Unidad

Cita 1

Dios nos ha dado dicho que cada uno de sus hijos tiene una obra que realizar. A cada uno se le han dado talentos de acuerdo con sus distintas habilidades. Para trabajar por el Señor no es necesario ser predicador. Hay muchos que, aunque no sienten que han sido apartados para la tarea especial de predicar, de todas maneras trabajan para Cristo. El Sol de justicia brilla sobre ellos, y revelan que son uno con Cristo. La Palabra de Dios es su consejera.

A medida que estudian las Escrituras son habilitados para comprender lo que leen. Trabajan en unión unos con otros. No habrá opiniones discordantes entre los que son instruidos por Dios. Los santos verdaderos son uno en espíritu y en acción. El Espíritu Santo los une, y ni aun todo el poder de los agentes satánicos puede destruir esa unión.

—Manuscrito 176, del 4 de noviembre de 1899, “Diario”, escrito en Rockhampton, Queensland, Australia. (Alza tus Ojos – 4 de Noviembre).


Cita 2

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Efesios 4:11, 12.

Mediante nuestra unidad hemos de constituir una evidencia eficaz e irrefutable de que Cristo vino a este mundo a salvar a los pecadores. Satanás trabaja con todo su ingenio para evitar que los seres humanos den este testimonio. Desea que desarrollen una individualidad no santificada, de modo que no se amen unos a otros. Demasiado a menudo los cristianos profesos ceden al enemigo, y entonces la más insignificante trivialidad ocasiona diferencias entre ellos.

Hombres y mujeres que profesan piedad construyen muros de separación entre ellos y sus hermanos obreros, porque no todos piensan del mismo modo o aplican exactamente los mismos métodos. Los que se mantienen apartados, negándose a estar en armonía con el resto, deshonran a Dios ante el mundo. Cristo oró por unidad. Es su voluntad que sus seguidores trabajen juntos, en camaradería cristiana. ¿Ocurrirá así o lo afligiremos por nuestra desunión y falta de armonía?

El aunó sus intereses con los de la humanidad para que los hombres y las mujeres pudieran recibir su poder a fin de hacer su voluntad. Los que por medio de su gracia son partícipes de la naturaleza divina, reciben las abundantes bendiciones que, según se declaró en los concilios del cielo, serían concedidas a quienes creyeran en Cristo como Salvador personal…

— Carta 205, del 14 de septiembre de 1903, dirigida a “Mis queridos hermanos y hermanas de Australia”. (Alza tus Ojos – 14 de Septiembre).


Cita 3

 

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Efesios 4:11, 12.

Mediante nuestra unidad hemos de constituir una evidencia eficaz e irrefutable de que Cristo vino a este mundo a salvar a los pecadores. Satanás trabaja con todo su ingenio para evitar que los seres humanos den este testimonio. Desea que desarrollen una individualidad no santificada, de modo que no se amen unos a otros. Demasiado a menudo los cristianos profesos ceden al enemigo, y entonces la más insignificante trivialidad ocasiona diferencias entre ellos.

Hombres y mujeres que profesan piedad construyen muros de separación entre ellos y sus hermanos obreros, porque no todos piensan del mismo modo o aplican exactamente los mismos métodos. Los que se mantienen apartados, negándose a estar en armonía con el resto, deshonran a Dios ante el mundo. Cristo oró por unidad. Es su voluntad que sus seguidores trabajen juntos, en camaradería cristiana. ¿Ocurrirá así o lo afligiremos por nuestra desunión y falta de armonía?

El aunó sus intereses con los de la humanidad para que los hombres y las mujeres pudieran recibir su poder a fin de hacer su voluntad. Los que por medio de su gracia son partícipes de la naturaleza divina, reciben las abundantes bendiciones que, según se declaró en los concilios del cielo, serían concedidas a quienes creyeran en Cristo como Salvador personal…

— Carta 205, del 14 de septiembre de 1903, dirigida a “Mis queridos hermanos y hermanas de Australia”. (Alza tus Ojos – 14 de Septiembre).


 
*Las citas de este libro de actualizan constantemente

 

 

 

 

 

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