Cita 1
En mi reciente visión, vi que no aumentará nuestra influencia ni nos dará favor ante Dios el buscar represalias o descender de nuestra gran obra al nivel de los enemigos para contestar sus calumnias. Hay quienes recurrirán a cualquier especie de engaño y grosera mentira para obtener su objeto y engañar las almas, y arrojar estigmas sobre la ley de Dios y sobre aquellos que se deleitan en obedecerla. Repetirán las mentiras más inconsecuentes y viles, hasta creer ellos mismos que éstas constituyen la verdad. Tales son los argumentos más enérgicos que tienen contra el sábado del cuarto mandamiento. No debemos permitir que nos dominen nuestros sentimientos ni que nos distraigan de la obra de amonestar al mundo.
Me fué presentado el caso de Nehemías. Estaba empeñado en edificar las murallas de Jerusalén, y los enemigos de Dios habían resuelto que dichos muros no se reedificaran. “Mas acaeció que oyendo Sanballat y Tobías, y los Arabes, y los Ammonitas, y los de Asdod, que los muros de Jerusalem eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a cerrarse, encolerizáronse mucho; y conspiraron todos a una para venir a combatir a Jerusalem, y a hacerle daño.” Nehemías 4:7, 8.
En este caso, un espíritu de odio y de oposición a los hebreos formó el vínculo de unión y creó simpatía mutua entre diferentes grupos de hombres que de otra manera habrían guerreado entre sí. Esto ilustra bien lo que con frecuencia presenciamos en nuestra época en la unión de hombres de diferentes denominaciones para oponerse a la verdad presente, hombres cuyo único vínculo parece ser lo que pertenece a la naturaleza del dragón, y que manifiestan amargura y odio contra el remanente que guarda los mandamientos de Dios. Esto se ve especialmente entre los adventistas que guardan el primer día, los que no guardan ninguno, y los que consideran que todos los días son iguales, que se destacan por la manera en que se odian y se calumnian mutuamente, cuando les dejan tiempo los esfuerzos que hacen para representar falsamente, calumniar y ultrajar de toda manera posible a los adventistas del séptimo día.
“Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.” Vers. 9. Corremos constantemente el peligro de creer que nos bastamos a nosotros mismos, de confiar en nuestra propia sabiduría y no hacer de Dios nuestra fortaleza. Nada perturba tanto a Satanás como nuestro conocimiento de sus designios. Si sentimos nuestro peligro, sentiremos nuestra necesidad de orar, como la sintió Nehemías, y como él obtendremos esa sólida defensa que nos dará seguridad en el peligro. Si somos negligentes e indiferentes, seremos ciertamente vencidos por los designios de Satanás. Debemos ser vigilantes. Aunque, como Nehemías, recurramos a la oración, llevando todas nuestras perplejidades y cargas a Dios, no debemos creer que no tenemos nada que hacer. Debemos velar y orar. Debemos vigilar la obra de nuestros adversarios, no sea que ellos obtengan ventaja al engañar las almas. Debemos, en la sabiduría de Cristo, hacer esfuerzos para derrotar sus propósitos, aunque sin permitirles que nos distraigan de nuestra gran obra. La verdad es más fuerte que el error. La justicia prevalecerá sobre el mal. . 1JT 431.2-1JT 432.2
Cita 2
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.
Tiempos turbulentos están delante de nosotros. En muchos casos los amigos se enemistarán. Sin causa alguna, los hombres llegarán a ser nuestros enemigos. Los motivos del pueblo de Dios serán tergiversados no solamente por el mundo, sino también por sus propios hermanos. Los siervos del Señor serán colocados en situaciones difíciles. A fin de justificar la conducta egoísta e injusta de los hombres, se hará una montaña de una insignificancia.
La obra que los hombres han hecho fielmente será desacreditada y desestimada, debido a que sus esfuerzos no son acompañados por una aparente prosperidad. Por medio de tergiversaciones estos hombres serán vestidos con los oscuros ropajes de la deshonestidad debido a que circunstancias que están más allá de su control, confundieron su obra. Se los señalará como hombres en quienes no se puede confiar. Y esto lo harán los miembros de la iglesia. Los siervos de Dios deben armarse con la mente de Cristo. No deben esperar que escaparán del insulto y la tergiversación. Se los tildará de excéntricos y fanáticos. Pero nadie debe desanimarse. La mano de Dios está sobre el timón de su providencia, guiando su obra para la gloria de su nombre.
—Manuscrito 75, del 12 de junio de 1902, “La firma del convenio”. (Alza tus Ojos – 12 de Junio).
Cita 3
Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Tito 3:9.
El Espíritu Santo no obra por medio de hombres que gozan siendo incisivos y criticones. Este espíritu se adquiere como consecuencia de relacionarse con polemistas, y algunos tomaron el hábito de alistarse para el combate. No se honra a Dios de este modo. Refrene los impulsos hirientes; no aprenda en la escuela de Satanás sus métodos de guerra. El Espíritu Santo no inspira palabras de censura.
No repita las palabras de sus adversarios ni discuta con ellos. No sólo enfrenta a los hombres sino a Satanás y sus ángeles. Cristo no acusó al enemigo en lo que respecta al cuerpo de Moisés. Si el Redentor del mundo, que comprendió las estratagemas capciosas y malignas de Satanás, no osó formular tal acusación contra éste, sino que dijo en humildad y santidad: “El Señor te reprenda, oh Satanás”, ¿no sería prudente que sus siervos siguieran su ejemplo?
A esta altura de la historia del mundo tenemos una obra demasiado importante como para comenzar un nuevo tipo de contienda al enfrentar el poder sobrenatural de los agentes satánicos. Debemos dejar de lado las personalidades, no importa cuán tentados podamos sentimos a sacar ventaja de palabras y acciones. Debemos dominar nuestras almas ejercitándolas en la paciencia.
—Carta 21, del 13 de septiembre de 1895, dirigida a un evangelista en Australia. (Alza tus Ojos – 13 de Septiembre).