Navidad

Cita 1

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1.

Antes que concluya el año, ¿no quisiera cada uno despojarse del viejo hombre con sus hechos, y revestirse del nuevo hombre, Cristo Jesús? Que no haya una preocupación ambiciosa y desmedida por comprar regalos para Navidad y Año Nuevo. Los pequeños regalos para los niños pueden no estar fuera de lugar, pero el pueblo del Señor no debiera gastar su dinero en comprar regalos costosos. Cristo demanda el más grande de todos los dones: el don del corazón, de la mente, del alma, de las fuerzas… 

—Manuscrito 116, del 19 de diciembre de 1905, “Una consagración total”. (Alza tus Ojos – 19 de Diciembre).


Cita 2

Ayer fue Navidad. ¿Hicieron como los sabios que ofrecieron sus dones a Jesús? ¿O cambió el enemigo el orden de las cosas, haciendo que la adoración se dirigiera hacia él? Los regalos se otorgan ahora a los amigos en vez de ofrendarlos a quien hizo un sacrificio tan grande por nosotros. Todos los regalos debieran fluir hacia otro canal, donde puedan ser usados en la salvación de los hombres. El nuevo año está delante de nosotros. ¿No debieran los regalos ser colocados en una cuenta mejor que en la que los depositaron ahora? ¿No debiéramos confesar y apropiarnos de la sangre de Cristo, quien está dispuesto a limpiarnos de todo pecado? Fue por nosotros que Cristo se hizo pobre. En el gran día final seremos juzgados por lo que hicimos.

Cristo dirá: “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos les responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Mateo 25:42-44. Cristo dirá entonces: “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis”. Vers. 45. Y añadirá: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Vers. 41. Cristo vino y dejó un ejemplo de sacrificio y, si somos de Cristo, haremos sus obras. En vez de agradarnos a nosotros mismos, buscaremos hacer el bien a otros e impartir beneficios a la humanidad sufriente. A menos que lo hagamos, no podemos esperar tener parte con Cristo. Hay almas que salvar en todo nuestro derredor. Cada uno debe hacer una obra de reconciliación con Cristo. Esta es la obra que debemos emprender en el nuevo año.

—Manuscrito 60, del 26 de diciembre de 1886, sermón predicado en el salón Municipal de Tramelan, Suiza, en el que Juan Vuilleumier actuó como traductor. (Alza tus Ojos – 26 de Diciembre).


Cita 3

Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. Lucas 2:9, 10.

Hace mucho tiempo que se celebra el 25 de diciembre para conmemorar el día del nacimiento de Jesús y… no es mi propósito afirmar si es apropiado o no celebrar ese acontecimiento en ese día, sino meditar en la niñez y la vida de nuestro Salvador. Quiero llamar la atención de los niños a la humildad del Redentor al venir al mundo. Todo el cielo estaba interesado en el gran acontecimiento del advenimiento de Cristo a la tierra. Mensajeros celestiales vinieron para dar a conocer el nacimiento del tantas veces prometido y tan esperado Salvador a los humildes pastores que cuidaban sus rebaños de noche en las planicies de Belén.

La primera manifestación que atrajo la atención de los pastores cuando el Salvador nació fue una luz radiante que irrumpió en medio de las estrellas, y que los llenó de admiración… Los atónitos pastores apenas podían comprender el precioso mensaje que les habían traído los ángeles, y cuando desapareció esa luz esplendente, se dijeron los unos a los otros: “Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño”. Lucas 2:15-17…

¡Qué amor incomparable manifestó Jesús por un mundo caído! Si los ángeles cantaron porque el Salvador nació en Belén, ¿no se harán eco nuestros corazones del alegre refrán que dice: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”? Lucas 2:14.

Aunque no sabemos exactamente en qué día nació Jesús, debemos honrar este sagrado acontecimiento. No quiera Dios que haya alguien tan estrecho de mente que pase por alto este acontecimiento porque no tiene seguridad en cuanto a la fecha exacta. Hagamos todo lo posible para que las mentes de los niños se concentren en esas cosas que son tan preciosas para todos los que aman a Jesús. Enseñémosles que vino a este mundo para traer esperanza, consuelo, paz y felicidad para todos. Los corazones de todos respondan con gozo inefable al don infinito del Hijo de Dios.

—The Review and Herald, 17 de diciembre de 1889.  (Cada Día con Dios – 17 de Diciembre).


Cita 4

¡Gracias a Dios por su don inefable! 2 Corintios 9:15.

Anoche se celebró la Navidad en el tabernáculo [de Battle Creek], y todo salió bien, con modestia, solemnidad y gratitud manifestada en todo lo que se hizo y se dijo, porque Jesús, el Príncipe de la vida, vino a este mundo como el bebé de Belén para ofrecerse por nuestros pecados. Vino para cumplir las predicciones de los profetas y videntes a quienes había instruido para que comunicaran y cumplieran los consejos del cielo, y para que al cumplir la gran misión que era su obra, se verificara el cumplimiento de sus propias palabras.

Y por eso cada alma se encuentra bajo la más solemne obligación de agradecer a Dios porque Jesús, el Redentor del mundo, se ha comprometido a lograr la plena salvación de cada hijo e hija de Adán. Sólo a sí mismos se podrán culpar si no aceptan el don celestial. El sacrificio era amplio, y en plena armonía con la justicia y el honor de la santa ley de Dios. El inocente sufrió por el culpable, y esto debiera despertar la gratitud más plena.

A las diez y media [del 25 de diciembre] hablé a los que se habían reunido en el tabernáculo. El Señor puso en mis labios palabras fervientes. Traté de presentar este asunto a la luz de la Palabra de Dios, es a saber, que la obra en favor de la salvación de las almas no debe descansar sólo sobre los pastores, sino sobre cada ser humano a quien Dios haya encargado esta tarea. La obra del señor debe ser realizada por los miembros vivientes del cuerpo de Cristo, y para el cumplimiento de la gran comisión divina hay que educar a cada cual para que haga su parte en la conversión de las almas. Los ha incorporado al ejército del Señor, no para que lo pasen bien, no para que vean cómo entretenerse, sino para soportar pruebas como fieles soldados de la cruz de Cristo.

Cada recluta debe hacer su parte, debe ser vigilante, valeroso y leal. Después de hablar unos cincuenta minutos se dieron excelentes testimonios. Al volver a casa invitamos a cenar a Fred Walling, el hijo de mi sobrina, su esposa, su suegra y sus dos hijitos, un bebé de tres meses y un chico de seis años. Eran peregrinos y pobres y necesitaban un poco de ánimo.

—Manuscrito 24, del 25 de diciembre de 1889. (Cada Día con Dios – 25 de Diciembre).


*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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