Cita 1
“La falsedad consiste en la intención de engañar. Mediante una mirada, un ademán, una expresión del semblante, se puede mentir tan eficazmente como si se usaran palabras. Toda exageración intencionada, toda insinuación o palabras indirectas dichas con el fin de producir un concepto erróneo o exagerado, hasta la exposición de los hechos de manera que den una idea equivocada, todo esto es mentir.”— (Historia de los Patriarcas y Profetas, 317).
Cita 2
Desentiéndanse de los malos informes de aquellos cuyas lenguas están encendidas con el fuego del infierno. Si se detienen para discutir, prepararán el camino para nuevos ultrajes. A menudo las dificultades pueden subsanarse por medio del silencio. Dejen solo al que habla mal. Realicen su obra como quien tiene un cometido sagrado que cumplir. Cuando sean criticados, avancen como si no oyeran. Sus corazones pueden sentirse heridos; sin embargo, no permitan ser apartados de su obra. Brinden su tiempo y atención a los asuntos de interés eterno.
—Manuscrito 159, del 15 de diciembre de 1902, “Fragmentos”. (Alza tus Ojos – 15 de Diciembre).
Cita 3
“Se me ha ordenado que advierta a todos los que pronuncian falsas declaraciones que ellos están sirviendo al que ha sido mentiroso desde el principio. Estemos en guardia contra la falsedad, la cual prospera en los que la practican. Amonesto a todos: Ceñid vuestros lomos de verdad…. Apartaos de toda prevaricación y exageración; nunca pronunciéis una falsa afirmación.”—(Manuscrito 82, 1900).
Cita 4
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29.
El apóstol, viendo la tendencia al abuso del don del habla, da instrucciones en cuanto a su uso. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”, dice, “sino la que sea buena para la necesaria edificación”. La palabra “corrompida” califica aquí toda palabra que haría una impresión desfavorable a los principios santos y a la religión sin mácula, toda expresión que eclipsaría la visión de Cristo y borraría de la mente la verdadera simpatía y amor. Incluye las sugerencias impuras, que, a menos que sean resistidas al instante, llevarán a grave pecado.
Sobre cada persona descansa el deber de impedir el paso a las palabras corrompidas. Es el propósito de Dios que la gloria de Cristo se vea en sus hijos. En toda su enseñanza Cristo presentó principios puros y no adulterados. No pecó, ni fue hallado engaño en su boca. Constantemente fluían ennoblecedoras y santas verdades de sus labios. Habló como ningún hombre habló, con un sentimiento que tocaba el corazón…
La verdad nunca languidecía en sus labios. Con intrepidez expuso la hipocresía de sacerdotes y gobernantes, fariseos y saduceos… En la Palabra de Dios se expone claramente la gran responsabilidad encerrada en el don del habla. “Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37), declaró Cristo. Y el salmista pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”. Salmos 15:1-3.
—The Review and Herald, 12 de mayo de 1910. (En los Lugares Celestiales – 17 de Junio).
(GS-11/09/2022)
*Las citas de este libro se actualizan constantemente