Cita 1
Todos sabemos cuánto daño puede hacer una lengua indisciplinada si se la deja suelta. Los que se han reunido en la iglesia se han obligado a sí mismos, por su unión a ella, a mantener fuera de su manera de ser la conversación maliciosa. Es el deber de quienes ocupan puestos de responsabilidad en la iglesia vigilar de cerca este asunto para cuidar que el orden y la armonía sean preservados en ella…
Como iglesia deben ubicarse donde puedan representar el carácter de Cristo ante el mundo. Deben situarse donde puedan edificarse mutuamente en la fe más santa. Nunca han de destrozarse unos a otros, pues estarían realizando la obra de Satanás. Día a día deben ayudarse mutuamente a crecer hasta la perfecta estatura de hombres y mujeres en Cristo. De este modo cierran la puerta al enemigo.
El poder del habla es un gran talento para bendecir a otros o una gran maldición para causar disensión y rivalidad. El que vive al acecho de los defectos de éste y de aquél, está descuidando su propia alma preciosa. Y los que permiten que alguien lleve adelante su obra anticristiana sin reprenderlos, son responsables ante Dios de agravio a sus hermanos.¿Podemos esperar que la bendición del Señor descanse sobre una iglesia cuando sus miembros están alimentando enconos entre sí?…
Aquellos en cuyos corazones mora Cristo mostrarán en sus vidas el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe. Quienes estén dominados por el enemigo estarán llenos de envidia, contienda, malicia y conjeturas perversas. Si una de esas personas de quien se hablan palabras crueles estuviera esta noche en el lecho de muerte, qué diferentes serían las palabras que se pronunciarían de él. Cuán a menudo es este el caso: mientras una persona está viva y podría ser bendecida por palabras amables, se dicen cosas desagradables y amargas de él. Pero cuando su obra ha concluido y sus manos están entrelazadas en la muerte, se lo alaba con palabras de amor y reconocimiento. Pero éstas descienden a oídos que ya no escuchan. Se dirigen a corazones que ya no pueden ser consolados. ¡Es demasiado tarde! Oh, si algunas de estas palabras de amor se hubieran pronunciado en vida, cuánto mejor habría sido…
Dios desea que su pueblo tenga en sus hogares toda la paz, el gozo y el amor que es posible poseer. El amor que introduzcan en ellos será el que introduzcan en la iglesia.
Mis hermanos, mis hermanas, pueden traer la paz del cielo al hogar y a la iglesia, si santifican a Dios el talento del habla.
—Manuscrito 26, del 15 de julio de 1886, “Habladuría maliciosa”, un sermón predicado en Oslo, Noruega. (Alza tus Ojos – 15 de Julio).
Cita 2
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29.
La consagración es algo muy sencillo. Cuando por la práctica se la introduzca diariamente en nuestra vida individual, conoceremos mucho más por consagración que por confiar en una experiencia. Cada día, cada hora, dejen que el corazón se eleve hacia Dios: “Heme aquí Señor, soy tu propiedad; tómame y úsame hoy. Pongo todos mis planes a tus pies; no haré mi propia voluntad. Mi tiempo y mi vida entera son tuyos”. Esté el corazón constantemente buscando a Dios por fortaleza y gracia. Ni una sola palabra perversa escape de nuestros labios porque ellos y nuestra voz pertenecen al Señor y deben ser consagrados a El y a su servicio, y no deben deshonrarlo.
Los ha comprado y yo no debo decir nada que lo ofenda. Mis oídos deben estar cerrados a la maldad. Así, día a día, debemos consagrarnos a Dios. Los oídos no deben corromperse escuchando chismes que los murmuradores querrán hacernos oír. No sólo haría que ellos pequen al permitirles hablar de los defectos de otros, sino que yo también pecaría al escucharlos. Puedo evitar mucha habladuría maliciosa si mis oídos han sido consagrados al Señor. Antes que se haga daño puedo decir: “Oremos”. Entonces pidamos a Dios que ilumine nuestras mentes para comprender, tanto nuestra verdadera relación mutua, como nuestra verdadera relación hacia Dios. Abramos nuestros corazones a Jesús con toda la sencillez con que un niño contaría a sus padres terrenales sus perplejidades y preocupaciones. Consagrémonos a Dios diariamente; entonces nuestra vida de servicio al Señor no correrá peligro. Queremos que la gratitud llene nuestra vida, palabras y obras.
Cada palabra, cada pensamiento de queja al que nos entregamos, es un reproche a Dios, una deshonra a su nombre.
Oh, cuántas bendiciones preciosas perdemos porque tenemos el yo en tan alta estima y valoramos tan poco a los demás… No debemos desmerecernos a nosotros mismos y subestimar las capacidades que Dios nos concede. Tampoco deberíamos sobreestimar nuestra propia importancia y confiar en nuestra capacidad humana.
—Carta 7a. del 11 de agosto de 1886, dirigida a un matrimonio que trabajaba en Inglaterra. (Alza tus Ojos – 11 de Agosto).
Cita 3
Desentiéndanse de los malos informes de aquellos cuyas lenguas están encendidas con el fuego del infierno. Si se detienen para discutir, prepararán el camino para nuevos ultrajes. A menudo las dificultades pueden subsanarse por medio del silencio. Dejen solo al que habla mal. Realicen su obra como quien tiene un cometido sagrado que cumplir. Cuando sean criticados, avancen como si no oyeran. Sus corazones pueden sentirse heridos; sin embargo, no permitan ser apartados de su obra. Brinden su tiempo y atención a los asuntos de interés eterno.
—Manuscrito 159, del 15 de diciembre de 1902, “Fragmentos”. (Alza tus Ojos – 15 de Diciembre).
*Las citas de este libro se actualizan constantemente