Cita 1
Después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón… Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Jeremías 31:33-34.
La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo.
Si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida?… En vez de que la fe exima al hombre de la obediencia, es la fe, y sólo ella, la que lo hace participante de la gracia de Cristo y lo capacita para obedecerlo… Donde no sólo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la voluntad a él; donde se le da a él el corazón y los afectos se fijan en él, allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe, el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado carnal no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede, se deleita después en sus santos preceptos, diciendo con el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. Salmos 119:97. Y la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que no andamos “conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8:1. (Dios nos Cuida – 11 de Agosto).
Cita 2
El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Gálatas 1:4.
Se ofrece perdón a todos los que quieran volver a ser leales a la ley de Dios. Pero hay quienes rehúsan aceptar un “Así dice Jehová”. No reverencian ni respetan su ley. Promulgan rigurosas leyes humanas que se oponen a un “Así dice Jehová”, y por precepto y ejemplo inducen a pecar tanto a hombres, como a mujeres y niños. Exaltan las leyes humanas por encima de la ley divina. Pero la condenación y la ira de Dios penden sobre los desobedientes. Ya se están juntando las nubes de la justicia de Dios. Por siglos y siglos se han estado acumulando los materiales destructivos, y sin embargo sigue aumentando la apostasía, la rebelión y la deslealtad contra Dios.
El pueblo remanente de Dios, los que guardan sus mandamientos, comprenderán las palabras de Daniel: “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”. Daniel 12:10.
Satanás ha declarado que este mundo es su territorio. Aquí está su trono, y considera suyos a todos los que no quieren guardar los mandamientos de Dios y rechazan un claro “Así dice Jehová”. Están bajo el estandarte del enemigo, porque hay sólo dos bandos en el mundo. Todos están bajo el estandarte de los obedientes o bajo el de los desobedientes. Jesús está enviando ahora su mensaje a un mundo caído. Se complace en tomar elementos aparentemente sin esperanza, que han sido instrumentos de Satanás, para someterlos a la influencia de su gracia. Se regocija al librarlos de la ira que caerá sobre los desobedientes. (Dios nos Cuida – 7 de Septiembre).
Cita 3
La mansedumbre y la humildad caracterizarán a todos los que son obedientes a la ley de Dios, a todos los que llevan con sumisión el yugo de Cristo. Esas gracias proporcionarán los resultados deseables de paz en el servicio de Dios… Manuscrito 20,1897.
Cita 4
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmos 19:7.
Es inconcebible que tantos profesos servidores de Dios puedan descartar su ley y enseñar a los pecadores que sus preceptos no tienen validez para ellos. ¡Qué engaño fatal!… Vivimos en un mundo de esclavitud y muerte. Las multitudes están esclavizadas por costumbres pecaminosas y hábitos perjudiciales. Y es difícil romper sus grillos. La iniquidad, como diluvio, está inundando la tierra. Ocurren diariamente crímenes que son casi demasiado terribles para mencionarlos. ¿Diremos que todo esto sucede porque los hombres viven en obediencia a la ley de Dios, o se debe a que los ministros y el pueblo enseñan que sus preceptos carecen de vigencia?— The Review and Herald, 14 de septiembre de 1886.
Cita 5
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Apocalipsis 20:12.
Todo pecado que una persona no haya confesado, y del que no se haya arrepentido, permanecerá en los libros de registro. No será borrado, no irá de antemano al juicio para ser cancelado por la sangre expiatoria de Jesús. Los pecados acumulados de cada persona quedarán escritos con absoluta exactitud, y la luz penetrante de la ley de Dios iluminará todo secreto de las tinieblas. La condenación de los rechazadores de la misericordia de Dios será proporcional a la luz, las oportunidades y el conocimiento de los derechos de Dios sobre él..—The Review and Herald, 27 de marzo de 1888.
Cita 6
Deberíamos considerar que Cristo no vino al mundo únicamente para realizar la redención del hombre; no vino solamente para que los habitantes de este pequeño mundo considerasen la ley de Dios como debía considerarse; sino que vino para demostrar a todos los mundos que la ley de Dios es inmutable y que la paga del pecado es muerte.
Pareciera que muchos creen que este mundo y las mansiones celestiales constituyen el universo de Dios. No es así. La hueste de los redimidos irá de mundo en mundo, y buena parte de su tiempo lo empleará en investigar los misterios de la redención.
(Cristo) Tiene una inmensidad de mundos que le tributan honor divino, y el cielo y todo el universo hubieran estado felices si él hubiera dejado perecer este mundo; pero su amor fue tan grande que dio a su propio Hijo para que muriera a fin de que nosotros fuésemos redimidos de la muerte eterna. Al ver el cuidado y el amor que Dios tiene por nosotros, respondamos a ellos; démosle a Jesús todas las facultades de nuestro ser, peleando varonilmente las batallas del Señor.—The Review and Herald, 9 de marzo de 1886.
Cita 7
“Satanás no pudo impedir el plan de Salvación. Cristo fue crucificado y resucitó al tercer día. Entonces Satanás dijo a sus ángeles que él sacaría ventajas aun de la crucifixión y resurrección. Estaba conforme con que los que profesaban fe en Jesús creyeran que las leyes ceremoniales y los sacrificios de los judíos habían cesado con la muerte de Cristo, si podía incitarlos a dar un paso más y hacerles creer que la ley de los diez mandamientos también había cesado con la muerte de Cristo…. “Satanás … dijo a sus ángeles … que los diez mandamientos eran demasiado claros, de modo que la mayoría creería que aún estaban en vigencia; por lo tanto, debían tratar de alterar el cuarto mandamiento que exalta al Dios viviente.”—Spiritual Gifts 1:109-111.
Cita 8
“Satanás, obrando por intermedio de los livianos dirigentes de la iglesia, alteró el cuarto mandamiento y trató de poner a un lado el antiguo sábado, el día que Dios ha bendecido y santificado, y en su lugar exaltó el festival observado por los paganos como el ‘venerable día del sol’…. El Señor ha señalado claramente el camino hacia la ciudad de Dios; pero el gran apóstata ha cambiado el cartel indicador de caminos, estableciendo un sábado falso…. El enemigo de todo bien, ha dado vuelta el indicador de camino, de modo que señale la senda de la desobediencia como la senda de la felicidad. Ha insultado al Señor rehusando obedecer un ‘así dice Jehová.’ Ha intentado cambiar los tiempos y la ley.”—The S.D.A. Bible Commentary 4:1171, 1172.
Cita 9
“La ley no se proclamó … para beneficio exclusivo de los hebreos. Dios los honró haciéndolos guardianes y custodios de su ley pero habían de tenerla como un santo legado para todo el mundo. Los preceptos del Decálogo se adaptan a toda la humanidad, y se dieron para la instrucción y el gobierno de todos. Son diez preceptos, breves, abarcantes, y autorizados, que incluyen los deberes del hombre hacia Dios y hacia sus semejantes; y todos se basan en el principio fundamental del amor. ‘Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 312.
Cita 10
“El mundo entero será juzgado por la ley moral, de acuerdo con la oportunidad que cada uno haya tenido de conocerla, ya sea por la razón, la tradición o la palabra escrita.”—The Signs of the Times, 9 de junio de 1881.
Cita 11
“La ley es una expresión del pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, se convierte en nuestro pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de las tentaciones que conducen al pecado. ‘Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.’”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1110.
Cita 12
“No debemos considerar a Dios como un ser que está deseando castigar al pecador por sus pecados. El pecador mismo se acarrea su castigo. Sus propias acciones crean una cadena de circunstancias que conducen a ese resultado. Cada transgresión reacciona sobre el pecador, obra en él un cambio de carácter y lo hace más propenso a incurrir en una nueva transgresión. Al escoger el pecado, los hombres se separan de Dios, cortan ellos mismos el canal de bendiciones y el resultado seguro es la ruina y la muerte.”— The S.D.A. Bible Commentary 6:1085.
Cita 13
“La sofistería de Satanás consiste en hacer creer que la muerte de Cristo trajo la gracia que reemplazó a la ley. La muerte de Cristo no cambia o anula o debilita en el menor grado la ley de los diez mandamientos. Esa preciosa gracia ofrecida al hombre por medio de la sangre de Cristo, establece la ley de Dios. Desde la caída del hombre, el gobierno moral de Dios y su gracia son inseparables. Van de la mano a través de todas las dispensaciones. ‘La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron.’”—The Review and Herald, 11 de marzo de 1881.
Cita 14
“Cristo vino al mundo para desmentir la falsa afirmación de Satanás de que Dios había hecho una ley que los hombres no podían cumplir. Tomando sobre sí la naturaleza humana, vino a esta tierra y por una vida de obediencia demostró que Dios no ha hecho una ley que el hombre no puede cumplir. Demostró que es perfectamente posible para el hombre obedecer la ley. Los que aceptan a Cristo como su Salvador, y llegan a ser participantes de su naturaleza divina, pueden seguir su ejemplo viviendo una vida de obediencia a cada precepto de la ley. Por medio de los méritos de Cristo, el hombre debe demostrar por su obediencia, que se podrá confiar en él en el cielo, que no se rebelará.”—Manuscrito 48, 1893.
Cita 15
“En todos sus hechos piadosos, el Redentor del mundo declara: ‘Nada puedo hacer de mí mismo.’ ‘He recibido los mandamientos de mi Padre.’ ‘Todo lo que hago es en cumplimiento del consejo y la voluntad de mi Padre celestial.’ La historia de la vida diaria de Jesús es el registro exacto del cumplimiento de los propósitos de Dios hacia el hombre. Su vida y su carácter fueron la revelación o representación del carácter perfecto que el hombre puede adquirir al llegar a ser participante de la naturaleza divina y vencer al mundo en sus conflictos diarios.”—The Youth’s Instructor, 23 de abril de 1912.
Cita 16
“Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.”—Sketches From the Life Paul, 288, 289.
Cita 17
“Cristo imputa su perfección y justicia al pecador creyente que no continúa en el pecado, sino que se aparta de la transgresión para obedecer los mandamientos.”—The Review and Herald, 23 de mayo de 1899.
Cita 18
“Mientras Dios puede ser justo y al mismo tiempo justificar al pecador por los méritos de Cristo, ningún hombre puede cubrir su alma con el manto de la justicia de Cristo mientras practique pecados conocidos o descuide deberes conocidos.”—Ibid. 4 de noviembre de 1890.
Cita 19
“El tabernáculo y templo de Dios en la tierra fueron copia del original que estaba en el cielo. El santuario y sus solemnes servicios estaban rodeados místicamente de las grandes verdades que se revelarían a través de generaciones sucesivas…. Las manifestaciones de un rey invisible eran grandiosas e indescriptiblemente admirables. El cetro estaba manejado por una mano sobrehumana. El arca sagrada cubierta con el propiciatorio, depositaria de la santa ley de Dios, simbolizaba al mismo Jehová. Allí estaba el poder de los israelitas para triunfar en las batallas. Ante ella cayeron los ídolos y los que irrespetuosamente miraron adentro perecieron por miles. Nunca antes el Señor había dado tan ostensibles manifestaciones de su supremacía como cuando fue reconocido como el rey de Israel.”—The Review and Herald, 2 de marzo de 1886.
Cita 20
“La ley de Dios, guardada como reliquia dentro del arca, era la gran regla de la rectitud y del juicio. Esa ley determinaba la muerte del transgresor; pero encima de la ley estaba el propiciatorio, donde se revelaba la presencia de Dios y desde el cual, en virtud de la expiación, se otorgaba perdón al pecador arrepentido. Así, en la obra de Cristo en favor de nuestra redención, simbolizada por el servicio del santuario, ‘la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. Salmos 85:10.
Cita 21
Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:20.
La Ley de Dios es el trasunto de su carácter. Los que profesan guardarla, pero fracasan en mostrar que aman a Dios con el corazón, la mente y todas sus fuerzas, y no se consagran sin reservas a su servicio, no guardan los primeros cuatro mandamientos que requieren amor supremo a Dios, ni los últimos seis que indican amor desinteresado de los unos a los otros, no son hijos obedientes. Por sus frutos los conoceréis. El verdadero amor a Dios siempre se manifestará. No se lo puede ocultar. Los que guardan los mandamientos de Dios en verdad revelarán el mismo amor que Cristo reveló hacia su Padre y hacia sus prójimos.
Aquel en cuyo corazón mora Cristo lo revelará en el carácter, en su obra en favor de los que constituyen la familia de la fe y en beneficio de aquellos que necesitan ser atraídos al conocimiento de la verdad. Mostrará siempre por medio de sus buenas obras el fruto de su fe, revelando a Cristo mediante obras de amor y actos de misericordia. Debe mostrar que él cree que la Ley de Dios no es solamente para ser creída en una forma teórica, sino para ser llevada a la práctica en la vida como un principio viviente y vital… El cumplimiento de la Ley de Dios es el fruto de su gracia en el corazón.
Obedeciéndola diariamente recordamos que Dios es el dador de todo lo que tenemos en custodia. El nos provee de todo lo que tenemos. Es por misericordia y amor que tenemos fuerzas para trabajar. El abre caminos para que podamos obtener riqueza terrenal, no para que el yo sea exaltado, no para que el tesoro obtenido sea acumulado, sino para que el nombre de Dios pueda ser glorificado, para que los necesitados puedan ser ayudados, para que la tesorería de Dios pueda ser provista con lo que El requiere en dones y ofrendas, a fin de que la obra de llevar la norma de la verdad a regiones más distantes no languidezca, sino que pueda avanzar hacia adelante y hacia arriba.
Sobre todos los que se han consagrado a Dios como colaboradores con El, descansa la responsabilidad de custodiar los intereses de su causa y de su obra. Deben vivir la verdad que pretenden creer. Deben mantener constantemente a Cristo delante de sí como su modelo, y mediante sus buenas obras deben hacer que fluya la alabanza de los corazones hambrientos y sedientos del Pan de Vida. No solamente deben ministrar la necesidad espiritual de aquellos a quienes están tratando de ganar para Cristo, sino que deben suplir también sus necesidades temporales. Esta obra de misericordia y amor se presenta constantemente, y cumpliéndola fielmente los siervos de Dios han de mostrar lo que la verdad ha hecho por ellos. Deben ser fieles mayordomos, no solamente de la verdad del Evangelio sino de todas las bendiciones que Dios les ha dado. No solamente deben hablar palabras de simpatía, sino que con sus obras deben mostrar la realidad de su bondad y amor.
—Manuscrito 20, del 22 de abril de 1894, sin título. (Alza tus Ojos – 22 de Abril).
Cita 22
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19.
Hay un bando de la verdad. El bando de Aquel que declaró: “He guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7.
Hay un bando del error: el bando de quien se rebeló en el cielo contra Dios, y fue expulsado de las cortes celestiales juntamente con sus simpatizantes. Y de su acción podemos comprender que no importa cuán elevada sea la posición que un hombre ocupe en la iglesia o en el mundo, si es desleal a Dios, si acepta las leyes humanas en lugar de las leyes de Jehová, nunca podrá entrar en el cielo, porque está viviendo en directa oposición a Dios.
Recibirá un castigo que será proporcional al poder de la influencia que ejerció en el bando de Satanás en vez de colocarla en el bando de Dios. Cuanto más grandes hayan sido los talentos y la influencia que se le dio, mayor será su castigo. Dios requerirá de sus manos las almas que apartó de la verdad llevándolas a la falsedad. En vez de conducirlas a Dios las apartó de El, y la sangre de ellas le será requerida…
—Manuscrito 27, del 6 de mayo de 1900, “Obediencia y desobediencia”. (Alza tus Ojos – 6 de Mayo).
Cita 23
—Manuscrito 77, del 7 de junio de 1902, sermón dado en el lugar de campamentos de Petaluma, California, Estados Unidos, “Lecciones extraídas del segundo capítulo de la segunda epístola de Pedro”. (Alza tus Ojos – 7 de Junio).
Cita 24
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27.
La pregunta que el intérprete de la ley formuló a Cristo era de vital importancia. Los fariseos que lo habían incitado a hacer esta pregunta esperaban que el Señor Jesús la respondiera de tal manera que ellos encontraran algo en contra de El, algo por lo cual pudieran acusarlo y condenarlo ante el pueblo. El dominio propio de Cristo, la sabiduría y autoridad con la que hablaba era algo que no podían entender. Cuando el intérprete de la ley formuló esta pregunta, Cristo sabía que la sugerencia provenía de sus más acérrimos enemigos, los que estaban tendiendo una trampa para atraparlo en sus palabras. El Señor Jesús contestó la pregunta colocando la carga sobre el intérprete de la ley, de modo que respondiera su propia pregunta ante la multitud. “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás”. Lucas 10:26-28.
La obediencia a los mandamientos de Dios es el precio de la vida eterna. Hay una obra muy extensa e importante que cumplir en la humanidad caída. Esta es la verdadera interpretación de la conversión genuina. La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma. La respuesta a esta pregunta, según fue dada por el intérprete de la ley, comprende el deber total del hombre que está buscando la vida eterna. El doctor de la ley no fue capaz de evadir una pregunta tan directa y significativamente expresada como la que tenía que ver con las condiciones de la vida eterna. Comprendió sus implicancias, y la necesidad de responder a las demandas de la ley con el amor supremo a Dios, y al prójimo como a sí mismo. Sabía que no había hecho ni una cosa ni la otra, y la convicción de su negligencia en obedecer los primeros cuatro mandamientos y los últimos seis, especificados claramente en las palabras de los oráculos santos de Dios, fue grabada por el Espíritu Santo en su corazón. Se vio a sí mismo pesado en la balanza del santuario y hallado falto. No servía a Dios por encima de todo porque no lo había amado por encima de todo, con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y con toda su mente. Decididamente carente de este requerimiento de la ley de Jehová, fracasó indiscutiblemente en amar a su prójimo como a sí mismo. Así, ante la multitud, El mismo presentó en concisas palabras las condiciones del Evangelio para que cada miembro de la familia humana, que está delante de Dios hoy, obtenga la vida eterna… Estas condiciones son invariables, sempiternas… Es menester sembrar las semillas del Evangelio. De la práctica de la verdad depende la salvación de cada alma humana.
—Manuscrito 45, del 26 de julio de 1900, “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?”. (Alza tus Ojos – 26 de Julio).
Cita 25
En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Apocalipsis 22:2.
¿Debemos esperar hasta que seamos trasladados para comer de las hojas del árbol de la vida? El que recibe en su corazón las palabras de Cristo sabe qué significa comer de las hojas del árbol de vida… La sabiduría que proviene de Dios es el pan de vida. Son las hojas del árbol de la vida las que se usan para la sanidad de las naciones. La corriente de vida espiritual estremece al alma cuando las palabras de Cristo se creen y se ponen en práctica. Así es como somos hechos uno con Cristo.
Es fundamental que los que aseguran guardar los mandamientos de Dios posean un conocimiento inteligente de las Escrituras. De ese modo aprendemos a negar el yo y a ser estrictamente honestos con Dios al usar sus beneficios. A fin de que pudiéramos comprender la voluntad divina, Dios nos dio la Biblia.
—Manuscrito 103, del 29 de julio de 1902, “Hagamos la voluntad de Dios”. (Alza tus Ojos – 29 de Julio).
Cita 26
Enoc fue un maestro público de la verdad en la época en que vivió. Enseñó la verdad; vivió la verdad; y el carácter del instructor que caminó con Dios estuvo en todo sentido en armonía con la grandeza y la santidad de su misión. Enoc fue un profeta que habló a medida que era impulsado por el Espíritu Santo. Fue una luz en medio de la tinieblas morales, un hombre ejemplar, un ser humano que anduvo con Dios, que fue obediente a su ley, aquella ley que Satanás rehusó obedecer, que Adán transgredió, que Abel obedeció y por cuya obediencia fue asesinado.
Y ahora Dios demostraría al universo la falsedad de la acusación del enemigo de que el hombre no puede guardar la ley divina. Demostraría que aunque el hombre había pecado podría relacionarse con Dios de tal manera que poseería la mente y el espíritu del Señor, y sería un símbolo representativo de Cristo.
Este hombre santo fue el elegido de Dios para denunciar la iniquidad del mundo y para dar testimonio de que es posible para el hombre guardar toda la ley de Dios.Dondequiera haya piedad genuina, habrá moralidad pura. ¡Qué poco se dice de Enoc, un hombre que caminó con Dios, un ser al cual el Señor no permitió que cayera bajo el imperio de la muerte! ¡Cuán breve es su biografía!… “Caminó pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”. Cuánto se expresa en estas pocas palabras… Enoc no solo meditó, oró, y se colocó la armadura de la vigilancia, sino que de implorar a Dios pasó a suplicar a sus semejantes. No enmascaró la verdad para ganarse la estima de los incrédulos, descuidando así sus almas. Esta estrecha relación con Dios le dio valor para realizar las obras del Señor.
—Manuscrito 43, del 2 de agosto de 1900, “El profeta Enoc”. (Alza tus Ojos – 2 de Agosto).
Cita 27
La apostasía es lo que obra en los hijos de desobediencia para acallar la voz de quienes los están llamando a la obediencia, y provocan a los fieles para que sean desleales como Caín provocó a Abel. Un espíritu demoníaco toma posesión de los hombres en nuestro mundo… La inteligencia de Satán… desgarrará y destruirá al hombre formado a la semejanza divina porque… [el hombre] no puede controlar la conciencia de su hermano y hacerlo traidor a la santa Ley de Dios, porque él mismo es desobediente como Caín… El mundo está representado en las iglesias apóstatas que están hollando la Palabra de Dios, transgrediendo su santa ley. No saben de qué espíritu son, ni tampoco el fin del oscuro túnel por el que avanzan. Están apresurando el paso, engañados, alucinados, ciegos, hacia la primera y segunda muerte. La inmensa marea de la voluntad y la pasión humanas los está conduciendo a cosas con las que ni soñaron cuando desecharon la ley de Jehová por las invenciones del hombre…
—Manuscrito 104, del 28 de septiembre de 1897, “Condenado por los judíos”. (Alza tus Ojos – 28 de Septiembre).
Cita 28
Dios no dejará que el hombre siga sus propios caminos y haga su propia voluntad, para que se pierda, sin hacer un esfuerzo definido para recuperarlo. El propósito del ministerio de Cristo, el ámbito de su misericordia y su poder, no tienen límites.
—Carta 78, del 20 de enero de 1900, dirigida al Hno. Haysmer y Sra. (Cada Día con Dios – 20 de Enero).
Cita 29
Los amonesto: no coloquen su influencia contra los mandamientos de Dios. Esa ley es tal como Jehová la escribió en el templo del cielo. El hombre puede hollar su copia terrenal, pero el original se conserva en el arca de Dios en el cielo; y sobre la cubierta de esa arca, precisamente encima de esa ley, está el propiciatorio. Jesús está allí mismo, delante de esa arca, para mediar por el hombre. (Comentarios de EGW, CBA 1 p. 1123; Cristo en su Santuario p. 18.8 ) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)
Cita 30
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Juan 15:10.
Cristo le da suma importancia a la obediencia de su pueblo a los mandamientos de Dios. Deben tener un conocimiento inteligente de ellos, y aplicarlos a su vida diaria. El hombre no puede guardar los mandamientos de Dios a menos que esté en Cristo y Cristo en él. Y no es posible que esté en Cristo si tiene la luz de sus mandamientos y pasa por alto el menor de ellos.
Mediante su firme y voluntaria obediencia a su Palabra, dan evidencia de su amor por el Enviado de Dios. El no guardar los mandamientos de Dios implica no amarlo. Nadie guardará la ley de Dios a menos que ame al Unigénito del Padre. Y con no menos seguridad, si alguien lo ama, expresará su amor mediante su obediencia. Todos los que amen a Cristo serán amados por el Padre, y él se les manifestará. En todas sus emergencias y perplejidades tendrán el auxilio de Jesucristo.
—Manuscrito 44, del 13 de mayo de 1897, “Representantes de Cristo”. (Cada Día con Dios – 13 de Mayo).
Cita 31
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Juan 15:10.
Que Cristo se les manifestara y que al mismo tiempo fuera invisible para el mundo, era un misterio para los discípulos. No podían entender las palabras de Cristo en su sentido espiritual. Estaban pensando en una manifestación externa y visible. No podían entender el hecho de que podían gozar de la presencia de Cristo mientras éste fuera invisible para el mundo. No podían entender el significado de una manifestación espiritual. El gran Maestro anhelaba proporcionar a los discípulos todo el ánimo y el consuelo posibles porque habrían de ser duramente probados. Pero les resultaba difícil entender sus palabras. Todavía tenían que aprender que la vida espiritual interior, perfumada por la amante obediencia, les iba a proporcionar el poder espiritual que necesitaban…
—Manuscrito 44, del 13 de mayo de 1897, “Representantes de Cristo”. (Cada Día con Dios – 13 de Mayo).
Cita 32
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Jeremías 31:33.
Cuando la ley de Dios está escrita en el corazón, se manifiesta mediante una vida pura y santa. Los mandamientos de Dios no son letra muerta. Son espíritu y son vida, y someten la imaginación y hasta los pensamientos a la voluntad de Cristo. El corazón en el cual estén escritos será guardado con toda diligencia porque de él mana la vida.
Todos los que amen a Jesús y guarden sus mandamientos tratarán de evitar hasta la misma apariencia del mal, no porque estén obligados a hacerlo, sino porque estarán copiando un modelo puro y sentirán aversión por todo lo que no esté de acuerdo con la ley escrita en sus corazones. No manifestarán suficiencia propia, sino que confiarán en Dios, el único que puede librarlos del pecado y la impureza. La atmósfera que los rodee será pura; no contaminarán sus propias almas ni la de los demás. Se complacerán en obrar con justicia, en amar misericordia y en humillarse para andar con Dios.
El peligro que acecha a los que viven en estos últimos días es la ausencia de religión pura, la falta de santidad de corazón. No han aceptado el poder convertidor de Dios para que transforme sus caracteres. Profesan creer las sagradas verdades, tal como la nación judía, pero al no poner en práctica la verdad, ignoran tanto las Escrituras como el poder de Dios. El poder y la influencia de la ley de Dios están en torno de ellos, pero no dentro de sus almas, para renovarlos en verdadera santidad…
Dios desea que quien enseña la Biblia debe ser en su carácter y su vida familiar un ejemplo de los principios de la verdad que está enseñando a sus semejantes. Lo que un hombre es, tiene más influencia que lo que dice. La vida tranquila, consecuente y piadosa, es una epístola viviente, conocida y leída por todos los hombres. Alguien puede hablar y escribir como un ángel, pero sus procedimientos pueden parecerse a los de un demonio… El verdadero carácter no es algo que se forma desde afuera, o con lo que uno se reviste, sino que es algo que irradia desde adentro. Si la verdadera bondad, la pureza, la mansedumbre, la humildad y la equidad moran en el corazón, ese hecho se reflejará en el carácter, y tal carácter estará lleno de poder.
— The Review and Herald, 17 se mayo de 1887. (Cada Día con Dios – 17 de Mayo).
Cita 33
Tenemos un mensaje que dar a los que no han tenido la luz de la verdad presente, y al hacer nuestra obra no debemos negar nuestra fe. Un estudio de la historia de los hijos de Israel nos ayudará a aprender lecciones que nos evitarán repetir los errores que mancillaron su registro. El Señor libró maravillosamente a ese pueblo de la esclavitud a que lo había sometido un rey opresor, y él mismo se hizo cargo de su vasto ejército. Los guió mediante una columna de nube de día, y una columna de nube de noche; y esa nube envolvía su propia presencia. Les proporcionó alimento en el desierto y comieron pan de ángeles…
Poco después que Israel hubo levantado su campamento en el Sinaí, Moisés recibió la invitación de ascender la montaña para encontrarse con Dios. Subió solo la inclinada y áspera ladera y se acercó a la nube que señalaba la presencia de Jehová. Israel debía entrar ahora en una relación íntima y peculiar con el Altísimo. Debía ponerse como nación bajo el gobierno especial de Dios… En medio de truenos y relámpagos Dios proclamó su ley a oídos de la vasta multitud. Rodeó la ocasión cuando dio la ley de una grandiosidad impresionante. Quería que el pueblo comprendiera el carácter exaltado de sus mandamientos. La gente debía aprender que todo lo relacionado con su servicio debería considerarse con la mayor reverencia…
Es muy corto el tiempo que nos queda. Dejemos de lado toda complacencia egoísta, porque debilita la fortaleza física, mental y moral, e incapacita al instrumento humano para tener un concepto definido del carácter sagrado de los requerimientos de Dios… ¿Pueden pedir ustedes que se los selle con el sello del Dios viviente? ¿Pueden afirmar que han sido santificados por la verdad? Como pueblo, no le hemos dado a la ley de Dios la preeminencia debida. Estamos en peligro de hacer nuestra voluntad durante el sábado. Se le han dado al pueblo preciosas instrucciones en los libros que se me ha encargado escribir. ¿Cuántos los leen y los estudian? Se puede tratar con indiferencia e incredulidad la luz que Dios me ha dado, pero condenará a todos los que deciden no aceptarla ni obedecerla.
—Carta 258, del 16 de agosto de 1907, dirigida a Edson y Emma White. (Cada Día con Dios – 16 de Agosto).
Cita 34
Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro. Salmos 89:14.
No es de extrañar que los transgresores de la ley de Dios se aparten en la actualidad de ella tanto como pueden, puesto que los condena. Pero los que sostienen que los mandamientos fueron abolidos en ocasión de la crucifixión de Cristo sufren de un engaño semejante al de los judíos. El concepto de que la ley de Dios es rigurosa e insoportable arroja desprecio sobre el que gobierna el universo de acuerdo con sus santos preceptos. Un velo cubre el corazón de los que mantienen este punto de vista tanto cuando leen el Antiguo Testamento como el Nuevo.
El castigo por la más mínima transgresión de esa ley es la muerte, y si no fuera por Cristo, el Abogado del pecador, recaería inmediatamente sobre cada ofensa. La justicia y la misericordia están unidas. Cristo y la ley están el uno al lado de la otra. La ley condena al transgresor, pero Cristo intercede en favor del pecador. En ocasión de la primera venida de Cristo se inauguró una era de mayor luz y gloria; pero indudablemente sería un pecado de ingratitud despreciar y ridiculizar la luz menor, porque resplandeció una luz más plena y gloriosa.
Los que desprecian las bendiciones y la gloria de la dispensación judaica no están preparados para beneficiarse con la predicación del Evangelio. El resplandor de la gloria del Padre, y la excelencia y la perfección de la santa ley, sólo se pueden comprender por medio de la expiación lograda en el Calvario por su amado Hijo; pero hasta la expiación pierde su significado cuando se rechaza la ley de Dios. La vida de Cristo es la más perfecta y completa reivindicación de la ley de su Padre, y su muerte da testimonio de su inmutabilidad. Cristo, al llevar la culpa del pecador, no libera al hombre de su obligación de obedecer la ley; porque si ésta pudiera haber sido modificada o abolida, no habría necesitado venir a este mundo para sufrir y morir.
El mero hecho de que Cristo haya muerto por sus transgresiones da testimonio del carácter inmutable de la ley del Padre. Los judíos se habían apartado de Dios, y en sus enseñanzas habían reemplazado la ley divina por sus propias tradiciones. La vida y las enseñanzas de Cristo revelaron clara y definidamente los principios de la ley violada. La hueste celestial comprendió que el objeto de la misión de Jesús consistía en exaltar y honrar la ley del Padre, y en justificar sus requerimientos.
—The Signs of the Times, 25 de agosto de 1887. (Cada Día con Dios – 25 de Agosto).
Cita 35
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Efesios 2:4-6.
Donde se encuentra el Espíritu de Dios, hallamos humildad, paciencia, bondad y tolerancia; hallamos ternura de alma, y una dulzura que sabe a Cristo. Pero estos frutos no se manifiestan en los inconversos. Mientras más necesitan humillarse delante de Dios, menos comprenden su verdadera situación, y más confianza propia ostentan. Mientras más pretenden ser dirigidos por Dios, más insoportables resultan para los que los rodean, más incapaces de recibir reprensión, más impacientes y discutidores, y menos sensibles a su necesidad de consejo.
En lugar de ser humildes y amables, asequibles, llenos de misericordia, amor y buenos frutos, son exigentes y tiranos. En lugar de ser rápidos para oír y lentos para hablar, son lentos para oír y rápidos para hablar. No están dispuestos a aprender de nadie. Su carácter es fogoso y vehemente. Hay una determinación y una fiereza que se echan de ver en su mismo aspecto y su talante. Hablan y actúan como si estuvieran dispuestos a sacarle la obra a Dios de las manos, y a juzgar por sí mismos a todos los que creen que están equivocados.
El verdadero discípulo tratará de imitar el Modelo. El amor de Cristo lo conducirá a la perfecta obediencia. Tratará de hacer la voluntad de Dios en la tierra, así como se hace en el cielo. Aquel cuyo corazón todavía está contaminado por el pecado, no puede ser celoso para hacer buenas obras; no es cuidadoso para abstenerse del mal; no ejerce vigilancia sobre sus propios motivos y su conducta, ni dominio sobre su lengua desenfrenada, ni cuidado para someter el yo y llevar la cruz de Cristo. Esas pobres almas engañadas no guardan los cuatro primeros mandamientos del Decálogo, que definen el deber del hombre hacia Dios, ni los últimos seis que señalan su deber hacia su prójimo.
Los frutos del Espíritu, que gobiernan el corazón y controlan la vida son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, entrañas de misericordia y humildad de mente. Los verdaderos creyentes andan de acuerdo con el Espíritu y éste mora en ellos.
—Manuscrito 1, del 9 de octubre de 1878, “Dificultades en la Iglesia”. (Cada Día con Dios – 9 de Octubre).
Cita 36
Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Juan 12:42, 43.
Todavía mucha luz debe emanar de la ley de Dios y del Evangelio de justicia. Cuando se comprenda el verdadero carácter de este mensaje y se lo proclame con el poder del Espíritu, iluminará la tierra con su gloria. El gran asunto acerca del cual todos tendrán que tomar una decisión debe ser presentado a todas las naciones, todas las lenguas y todos los pueblos.
La obra, mediante la cual se pondrá fin a la proclamación del mensaje del tercer ángel, estará acompañada de un poder que llevará los rayos del sol de justicia por todos los caminos y senderos de la vida, y muchos se decidirán a hacer de Dios su supremo Gobernante, y aceptarán su ley como la norma de su gobierno.
Muchos de los que pretenden creer en la verdad cambiarán de opinión en los momentos de peligro, y se pondrán de parte de los transgresores de la ley de Dios para evitar la persecución. Habrá una profunda humillación de corazón delante de Dios por parte de los que quieran permanecer fieles y leales hasta el fin. Pero Satanás trabajará de tal manera sobre los elementos no consagrados de la mente humana, que muchos no aceptarán la verdad tal como Dios lo indica…
—Manuscrito 15, del 1 de noviembre de 1878, “Una invitación a estudiar la Palabra en forma más profunda”. (Cada Día con Dios – 1 de Noviembre).
Cita 37
Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego. Marcos 14:54.
Nadie se aventure a suponer que la misericordia de Dios lo abarca todo, para sentirse libre de pecar tanto como pueda, sin abandonar la esperanza de que finalmente Dios lo perdonará y lo salvará. Es sin duda una triste resolución seguir a Cristo tan lejos como sea posible, aventurándose a llegar tan cerca de los límites de la perdición como sea posible hacerlo, sin caer en ella. Fue ciertamente un gran sacrificio el que hizo Cristo en favor del hombre al morir por él en la cruz. ¿Qué estamos dispuestos nosotros a sacrificar por su amor? Cristo dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15); no se trata de seleccionar uno, dos o nueve, sino los diez; debemos guardar todos sus mandamientos.
Juan, al referirse a los que pretenden amar a Dios sin obedecer sus requerimientos, dice lo siguiente: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. 1 Juan 2:4… Jesús se encontraba entre los humildes de la tierra. No se ubicó junto a los eruditos rabinos o a los dirigentes. No se lo encontró entre los potentados de la tierra, sino entre los de baja condición… Los ángeles del cielo no descendieron a la escuela de los profetas ni cantaron sus himnos en el templo o las sinagogas, sino que salieron al encuentro de seres humanos que eran lo suficientemente humildes como para recibir el mensaje.
Cantaron las alegres nuevas del Salvador en las llanuras de Belén, mientras los grandes hombres, los dirigentes y los honorables quedaban en tinieblas, porque estaban perfectamente satisfechos con su situación y no sentían necesidad de una piedad mayor a la que tenían… Los grandes hombres, y los que profesan ser sumamente buenos, pueden llevar a cabo obras terribles impulsados por su fanatismo y por lo exaltado del cargo que ocupan, y vanagloriarse al mismo tiempo de que están sirviendo a Dios.
No conviene confiar en ellos. Usted y yo necesitamos a toda costa la verdad bíblica. Como los nobles bereanos, tenemos que escudriñar cada día las Escrituras con ferviente oración, para conocer la verdad, y entonces obedecerla a toda costa sin hacer caso de la opinión de los hombres grandes o buenos.
—Carta 35, del 6 de noviembre de 1877, dirigida a Carolina Clough, una pariente no adventista. (Cada Día con Dios – 6 de Noviembre).
Cita 38
Debemos escudriñar las Escrituras por nosotros mismos. Al escrutarlas como tesoro escondido, las verdades que encontremos nos darán fortaleza para resistir en el día de Dios. El Señor nos considera responsables por aquellos que nos rodean. Hay pecadores que salvar; almas que ganar. ¿Permitiremos que la iniquidad nos separe de Cristo y de la obra que nos ha encargado hacer? Cada uno de nosotros diga: “No le fallaré al Salvador. No debe morir en vano por mí. Quiero alabarlo por toda la eternidad. Quiero llegar al cielo a cualquier costo”. ¿Quieren ver ustedes al Rey en su hermosura? ¿Quieren estar de pie frente al trono blanco? Entonces tienen que obedecer los mandamientos de Dios…
—Manuscrito 31, del 7 de noviembre de 1886, “Sometamos nuestra voluntad a la de Dios”. Sermón pronunciado en Torre Pellice, Italia. (Cada Día con Dios – 7 de Noviembre).
Cita 39
“La obediencia a los estatutos y leyes divinas, significa la vida y prosperidad de su pueblo.”—The S.D.A. Bible Commentary 1:1120.
Como Maestro enviado por Dios, la obra de Cristo consistía en explicar el verdadero significado de las leyes del gobierno de Dios… Al engarzar la verdad en la trama de la propia ley de Dios, permitió que resplandeciera con su lustre original y celestial… Entronizó los preceptos divinos junto con la realeza de las verdades eternas e incorruptibles, que llevaban la sanción de Dios, Fuente de toda verdad.—Manuscrito 125, 1901.
Cita 41
LOS MANDAMIENTOS
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
No cometerás adulterio. Éxodo 20:14.
Este mandamiento no sólo prohíbe las acciones impuras, sino también los pensamientos y los deseos sensuales, y toda práctica que tienda a excitarlos. Exige pureza no sólo de la vida exterior, sino también en las intenciones secretas y en las emociones del corazón. Cristo, al enseñar cuán abarcante es la obligación de guardar la ley de Dios, declaró que los malos pensamientos y las miradas concupiscentes son tan ciertamente pecados como el acto ilícito.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 317.
Cuando se aman y acarician malos pensamientos, por muy en secreto que sea, dijo Jesús, se demuestra que el mal reina todavía en el corazón. El alma sigue sumida en hiel de amargura y sometida a la iniquidad. El que halla placer espaciándose en escenas impuras, cultiva malos pensamientos y echa miradas sensuales, puede contemplar en el pecado visible, con su carga de vergüenza y aflicción desconsoladora, la verdadera naturaleza del mal que lleva oculto en su alma. El momento de tentación en que posiblemente se caiga en pecado gravoso no crea el mal que se manifiesta sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el corazón. “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”, ya que del corazón “mana la vida”… El corazón en el cual mora Cristo estará tan henchido, tan satisfecho de su amor que no se consumirá con el deseo de atraer simpatía y atención a sí mismo. Si el alma se entrega a Dios, la sabiduría de él puede llevar a cabo lo que la capacidad humana no logra hacer.—El discurso maestro de Jesucristo, 54, 58.
Mientras dure la vida, habrá necesidad de guardar los afectos y las pasiones con propósito firme. Ni un solo momento podemos estar seguros, a no ser que confiemos en Dios y tengamos nuestra vida escondida en Cristo.—La Historia de los Profetas y Reyes, 61.
VIII.
No hurtarás. Éxodo 20:15.
Esta prohibición incluye tanto los pecados públicos como los privados. El octavo mandamiento condena el robo de hombres y el tráfico de esclavos, y prohíbe las guerras de conquista. Condena el hurto y el robo. Exige estricta integridad en los más mínimos pormenores de los asuntos de la vida. Prohíbe la excesiva ganancia en el comercio, y requiere el pago de las deudas y de salarios justos. Implica que toda tentativa de sacar provecho de la ignorancia, la debilidad, o desgracia de los demás, se anota como un fraude en los registros del cielo.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 317.
El octavo mandamiento debe rodear el alma con una barricada, y cercar al hombre para que no haga incursiones perjudiciales en los derechos de sus semejantes, impulsado por el egoísmo y el deseo de obtener ganancia. Prohíbe toda clase de deshonestidad, injusticia o fraude, no importa cuánto prevalezca, no importa cuán disminuida esté su gravedad por pretensiones aparentemente plausibles.—Carta 15, 1895.
“No hurtarás” fueron palabras escritas por el dedo de Dios sobre las tablas de piedra, ¡y no obstante cuántos ocultos robos de afectos se llevan a cabo y se excusan! Se emprende un noviazgo engañoso, se mantienen relaciones ocultas, hasta que los afectos de la inexperta, que no sabe hasta qué punto pueden llegar esas cosas, son en cierta medida enajenados de sus padres para ser puestos sobre aquel que por su misma conducta se está manifestando indigno del amor de ella. La Biblia condena toda clase de deshonestidad, y demanda rectitud en toda circunstancia.—Fundamentals of Christian Education, 102.
Jugar con los corazones es un crimen no pequeño a la vista de un Dios santo.—El hogar adventista, 48 (1894).
IX.
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. Éxodo 20:16.
El noveno mandamiento requiere de nosotros una consideración inviolable por la verdad exacta de cada declaración que pueda afectar el carácter de nuestros semejantes. La lengua, que los seres humanos logran mantener tan poco bajo dominio, debe ser enjaezada por fuertes principios de conciencia, por la ley de amor hacia Dios y al hombre.—Carta 15, 1895.
La mentira acerca de cualquier asunto, todo intento o propósito de engañar a nuestro prójimo, están incluidos en este mandamiento. La falsedad consiste en la intención de engañar. Mediante una mirada, un ademán, una expresión del semblante, se puede mentir tan eficazmente como si se usaran palabras. Toda exageración intencionada, toda insinuación o palabras indirectas dichas con el fin de producir un concepto erróneo o exagerado, hasta la exposición de los hechos de manera que den una idea equivocada, todo esto es mentir. Este precepto prohíbe todo intento de dañar la reputación de nuestros semejantes por medio de tergiversaciones o suposiciones malintencionadas, mediante calumnias o chismes. Hasta la supresión intencional de la verdad, hecha con el fin de perjudicar a otros, es una violación del noveno mandamiento.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 317, 318.
Jesús… enseña que la verdad exacta debe ser la ley del hablar. “Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”. Estas palabras condenan todas las frases e interjecciones insensatas que rayan profanidad. Condenan los cumplidos engañosos, el disimulo de la verdad, las frases lisonjeras, las exageraciones, las falsedades en el comercio, que prevalecen en la sociedad y en el mundo de los negocios. Enseñan que nadie puede llamarse veraz si trata de aparentar lo que no es o si sus palabras no llevan el verdadero sentimiento de su corazón.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 60.
X.
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Éxodo 20:17.
El último mandamiento condena la codicia. Todo deseo egoísta, toda manifestación de desconformidad, todo acto de astucia, toda complacencia egoísta obra para fortalecer y desarrollar el carácter que destruirá la semejanza de Cristo en el instrumento humano, y cerrará los portales de la ciudad de Dios frente a él.—Carta 15, 1895.
Cuando… los ángeles vienen para ministrar a los que serán herederos de salvación, y observan la manifestación del egoísmo, la codicia, la astucia, y ven cómo los tales se benefician a sí mismos, produciendo perjuicio a los demás, se apartan entristecidos… De ninguna otra forma puede ser glorificado mejor el Señor, y la verdad honrada en mayor manera, que cuando los incrédulos ven que la verdad ha producido una obra grande y buena en la vida de los hombres naturalmente codiciosos y mezquinos. Si se pudiera ver que la fe de los tales tiene influencia para modelar su carácter, para transformarlos de tacaños, orgullosos, codiciosos, y amantes del dinero, en hombres amantes del bien, que buscan la oportunidad de usar sus medios para bendecir a los que necesitan bendición, que visitan a la viuda y al huérfano en sus aflicciones, y que se guardan sin mancha de este mundo, eso sería una evidencia de que su religión es genuina… Los que profesan estar velando y esperando la aparición de su Señor, no debieran dañar su profesión de fe haciendo trampas en su trato con sus semejantes, ni tratando de quedarse con el último centavo. Tales frutos no crecen en el árbol cristiano.—Testimonies for the Church 2:236-239.
Cita 42
Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado. Deuteronomio 6:25.
La felicidad del hombre se encuentra en la obediencia a los estatutos de Dios. Al obedecer la ley de Dios queda rodeado como de un vallado, y protegido del mal.—The Signs of the Times, 29 de agosto de 1911.
Cita 43
Se escuchará por todas partes la voz del tentador diciendo que ya no se requiere de vosotros que guardéis la ley de Dios. Esta es una trampa de Satanás. Dios tiene una ley, y los hombres deben guardarla. Si descuidan estas reglas no tendrán esa percepción de carácter… requerida para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial; porque Dios escribió estos diez preceptos sagrados en tablas de piedra, y los conservó en el arca hecha para ellos, llamada arca del testimonio de Dios. La cubierta de esta arca, de oro puro, se llamaba propiciatorio [trono de la misericordia, de la gracia] para significar que aunque la muerte era el castigo por la transgresión de la ley, la misericordia vino por medio de Jesucristo para perdón del pecador arrepentido y creyente. HHD 68.3 {Hijos e Hijas de Dios}
Cita 44
La única esperanza del hombre yace en Jesucristo, quien trajo el manto de su justicia para ponerlo sobre el pecador que quiera dejar de lado sus sucios andrajos… No se han preparado los mantos puros y santos para que alguien se los ponga después de haber entrado por los portales de la ciudad. Todos los que entren tendrán la túnica de la justicia de Jesucristo… No habrá cobertor de pecados y faltas, que oculte la deformidad del carácter; no habrá ropa medio lavada; por el contrario, todos serán puros y sin mácula.—The Youth’s Instructor, 18 de agosto de 1886.
Cita 45
“Desde el principio el gran conflicto giró en derredor de la ley de Dios. Satanás había procurado probar que Dios era injusto, que su ley era defectuosa, y que el bien del universo requería que fuese cambiada. Al atacar le ley, procuró derribar la autoridad de su Autor.”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 55.
Cita 46
“A causa de las tentaciones de Satanás, todos los miembros de la raza humana se han convertido en transgresores de la ley divina; pero en virtud del sacrificio de su Hijo se abre un camino por el cual pueden regresar a Dios. Por medio de la gracia de Cristo pueden llegar a ser capaces de obedecer la ley del Padre.”—Historia de los Patriarcas y profetas, 351.
Cita 47
“Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán, de quien declaró: ‘Oyó Abrahán, mi voz, y guardó mis preceptos, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.’”—Historia de los Patriarcas y profetas, 378.
Cita 48
“El mundo entero será juzgado por la ley moral, de acuerdo con la oportunidad que cada uno haya tenido de conocerla, ya sea por la razón, la tradición o la palabra escrita.”—The Signs of the Times, 9 de junio de 1881.
Cita 49
“La pisoteada ley de Dios ha de ser ensalzada delante de la gente. Tan pronto como ésta se vuelva con fervor y reverencia a las Santas Escrituras, la luz del cielo le revelará cosas admirables en cuanto a la ley de Dios…. Las verdades que resultaban demasiado profundas para intelectos gigantescos son comprendidas por niños en Cristo.”—Joyas de los testimonios 2:130.
Cita 50
“No debemos considerar a Dios como un ser que está deseando castigar al pecador por sus pecados. El pecador mismo se acarrea su castigo. Sus propias acciones crean una cadena de circunstancias que conducen a ese resultado. Cada transgresión reacciona sobre el pecador, obra en él un cambio de carácter y lo hace más propenso a incurrir en una nueva transgresión. Al escoger el pecado, los hombres se separan de Dios, cortan ellos mismos el canal de bendiciones y el resultado seguro es la ruina y la muerte.”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1085.
Cita 51
“En los preceptos de su santa ley, Dios ha dado una perfecta norma de vida; y ha declarado que hasta el fin del tiempo esa ley, sin sufrir cambio en una sola jota o tilde, mantendrá sus demandas sobre los seres humanos. Cristo vino para magnificar la ley y hacerla honorable…. En su propia vida, Cristo dio un ejemplo de obediencia a la ley de Dios. En el sermón del monte mostró cómo sus requerimientos se extienden más allá de sus acciones externas, abarcando los pensamientos e intentos del corazón.”—Los Hechos de los Apóstoles, 362.
Cita 52
“La ley de Dios no es una santidad creada, sino una santidad revelada. Es un código de principios que expresan misericordia, bondad y amor. Presenta a la humanidad caída el carácter de Dios. Y establece claramente los deberes del hombre.”—The S.D.A. Bible Commentary 1:1104, 1105.
Cita 53
“La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás hayamos tenido. El rendirse a sí mismo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada en santidad, debe someterse antes a Dios.”—El Camino a Cristo, 31.
Cita 54
“Muchos se dan cuenta de su impotencia; desean con ansias aquella vida espiritual que los pondrá en armonía con Dios, y se esfuerzan por conseguirla, pero en vano…. Que alcen sus miradas estos desesperados que están siempre luchando…. Mirad al Salvador. Su gracia es capaz de vencer el pecado. Volved a él vuestro corazón agradecido, tembloroso de incertidumbre. Echad mano de la esperanza puesta ante vosotros…. Su fuerza ayudará vuestra flaqueza; os guiará paso a paso. Poned vuestra mano en la suya, y dejaos guiar por él…. Siempre está cerca. Su amorosa presencia os envuelve. Buscadle sabiendo que desea dejarse hallar por vosotros.”—El Ministerio de Curación, 77, 78.
*Las citas de este libro se actualizan constantemente