho. Así, quienes por ellos iban eran opuestos en carácter, conducta, porte y conversación. 1JT 33.2
Los que van por el camino estrecho hablan de la alegría y felicidad que les aguardan al fin de la jornada. Su aspecto es a menudo triste, pero a veces brilla con sagrado y santo gozo. No visten como los que van por el camino ancho ni hablan ni obran como ellos. Se les ha dado un modelo. Un “varón de dolores, experimentado en quebranto,” les abrió el camino y por él anduvo. Sus seguidores ven sus huellas y al verlas se consuelan y animan. El llegó salvo al destino, y también ellos podrán llegar a salvo si siguen sus huellas. 1JT 33.3
En el camino ancho, todos piensan en sí mismos, en su ropa y en los placeres del camino. Se entregan libremente a la hilaridad y algazara, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh, cuán terrible me pareció aquel espectáculo! 1JT 33.4
Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban escritas sobre sí estas palabras: “Muerto para el mundo. El fin de todas las cosas está cerca. Preparaos también.” Su aspecto era el mismo que el de todos los demás frívolos seres que los rodeaban, excepto cierto aire de tristeza que se advertía en sus semblantes. Su conversación era igual a la de las alegres y atolondradas gentes que con ellos iban, aunque de vez en cuando se detenían a señalar con mucha satisfacción el letrero de sus vestidos, y exhortaban a los demás a que también se lo pusiesen en los suyos. Iban por el camino ancho, y sin embargo, decían pertenecer a la compañía que viajaba por el camino estrecho; pero sus compañeros les replicaban: “No hay distinción entre nosotros. Somos iguales. Vestimos, hablamos y obramos de igual manera.” 1JT 34.1

Luego, me fueron señalados los años 1843 y 1844. Reinaba entonces un espíritu de consagración ahora ausente. ¿Qué le ha sucedido al pueblo que profesa ser el pueblo peculiar de Dios? Vi la conformidad con el mundo, la falta de voluntad para sufrir por la verdad y notable rebeldía ante la voluntad de Dios. Me fué mostrado el ejemplo de los hijos de Israel después que salieron de Egipto. Dios, en su misericordia, los sacó de entre los egipcios, para que pudiesen adorarle sin impedimento ni restricción. En el camino, obró milagros por ellos, y los probó con estrecheces. Después que Dios había obrado tales maravillas por ellos, y los había librado tantas veces, murmuraban cuando advertían que él los probaba. Sus palabras eran: “¡Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto!” Éxodo 16:3. Codiciaban los puerros y cebollas de allí. 1JT 34.2
Vi que muchos de los que profesaban creer la verdad referente a los últimos días, encontraban extraño que los hijos de Israel murmurasen en su camino, y que, después de tan maravilloso trato divino, fuesen tan ingratos, que olvidaran cuanto Dios había hecho por ellos. El ángel dijo: “Peor que ellos os habéis conducido vosotros.” Vi que Dios les ha dado a sus siervos la verdad tan clara, tan explícita, que es imposible negarla. Por doquiera que vayan, se les asegura la victoria. Sus enemigos no pueden rebatir la convincente verdad. La luz derramada es tan clara que los siervos de Dios pueden levantarse en cualquier parte y dejar que la verdad, evidente y compacta, consiga el triunfo; y sin embargo, aun no han estimado ni comprendido esta grandiosa bendición. Si sobreviene una prueba, algunos miran hacia atrás y creen que pasan por grandes dificultades, porque, a pesar de llamarse siervos de Dios, no conocen la purificadora eficacia de las pruebas. A veces se forjan e imaginan pruebas ellos mismos, se desalientan con tanta facilidad y sienten luego tan herido su amor propio, que se perjudican a sí mismos, a los demás y a la causa de Dios. Satanás agranda sus tribulaciones y pone en sus mentes pensamientos que, en caso de que se les preste atención, destruirán su influencia y utilidad. 1JT 34.3

Algunos se han sentido tentados a retirarse de la obra, para dedicarse a trabajos manuales. Vi que si Dios aparta de ellos su mano y quedan sujetos a las enfermedades y la muerte, entonces sabrán lo que son tribulaciones. Es muy terrible murmurar contra Dios. Los que lo hacen no reparan en que el camino por donde van es áspero y requiere abnegación y crucifixión del yo, y no han de esperar que cuanto les suceda se deslice tan suavemente como si anduvieran por el camino ancho. 1JT 35.1

Vi que algunos siervos de Dios, aun de entre los predicadores, se desaniman tan fácilmente y son tan quisquillosos que se creen despreciados y perjudicados cuando en realidad no es así. Consideran penosa su suerte. No echan de ver lo que les sucedería ni las angustias que pasarían si Dios apartase de ellos  su mano, pues entonces fuera su suerte diez veces más dura que antes, cuando estaban empleados en la obra de Dios, sufriendo pruebas y privaciones, pero con la aprobación del Señor. 1JT 35.2

Algunos de los que trabajan en la causa de Dios no se percatan de cuando les va bien. Han sufrido tan pocas privaciones y conocen tan poco la necesidad, las fatigas de la labor o las cargas del alma, que cuando se encuentran bien y se ven favorecidos de Dios y casi enteramente libres de angustia de espíritu, no lo comprenden y se figuran que son grandes sus tribulaciones. Vi que a éstos los despedirá Dios de su servicio a menos que manifiesten espíritu de abnegación y estén dispuestos a trabajar gozosamente sin escatimar esfuerzos. Dios no los reconocerá como siervos abnegados, sino que suscitará quienes trabajen con fervor y no perezosamente, y conozcan cuando disfrutan de bienestar. Los siervos de Dios deben sentir responsabilidad por las almas y llorar entre el pórtico y el altar, exclamando: “Perdona, oh Jehová, a tu pueblo.” Joel 2:17. 1JT 36.1

Algunos siervos de Dios han entregado sus vidas para gastar y ser gastados en la causa de Dios, a tal punto que su salud se ha quebrantado casi por completo, y ellos están agobiados a consecuencia de su labor mental, incesantes inquietudes, trabajos y privaciones. Otros no tomaron ni quisieron tomar la carga sobre sí, y sin embargo, se consideran muy atribulados, porque nunca experimentaron penurias ni han sido bautizados en el sufrimiento, ni lo serán mientras manifiesten tanta debilidad y tan poca fortaleza y sean tan amantes de la comodidad. 1JT 36.2

Según lo que Dios me ha mostrado, es necesario que haya un castigo entre los predicadores a fin de eliminar a los perezosos, lerdos y egoístas, para que quede una compañía pura, fiel y abnegada, que no busque su bienestar personal, sino que ministre fielmente en palabra y doctrina, con voluntad de soportarlo todo por causa de Cristo y salvar a los que él redimió con su muerte. Sientan sobre sí estos siervos el ¡ay! que se les aplicará si no predican el Evangelio, y esto bastará; pero no todos lo sienten. 1JT 36.3


Cita 2

De las visiones dadas a Elena de White, una de las más recordadas fue la del 6 de junio de 1863, en Otsego, Michigan: la visión de la reforma pro salud. Otsego está a unos 50 kilómetros (30 millas) al noreste de Battle Creek. A fin de apoyar a R. J. Lawrence y M. E. Cornell en sus reuniones evangelizadoras, Jaime y Elena White iniciaron su viaje al lugar en un carruaje en la mañana del viernes 5 de junio, junto con el Sr. George Amadon y su esposa y varias otras familias.

Los White fueron hospedados en la casa de Aaron Hilliard, unas pocas millas al oeste del pueblo. Los Amadon y otros vinieron para adorar cuando el sábado estaba comenzando.

Se le pidió a Elena de White que orase. Ella lo hizo, suplicando fervientemente a Dios. Cuando oró en favor de Jaime, que estaba cerca, ella se movió a su lado, colocó su mano sobre su hombro, y derramó su corazón ante el Señor. Luego su voz cambió y se le oyó exclamar: “¡Gloria a Dios!” Martha Amadon, hija de John Byington, el presidente recién electo de la Asociación General, comentó:
Muchos que han presenciado estas cosas a menudo han deseado que se diese una descripción de la sierva de Dios cuando se halla bajo la influencia del Espíritu Santo: la iluminación del semblante, los gestos delicados de las manos, la dignidad que acompaña a cada movimiento, la entonación musical de la voz que suena como a la distancia, y muchas, muchas otras cosas que a un testigo presencial le dan confianza en su origen celestial… Ella estuvo en visión unos cuarenta y cinco minutos (DF 105, “La Visión de Otsego de 1863”).

A ella se le presentaron muchos asuntos en esta visión, pero la misma es particularmente notable por lo que se le mostró con respecto a la salud: la responsabilidad de todos de vivir en armonía con principios que prevendrían la enfermedad y producirían buena salud.
Vi que ahora debiéramos cuidar en forma especial la salud que Dios nos ha dado, porque todavía no hemos completado nuestro trabajo. Aún debiéramos dar nuestro testimonio y ejercer influencia. Vi que he gastado demasiado tiempo y fuerzas en coser y servir y recibir invitados. Vi que las preocupaciones de la casa debieran desecharse. La preparación de prendas de vestir es una trampa; otros pueden hacer eso. Dios no me ha dado fuerza para esa labor…
Vi que debiéramos promover una actitud mental alegre, confiada y serena, porque nuestra salud depende de que hagamos esto…

Vi que cuando les exigimos mucho a nuestras fuerzas, trabajamos en exceso y nos cansamos demasiado, entonces nos resfriamos y en esas ocasiones corremos el peligro de que la enfermedad asuma una forma peligrosa. No debemos abandonar el cuidado de nosotros mismos para que Dios se encargue y cuide de aquello que nos ha dejado para que nosotros vigilemos y cuidemos. No es seguro ni agrada a Dios que violemos las leyes de la salud y luego le pidamos que cuide nuestra salud y nos libre de enfermedad cuando estamos viviendo directamente en contra de nuestras oraciones.

Vi que es un deber sagrado cuidar nuestra salud, y despertar a otros a su deber, y sin embargo no asumir nosotros la carga del caso de ellos. Sin embargo, tenemos el deber de hablar, de pronunciamos en contra de todo tipo de intemperancia —intemperancia en el trabajo, en el comer, en el beber, y en el uso de medicamentos— y luego de señalarles la gran medicina de Dios, el agua pura y suave, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza, y como un artículo de lujo (MS 1, 1863).
Luego hubo un llamado para que Jaime y Elena White emprendiesen un ministerio activo en relación con los principios de salud. Lo que se le había mostrado a Elena de White en visión en el hogar de los Hilliard era tan diferente de los conceptos que se sustentaban comúnmente en la época, que ella enfrentó con vacilación la orden dada en la visión de tomar la iniciativa para guiar a los adventistas y a otros hacia un estilo de vida en armonía con las leyes de la naturaleza. Al estar en la casa del Dr. H. S. Lay, él le insistió que le dijese qué se le había mostrado. Elena explicó que mucho de lo que le fue presentado era tan diferente de los puntos de vista aceptados corrientemente que temía que no podría contarlo de modo que se lo pudiera entender. Protestó que no estaba familiarizada con el lenguaje médico y que apenas sabía cómo presentarlo. En la conversación que siguió, ella expuso en un lenguaje sencillo lo que más tarde puso por escrito en el extenso capítulo titulado “Salud”, que ahora se encuentra en Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 4. . MV 106.1-MV 107.2


Cita 3

No era fácil ser una mensajera del Señor. Particularmente al comienzo del ministerio de Elena Harmon era importante que el don de profecía prometido a la iglesia remanente fuese establecido con fenómenos inusuales. MV 31.3
Mediante declaraciones falsas algunos de los creyentes fueron inducidos a creer que las visiones eran del diablo, que Jaime White la hipnotizaba, y que ella no podía tener una visión si él no estaba presente. Algunos atribuían sus visiones al magnetismo (hipnotismo) o al mesmerismo. MV 31.4
A veces, debido a todas las sugerencias y acusaciones que se hicieron, ella fue inducida a cuestionar su propia experiencia. Ella escribió: MV 31.5
Todas estas cosas abrumaban mi ánimo, y en la confusión me veía a veces tentada a dudar de mi propia experiencia. Mientras orábamos en la familia una mañana, el poder de Dios comenzó a descansar sobre mí, y cruzó por mi mente el pensamiento de que era mesmerismo, y lo resistí. Inmediatamente fui herida de mudez, y por algunos momentos perdí el sentido de cuanto me rodeaba. Vi entonces mi pecado al dudar del poder de Dios y que por ello me había quedado muda, pero que antes de 24 horas se desataría mi lengua. MV 31.6
Se me mostró una tarjeta en que estaban escritos en letras de oro el capítulo y los versículos de cincuenta pasajes de la Escritura. [Se dan los textos en Primeros escritos, pp. 24-31.] Después que salí de la visión, pedí por señas la pizarra y escribí en ella que estaba muda, también lo que había visto, y que deseaba la Biblia grande. MV 31.7
Tomé la Biblia y rápidamente busqué todos los textos que había visto en la tarjeta. No pude hablar en todo el día. A la mañana siguiente temprano, llenóse mi alma de gozo, se desató mi lengua y prorrumpí en grandes alabanzas a Dios. Después de esto ya no me atreví a dudar ni a resistir por un momento al poder de Dios, pensaran los demás lo que pensaran (Id., pp. 22-23). MV 31.8
La Biblia que Elena pidió tras esta experiencia en su hogar en Portland fue, presumiblemente, la “Biblia grande” que se encuentra ahora en la bóveda del Centro White con los nombres de Robert y Eunice Harmon estampados en oro en el lomo. La Biblia tiene 46 centímetros de largo (18 pulgadas), 28 centímetros de ancho (11 pulgadas), 10 centímetros de espesor (4 pulgadas), y pesa 8 kilogramos (18,5 libras). En una ocasión, durante las oraciones de la familia en 1845, Elena se acercó a una cómoda sobre la cual descansaba este libro voluminoso y lo tomó. Colocándolo sobre su mano izquierda, lo sostuvo fácilmente con su brazo extendido aproximadamente por media hora. Durante la visión ella se refirió, con breves exclamaciones, al valor de la Palabra de Dios. Aunque tenía una salud frágil ella en ningún momento se sintió fatigada por la experiencia. MV «No era fácil»


Cita 4

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. Proverbios 3:6.

Durante las horas de la noche vino a mí en forma especial el Espíritu de Dios. Mi alma se había extendido en súplica fervorosa a Dios. Estaba angustiada por la apostasía de su pueblo. Mientras yacía en la cama, sin poder conciliar el sueño por la carga que sentía sobre mí, suplicaba al Señor. Me dormí, y en la noche Dios me instruyó. Mi guía dijo: “Tengo una tarea para ti. Debes hablar las palabras que el Señor te da. Luego que las hayas dicho, tu tarea estará cumplida. No se requiere que entres en detalles frente a individuos, cualquiera sea su posición o trabajo, si no reconocen la voz de Dios en el mensaje que El te da para que lleves en su nombre. Todos tus esfuerzos para eliminar sus dudas serán inútiles si reúnen las nubes de la oscuridad alrededor de sus almas. Si entras en detalles particulares, debilitarás el mensaje. No eres tú quien habla, sino el Señor por tu intermedio. Los que quieran conocer la voluntad de Dios y no desean seguir su propia voluntad y juicio, aceptarán fácilmente la súplica. Estarán listos para discernir el camino correcto. “Las razones y los motivos se te han encubierto, sin embargo di las palabras que te doy, no importa cuán dolorosas sean para ti. Las maneras en que Dios guía a su pueblo son generalmente misteriosas. Tú pediste conocer el camino de Dios. Tu súplica ha sido contestada.

Dios sabe mejor que tú qué es lo bueno y esencial para sus hijos. El Señor no los guía jamás de otro modo que el que ellos mismos escogerían si pudieran ver tan claramente como El qué es lo que deben hacer para tener caracteres que los harán aptos para las cortes celestiales”.

—Manuscrito 29, del 21 de noviembre de 1890, “Diario”, visión del 29 de noviembre de 1890. (Alza tus Ojos – 21 de Noviembre).


 

*Las citas de este libro se actualizan constantemente

 

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