Cita 1
La iglesia es ahora militante. Ahora nos vemos frente a un mundo sumido en las tinieblas de medianoche, casi completamente entregado a la idolatría. Pero llega el día en que la batalla habrá sido peleada, la victoria ganada. La voluntad de Dios ha de ser hecha en la tierra, como es hecha en el cielo. Todos formarán una familia feliz y unida, revestidos de las vestiduras de alabanza y de agradecimiento, el manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, con belleza insuperable, ofrecerá a Dios un constante tributo de alabanza y adoración. El mundo quedará inundado por la luz del cielo. Los años transcurrirán en alegría. La luz de la luna será como la del sol, y la del sol será siete veces mayor que ahora. Sobre la escena cantarán juntas las estrellas de la mañana y los hijos de Dios clamarán de gozo, mientras que Dios y Cristo unirán su voz para proclamar: “No habrá más pecado ni habrá más muerte”. CPI 620.2
Cita 2
Con Jesús al frente, descendimos todos de la ciudad a la tierra, y nos posamos sobre una gran montaña que, incapaz de sostener a Jesús, se partió en dos, de modo que quedó hecha una vasta llanura. Miramos entonces y vimos la gran ciudad con doce cimientos y doce puertas, tres en cada uno de sus cuatro lados y un ángel en cada puerta. Todos exclamamos: “¡La ciudad! ¡la gran ciudad! ¡ya baja, ya baja de Dios, del cielo!” Descendió, pues, la ciudad, y se asentó en el lugar donde estábamos. Comenzamos entonces a mirar las espléndidas afueras de la ciudad. Allí vi bellísimas casas que parecían de plata, sostenidas por cuatro columnas engastadas de preciosas perlas muy admirables a la vista. Estaban destinadas a ser residencias de los santos. En cada una había un anaquel de oro. Vi a muchos santos que entraban en las casas y, quitándose las resplandecientes coronas, las colocaban sobre el anaquel. Después salían al campo contiguo a las casas para hacer algo con la tierra, aunque no en modo alguno como para cultivarla como hacemos ahora. Una gloriosa luz circundaba sus cabezas, y estaban continuamente alabando a Dios. PE 17.3
Cita 3
Mientras Satanás está reuniendo su ejército, los santos están en la ciudad contemplando la hermosura y la gloria del Paraíso de Dios. Jesús los encabeza y los guía. De repente el amable Salvador se ausentó de nuestra compañía; pero pronto oímos su hermosa voz que decía: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Nos reunimos en derredor de Jesús, y precisamente cuando cerraba las puertas de la ciudad, la maldición fué pronunciada sobre los impíos. Las puertas se cerraron. Entonces los santos usaron sus alas y subieron a la parte superior de la muralla de la ciudad. Jesús estaba también con ellos; su corona era gloriosa y resplandeciente. Estaba formada por una corona dentro de otra corona, hasta un total de siete. Las coronas de los ángeles eran del oro más puro, y estaban cuajadas de estrellas. Sus rostros resplandecían de gloria, pues eran la imagen expresa de Jesús; y cuando se levantaron y subieron todos juntos a la cumbre de la ciudad, quedé arrobada por el espectáculo. . PE 52.2-PE 53.1
Cita 4
Satanás se precipitó en medio de sus secuaces e intentó incitar a la multitud a la acción. Pero llovió sobre ellos fuego de Dios desde el cielo, y consumió conjuntamente al magnate, al noble, al poderoso, al pobre y al miserable. Vi que unos quedaban pronto aniquilados mientras que otros sufrían por más tiempo. A cada cual se le castigaba según las obras que había hecho con su cuerpo. Algunos tardaban muchos días en consumirse, y aunque una parte de su cuerpo estaba ya consumida, el resto conservaba plena sensibilidad para el sufrimiento. Dijo el ángel: “El gusano de la vida no morirá ni su fuego se apagará mientras haya una partícula que consumir.” PE 294.1
Satanás y sus ángeles sufrieron largo tiempo. Sobre Satanás pesaba no sólo el castigo de sus propios pecados sino también el de todos los de la hueste redimida, que habían sido puestos sobre él. Además, debía sufrir por la ruina de las almas a quienes engañara. Después vi que Satanás y toda la hueste de los impíos estaban consumidos y satisfecha la justicia de Dios. La cohorte angélica y los santos redimidos exclamaron en alta voz: “¡Amén!” PE 294.2
Dijo el ángel: “Satanás es la raíz, y sus hijos son las ramas. Ya están consumidos raíz y ramas. Han muerto de una muerte eterna. Nunca resucitarán y Dios tendrá un universo limpio.” Entonces miré y vi que el mismo fuego que había consumido a los malos quemaba los escombros y purificaba la tierra. Volví a mirar, y vi la tierra purificada. No quedaba la más leve señal de maldición. La quebrada y desigual superficie de la tierra era ya una dilatada planicie. Todo el universo de Dios estaba limpio y había terminado para siempre la gran controversia. Por doquiera posáramos la vista, todo era santo y hermoso. Toda la hueste de redimidos, viejos y jóvenes, grandes y pequeños, arrojaron sus brillantes coronas a los pies del Redentor y, postrándose reverentemente ante él, adoraron al que vive por siempre. La hermosa tierra nueva, con toda su gloria, iba a ser la heredad eterna de los santos. El reino, el señorío y la grandeza del reino bajo todo el cielo fué dado entonces a los santos del Altísimo, que iban a poseerlo por siempre jamás. PE 295.1
Cita 5
Los goces y el consuelo del verdadero cristiano deben cifrarse en el cielo, y así sucederá. Las almas anhelantes de aquellos que probaron las potestades del mundo venidero y participaron de los goces celestiales, no se satisfarán con las cosas de la tierra. Los tales hallarán bastante que hacer en sus momentos libres. Sus almas serán atraídas hacia Dios. Donde esté el tesoro, allí estará el corazón, manteniéndose en dulce comunión con el Dios que aman y adoran. Su diversión consistirá en contemplar su tesoro: la santa ciudad, la tierra renovada, su patria eterna. Y mientras se espacien en aquellas cosas sublimes, puras y santas, el cielo se acercará, y sentirán el poder del Espíritu Santo, lo cual tenderá a separarlos cada vez más del mundo y les hará encontrar su consuelo y su gozo principal en las cosas del cielo, su dulce hogar. El poder de atracción hacia Dios y el cielo será entonces tan grande que nada podrá desviar sus mentes del gran propósito de asegurar la salvación del alma y honrar y glorificar a Dios. PE 112.3
*Las citas de este libro se actualizan constantemente
Hermosisimo ♥️….me pasa que, cada vez que estudio la biblia y la refuerzo con el espíritu de profecía, siento que estoy más lejos de Dios, pido cada Día al Señor que transforme mi carácter horrible , por el de El
Y que el E.Santo, no se canse de amonestarme, porque quiero participar de un mundo nuevo , perfecto y contemplar el rostro de Cristo mi SALVADOR , por horas y horas🙏🙏🙏…… AMÉN
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