El Perdón

Cita 1

“Dios se acerca al hombre por medio de Jesucristo, el mediador, único medio por el cual perdona los pecados. Dios no puede perdonar los pecados en menoscabo de su justicia, su santidad y su verdad. Pero, perdona los pecados y lo hace plenamente. No hay pecados que no perdonará por medio del Señor Jesucristo. Esta es la única esperanza del pecador, y si descansa en ella con fe sincera, puede estar seguro del perdón pleno y gratuito. Hay sólo un canal y éste es accesible a todos y por medio de este canal el alma penitente y contrita recibe abundante perdón y hasta los pecados más negros son lavados. Estas lecciones fueron enseñadas al pueblo escogido de Dios hace miles de años; se repitieron en diversos símbolos y figuras para que quedara afirmada en cada corazón la verdad de que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados…. La justicia exige la pena del hombre, pero Cristo pagó la pena de un Dios. El no necesitaba la expiación del tormento para sí mismo; todos sus méritos y santidad fueron ofrecidos al hombre caído como un don.”—The S.D.A. Bible Commentary 7:912, 913.


Cita 2

“Ni el más culpable necesita temer que Dios no le perdonará, porque la eficacia del divino sacrificio nos libra de la penalidad de la ley. Por medio de Cristo, el pecador puede recuperar su amistad con Dios.”—The Review and Herald, 28 de noviembre de 1912.


Cita 3

“Muchos están confundidos acerca de lo que constituyen los primeros pasos en la obra de la salvación. Creen que el arrepentimiento es una obra que el pecador debe realizar por sí mismo a fin de poder acudir a Cristo. Creen que el pecador debe ponerse en condición de obtener la bendición de la gracia de Dios. Pero, si bien es verdad que el arrepentimiento debe preceder al perdón, porque sólo un corazón contrito y quebrantado es aceptable ante Dios, es verdad también que el pecador no puede llegar por sí mismo al arrepentimiento o prepararse para acudir a Cristo…. El primer paso hacia Cristo, es dado por obra del Espíritu de Dios; a medida que el hombre responde a ese llamado, avanza hacia Cristo a fin de poder arrepentirse…. Cuando Pedro compareció ante los sacerdotes y saduceos, presentó claramente el hecho de que el arrepentimiento es un don de Dios. Hablando de Cristo, declaró: ‘A éste a Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados.’ El arrepentimiento es un don de Dios tanto como lo son el perdón y la justificación, y no puede experimentarse a menos que el alma lo reciba de Cristo. Somos atraídos a Cristo en virtud de su gracia y poder. La gracia de la contrición viene de él y de él procede también la justificación.”—Selected Messages 1:390, 391.


Cita 4

“Es precioso el pensamiento de que la justicia de Cristo nos es imputada, no por mérito de nuestra parte, sino como don gratuito de Dios. El enemigo … no quiere que esta verdad sea presentada … porque sabe que si la gente la recibe … habrá perdido su poder sobre ella.”—Obreros Evangélicos, 169.


Cita 5

“Enseña Jesús que podemos recibir el perdón de Dios, solamente así como nosotros perdonamos a los otros. Es el amor de Dios lo que nos atrae a él, y ese amor no puede tocar nuestros corazones sin despertar el amor a nuestros hermanos…. “El que no perdona, obstruye el mismo conducto por el cual solamente puede recibir la misericordia de Dios. No debemos pensar que a menos que aquellos que nos han hecho daño, confiesen su culpa, tenemos razón en no perdonarlos. Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de tener un espíritu compasivo para los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas.”—El Discurso Maestro de Jesucristo, 95.


Cita 6

“Nada puede justificar un espíritu no perdonador. El que no es misericordioso hacia otros, muestra que él mismo no es participante de la gracia perdonadora de Dios. En el perdón de Dios el corazón del que yerra se acerca al gran Corazón de amor infinito…. “No somos perdonados porque perdonamos, sino como perdonamos. La base de todo el perdón se encuentra en el amor inmerecido de Dios; pero por nuestra actitud hacia otros mostramos si hemos hecho nuestro ese amor. Por lo tanto Cristo dice: ‘Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida que medís, os volverán a medir.’”—Sketches From the Life of Paul, 226, 227.


Cita 7

“Únicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede hacernos dignos de aparecer ante la presencia de Dios. Cristo colocará este manto, esta ropa de su propia justicia sobre cada alma arrepentida y creyente. ‘Yo te amonesto—dice él—que de mí compres … vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez.’ “Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana. Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos a nosotros este carácter. ‘Como trapos asquerosos son todas nuestras justicias.’ Todo cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el pecado. Pero el Hijo de Dios ‘apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.’ Se define el pecado como la ‘transgresión de la ley.’ … “Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.”—Sketches From the Life Paul, 288, 289.


Cita 8

“Muchos han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; sin embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa y están propensos a dudar de si sus corazones han sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no se abandonen a la desesperación. Tenemos a menudo que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestras culpas y errores; pero no debemos desanimarnos. Aun si somos vencidos por el enemigo, no somos arrojados ni abandonados ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios e intercede por nosotros. Dice el discípulo amado: ‘Estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno pecare abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo.’ Y no olvidéis las palabras de Cristo: ‘Porque el Padre mismo os ama.’ Él quiere que os reconciliéis con él, quiere ver su pureza y santidad reflejadas en vosotros y si tan sólo queréis entregaros a él, el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”— El Camino a Cristo, 47.


Cita 9

Dios probará el carácter en cada punto. El tiene corazón de Padre y mucha paciencia con sus hijos. En su trato con el pueblo de Israel les suplicó con misericordia y amor. Pacientemente expuso sus pecados ante ellos, y con clemencia esperó que vieran y reconocieran sus errores. Cuando se arrepintieron y confesaron sus pecados, El los perdonó; y aunque la ofensa se repitió frecuentemente no pronunció palabras de burla, ni expresó resentimiento. Cristo claramente afirmó que aunque alguien peque reiteradamente ha de ser perdonado, si se arrepiente, aun si pecare setenta veces siete…

Todos los que deseen estar entre los que permanecerán delante de Dios sin culpa deben comenzar sin retraso la obra práctica de vencer. El Señor permite que nos sobrevengan pruebas con el fin de que podamos ser purificados de la mundanalidad, del egoísmo, de la aspereza de carácter tan diferente del de Cristo. El desea crear en todo corazón un anhelo profundo y ferviente de ser limpiado de toda mancha de pecado, de modo que podamos salir más puros, mas santos y más felices de cada tribulación que El permite. Nuestras almas se oscurecen por el egoísmo, pero si tan sólo miramos a Jesús el yo morirá. Se producirán cambios en el hablar y en el obrar. Si somos pacientes bajo la prueba crucial, saldremos reflejando la imagen del Maestro. “Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía”. Salmos 37:6. “Justicia y juicio son el cimiento de su trono”. Salmos 97:2.

—Manuscrito 61, del 11 de octubre de 1900,  sin título. (Alza tus Ojos – 11 de Octubre).


Cita 10

¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia. Miqueas 7:18.

“El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual nos libra de la condenación. No es solamente el perdón por el pecado, sino también una redención del pecado. Es la efusión de amor redentor que transforma el corazón. David tenía el concepto verdadero del perdón cuando oró, ‘Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí.’ Y otra vez dice, ‘Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.’”

El Discurso Maestro de Jesucristo, 95.


Cita 11

“Si dais, arrepentidos, un solo paso hacia él, se apresurará a rodearos con sus brazos de amor infinito. Su oído está abierto al clamor del alma contrita. El conoce el primer esfuerzo del corazón para llegar a él. Nunca se ofrece una oración, aun balbuceada, nunca se derrama una lágrima, aun en secreto, nunca se acaricia un deseo sincero, por débil que sea de llegar a Dios, sin que el Espíritu de Dios vaya a su encuentro. Aun antes de que la oración sea pronunciada, o el anhelo del corazón sea dado a conocer, la gracia de Cristo sale al encuentro de la gracia que está obrando en el alma humana.”

—Sketches From the Life of Paul, 190.


Cita 12

“El que no perdona, obstruye el mismo conducto por el cual solamente puede recibir la misericordia de Dios. No debemos pensar que a menos que aquellos que nos han hecho daño, confiesen su culpa, tenemos razón en no perdonarlos. Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de tener un espíritu compasivo para los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas.”

El Discurso Maestro de Jesucristo, 95.


Cita 13

“No somos perdonados porque perdonamos, sino como perdonamos. La base de todo el perdón se encuentra en el amor inmerecido de Dios; pero por nuestra actitud hacia otros mostramos si hemos hecho nuestro ese amor. Por lo tanto Cristo dice: ‘Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida que medís, os volverán a medir.’”

—Sketches From the Life of Paul, 226, 227.


Cita 14

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9.

Vendrán las tentaciones del enemigo; pero, ¿le daremos la ventaja de quebrantar todas las barreras al ceder aunque sea en una jota a los más estrictos principios de integridad? Si cedemos en lo más mínimo, lanzará sobre nosotros una tentación tras otra, hasta que vayamos directamente en contra de las claras afirmaciones de la Palabra de Dios, para seguir los planes y hacer la voluntad de Satanás.

Este y su confederación de ángeles malignos están siempre alerta para ver por qué medios pueden engañar y arruinar a las almas que se han enrolado bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emanuel. Corrieron bien por un tiempo, probaron y vieron que el Señor es bueno; pero cuando cayeron en el pecado anduvieron en tinieblas. Cuando cayeron en tentación deben de haber dejado de mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Pero al confesar sus pecados, crean que la Palabra de Dios no falla, sino que el que ha prometido es fiel. Es tanto su deber creer que Dios cumple su palabra y perdona sus pecados, como confesarlos.

Deben ejercer fe en Dios puesto que hará exactamente lo que ha prometido en su Palabra, y perdonará todas sus transgresiones. ¿Cómo podemos saber verdaderamente que el Señor es nuestro Redentor, que perdona nuestros pecados, y comprobar que dispone de santidad, gracia y amor en nuestro beneficio? ¡Oh, debemos creer sin reservas en su Palabra, con espíritu contrito y obediente! No hay necesidad de que andemos contristados y arrepintiéndonos siempre, como si anduviéramos bajo una nube de constante condenación. Crea en la Palabra de Dios, mire constantemente a Jesús, medite en sus virtudes y su misericordia, y surgirá en su corazón un odio incontenible hacia el mal. Se contará entre los que tienen hambre y sed de justicia.

Mientras más de cerca examinemos a Jesús, más claramente veremos nuestros propios defectos de carácter. Al ver nuestras faltas, confesémoslas a Jesús, y con el alma verdaderamente contrita cooperaremos con el poder divino del Espíritu Santo para vencer todo mal. Si confesamos nuestros pecados, debemos creer que son perdonados, porque la promesa es positiva.

—The Review and Herald, 21 de marzo de 1912. (Cada Día con Dios – 21 de Marzo).


Cita 15

Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. Filipenses 3:9.

Josué, que estaba delante del ángel de Jehová cubierto de vestiduras viles, representa a aquellos cuya vida religiosa ha sido defectuosa, que han sido vencidos por las tentaciones de Satanás, y son indignos del favor de Dios. Los seres humanos comparecen actualmente delante de Dios cubiertos con vestiduras viles. Toda su justicia es “como trapo de inmundicia”. Isaías 64:6.

Satanás emplea contra ellos su magistral poder acusador, para mostrar sus imperfecciones como evidencia de su debilidad. Señala sarcásticamente los errores de los que pretenden servir a Dios. Han sido engañados por él, y ahora pide permiso para destruirlos. Pero ellos confían en Cristo y el Señor no los abandonará. Vino a este mundo para expiar sus pecados y para imputarles su justicia. Afirma que por la fe en su nombre pueden recibir perdón y un carácter perfecto, semejante al de él. Le han confesado sus pecados y le han pedido perdón, y Cristo afirma que por haberlo mirado y haber creído en él, les dará la facultad de ser hechos hijos de Dios.

Sus caracteres son defectuosos, pero puesto que no confían en sus propios méritos ni excusan sus pecados, porque han pedido perdón por medio de los méritos de Cristo, el Señor los recibe y reprende a Satanás. Porque se han humillado y confesado sus pecados, no quiere escuchar las acusaciones del enemigo. Ha perdonado ampliamente a los arrepentidos, y llevará adelante en ellos su obra de amor redentor, si siguen creyendo y confiando en él. Completará su obra redentora al derrotar al enemigo y glorificará su nombre mediante la salvación de ellos…

Los que por la gracia de Dios hayan logrado vencer sus debilidades tienen que enseñar a otros el secreto de la victoria, señalándoles la Fuente de fortaleza. A cada alma convertida se le da el privilegio de ayudar a los que los rodean y que no se regocijan en la luz en medio de la cual están. Ellos también pueden conocer la alegría que experimentan. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. Pueden ocupar su lugar en el mundo como portaluces de Dios

.—Carta 173, del 5 de agosto de 1903, dirigida a “Mis queridos hermanos”. (Cada Día con Dios – 5 de Agosto).


Cita 16

Y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó. Génesis 28:11, 12.

Jacob estaba afligido porque había cometido un error en su vida. Fue arrojado a lo más profundo. Solo, cansado, desanimado, torturado por el recuerdo de sus pasados errores, y abrumado por el temor del futuro, se puso a descansar y usó una piedra como almohada. Si Jacob hubiera tenido la conciencia limpia, su corazón hubiera sido fuerte en Dios. Pero sabía que las perplejidades, los temores y las pruebas que estaba pasando eran consecuencias de sus pecados. Este pensamiento le amargaba la vida.

Jacob se había arrepentido, pero no se sentía bien con lo que había hecho. Sólo por medio de la tribulación y el sufrimiento físico y mental podía hallar el camino que había de conducirlo de nuevo al favor de Dios. Se acostó triste, con el corazón agobiado, arrepentido y temeroso. Esperaba que nuevas pruebas le sobrevendrían a la mañana siguiente mientras avanzara fatigado por su camino. No había amigos cerca para dirigir a Jacob palabras de consuelo, nadie a quien decirle que se había arrepentido sinceramente, y que había hecho todo lo posible.

Pero el ojo de Dios estaba sobre su siervo. Envió a sus ángeles para que le mostraran una luminosa escalera que ascendía desde la tierra hasta las alturas de los cielos, y a los ángeles de Dios que ascendían y descendían por aquella gloriosa escalera, que le mostraba a Jacob la relación que existe entre estos dos mundos, y el intercambio que continuamente se está produciendo entre ellos. Cuando Jacob se despertó sus dificultades no habían desaparecido del todo, pero tenía tal confianza en Dios que se sintió consolado. Con humilde y cordial gratitud adoró a su Salvador y lo honró en forma especial mediante su almohada de piedra.

¡Oh, la maravillosa condescendencia de Dios! Siempre está listo a salir a nuestro encuentro, aún en medio de nuestras debilidades, para animarnos con su presencia, cuando hemos hecho todo lo que está de nuestra parte para entregarnos plenamente a él. El cielo está abierto para el hombre. Dios será instado a hacer todas estas cosas por nosotros. El futuro te puede parecer sombrío, pero Dios vive… Derribemos toda barrera y permitamos que nuestro Salvador entre en nuestro corazón. El yo debe morir. Entrega tu voluntad y muere al yo ahora, ahora mismo, y deja que Dios abra camino delante de ti.

—Carta 29, del 10 de noviembre de 1879, dirigida a Edson White. (Cada Día con Dios – 10 de Noviembre).


Cita 17

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia: Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmos 51:1.

“Jesús se complace en que vayamos a él como somos, pecaminosos, impotentes, necesitados. Podemos ir con toda nuestra debilidad, insensatez y maldad y caer arrepentidos a sus pies. Es su gloria estrecharnos en los brazos de su amor, vendar nuestras heridas y limpiarnos de toda impureza. FV 136.2 {La Fe por la cual Vivo}

“Miles se equivocan en esto: no creen que Jesús les perdona personal e individualmente, No creen al pie de la letra lo que Dios dice. Es el privilegio de todos los que llenan las condiciones, saber por sí mismos que el perdón de todo pecado es gratuito. Alejad la sospecha de que las promesas de Dios no son para vosotros. Son para todo pecador arrepentido. Cristo ha provisto fuerza y gracia para que los ángeles ministradores las lleven a toda alma creyente. Ninguno hay tan malvado que no encuentre fuerza, pureza y justicia en Jesús, que murió por los pecadores. Él está esperándolos para cambiarles los vestidos sucios y corrompidos del pecado por las vestiduras blancas de la justicia; les da vida y no perecerán…. FV 136.3 {La Fe por la cual Vivo}


Cita 18

“¿Podéis creer que cuando el pobre pecador desea volver, desea abandonar sus pecados, el Señor le impide severamente que venga arrepentido a sus pies? ¡Fuera con tales pensamientos! … Id con todo vuestro corazón a Jesús y demandad sus bendiciones.”—El Camino a Cristo, 38-40.


*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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