Cita 1
Que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. Efesios 3:16.
Los temas de la redención son temas importantes, y sólo aquellos que están orientados espiritualmente pueden discernir su profundidad y significado. Encontramos nuestra seguridad y gozo al espaciarnos en las verdades del plan de salvación. La fe y la oración son necesarias para poder contemplar las profundas cosas de Dios. Nuestras mentes están tan atadas por ideas estrechas que apenas tenemos una visión limitada de la experiencia que es nuestro privilegio tener… ¿Por qué es que muchos que profesan tener fe en Cristo no tienen fuerza para resistir a las tentaciones del enemigo? Es porque no son fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior (Dios nos Cuida – 29 de Abril).
Cita 2
Si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos. Éxodo 19:5.
La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: perfecta obediencia a la ley de Dios, perfecta justicia.
Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a ésta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con todo su séquito de dolor y miseria para siempre. Cristo no disminuye las exigencias de la ley. En un lenguaje inconfundible, presenta la obediencia a ella como la condición de la vida eterna: la misma condición que se requería de Adán antes de su caída… El requisito que se ha de llenar bajo el pacto de la gracia es tan amplio como el que se exigía en el Edén: la armonía con la ley de Dios, que es santa, justa y buena. La norma de carácter presentada en el Antiguo Testamento es la misma que se presenta en el Nuevo Testamento. No es una medida o norma que no podamos alcanzar. Cada mandato o precepto que Dios da, tiene como base la promesa más positiva. Dios ha hecho provisión para que podamos llegar a ser semejantes a él, y cumplirá esto en favor de todos aquellos que no interpongan una voluntad perversa y frustren así su gracia. (Dios nos Cuida – 10 de Agosto).
Cita 3
Buscad a Jehová y su poder; buscad su rostro continuamente. 1 Crónicas 16:11.
Ahora, justamente ahora, tenemos la oportunidad de abrir las ventanas del alma hacia el cielo y cerrar las ventanas que están orientadas hacia la tierra. Ahora es el momento cuando cada miembro de iglesia debe decir: “Cerraré mi corazón a todo lo que estorbe mi comunión con Cristo, y abriré hacia el cielo las ventanas de mi alma para comprender las cosas espirituales”.
Los creyentes necesitan hablar con Dios con respecto a su necesidad individual del Espíritu Santo. La Palabra de Dios debe ser su seguridad. Muchos creyentes han sufrido una gran pérdida porque no han buscado fervientemente al Señor con una fe que no puede ser negada.
Las palabras pronunciadas y las tareas realizadas en forma sencilla, humilde y valerosa infundirán fe en otros corazones. El Señor viene pronto, y el corazón natural se debe convertir cada día. Debemos aprender a hablar con la mansedumbre de Cristo; nuestras obras y nuestro espíritu deben dar testimonio de que estamos sirviendo al Señor. (Dios nos Cuida – 6 de Septiembre).
Cita 4
El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Gálatas 1:4.
Se ofrece perdón a todos los que quieran volver a ser leales a la ley de Dios. Pero hay quienes rehúsan aceptar un “Así dice Jehová”. No reverencian ni respetan su ley. Promulgan rigurosas leyes humanas que se oponen a un “Así dice Jehová”, y por precepto y ejemplo inducen a pecar tanto a hombres, como a mujeres y niños. Exaltan las leyes humanas por encima de la ley divina. Pero la condenación y la ira de Dios penden sobre los desobedientes. Ya se están juntando las nubes de la justicia de Dios. Por siglos y siglos se han estado acumulando los materiales destructivos, y sin embargo sigue aumentando la apostasía, la rebelión y la deslealtad contra Dios.
El pueblo remanente de Dios, los que guardan sus mandamientos, comprenderán las palabras de Daniel: “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”. Daniel 12:10.
Satanás ha declarado que este mundo es su territorio. Aquí está su trono, y considera suyos a todos los que no quieren guardar los mandamientos de Dios y rechazan un claro “Así dice Jehová”. Están bajo el estandarte del enemigo, porque hay sólo dos bandos en el mundo. Todos están bajo el estandarte de los obedientes o bajo el de los desobedientes. Jesús está enviando ahora su mensaje a un mundo caído. Se complace en tomar elementos aparentemente sin esperanza, que han sido instrumentos de Satanás, para someterlos a la influencia de su gracia. Se regocija al librarlos de la ira que caerá sobre los desobedientes. (Dios nos Cuida – 7 de Septiembre).
Cita 5
Al ceder voluntariamente a la evidencia de la verdad, y al caminar en la luz que alumbra nuestra senda, recibimos aún más luz. (Dios nos Cuida – 10 de Septiembre).
Cita 6
El filósofo se aparta de la luz de la salvación, porque ella cubre de vergüenza sus orgullosas teorías; el mundano rehúsa recibirla porque ella lo separaría de sus ídolos terrenales. (Hechos de los apóstoles. Pág. 221) Por Will Chavarría, Costa Rica.
Cita 7
Dios ha dado su Palabra para que todos la investiguen, a fin de que puedan conocer el camino de la vida. Nadie necesita errar, si tan sólo quiere someterse a las condiciones impuestas en la Palabra de Dios para la salvación. A todos se les concede el tiempo de gracia, a fin de que todos puedan formar su carácter para la vida eterna. Se da a todos oportunidad de decidirse por la vida o por la muerte. Los hombres serán juzgados de acuerdo con la medida de luz que les haya sido dada. Ninguno tendrá que dar cuenta de sus tinieblas y sus errores, si no le ha sido comunicada la luz. No pecó al no poseer lo que no le fué dado. Todos serán probados antes que Cristo abandone su puesto del lugar santísimo. El tiempo de gracia de todos termina cuando él deja de interceder por los pecadores, y se reviste de las vestiduras de venganza. . 1JT 282.1-1JT 282.2
Cita 8
La conversión es una obra que la mayoría no aprecia. No es cosa de poca monta transformar una mente terrenal que ama al pecado, e inducirla a comprender el indescriptible amor de Cristo, los encantos de su gracia y la excelencia de Dios, de tal manera que el alma se impregne del amor divino y sea cautivada por los misterios celestiales. Cuando una persona comprende estas cosas, su vida anterior le parece desagradable y odiosa. Aborrece el pecado, y, quebrantando su corazón delante de Dios, abraza a Cristo, vida y gozo del alma. Renuncia a sus placeres anteriores. Tiene una mente nueva, nuevos afectos, nuevo interés, nueva voluntad; sus tristezas, deseos y amor son todos nuevos. Se aparta ahora de la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, que hasta entonces prefirió a Cristo, y éste es el encanto de su vida, la corona de su regocijo. Considera ahora, en toda su riqueza y gloria, el cielo que no le atraía antes, y lo contempla como su patria futura, donde verá, amará y alabará a Aquel que la redimió con su sangre preciosa. 1JT 250.1
Las obras de la santidad, que parecían cansadoras, son ahora su delicia. Escoge como tema de estudio y consejera a la Palabra de Dios que antes le parecía árida y sin interés. Es como una carta que le escribiera Dios, con la inscripción del Eterno. Somete a esta regla sus pensamientos, palabras y acciones y por ella los prueba. Tiembla ante las órdenes y amenazas que contiene, mientras que se aferra firmemente a sus promesas y fortalece su alma apropiándose de ellas. Elige ahora la sociedad de los más piadosos; ya no se deleita en la de los impíos, cuya compañía amaba antes. Llora por pecados que ve en ellos y de los cuales se reía antes. Renuncia al amor propio y a la vanidad, vive para Dios y es rica en buenas obras. Esta es la santificación que Dios requiere. No aceptará nada que sea menos que esto. 1JT 250.2
Cita 9
“Satanás es el gran originador del pecado; pero esto no excusa a ningún hombre por pecar, porque él no puede forzar a los hombres a hacer el mal. Los tienta y les presenta el pecado como incitante y placentero, pero tiene que permitirles usar de su voluntad para decidir si cederán o no…. El hombre es un ser moralmente libre para aceptar o rechazar.”—Testimonies for the Church 2:294.
Cita 10
“Cada semilla sembrada produce una cosecha de su especie. Así también es en la vida humana. Todos debemos sembrar las semillas de compasión, simpatía y amor, porque hemos de recoger lo que sembramos. Toda característica de egoísmo, amor propio, estima propia, todo acto de complacencia propia producirá una cosecha semejante…. Dios no destruye a ningún hombre. Todo hombre que sea destruido se habrá destruido a sí mismo. Todo el que ahogue las amonestaciones de la conciencia está sembrando la semilla de la incredulidad y éstas producirán la segura cosecha. Al rechazar la primera amonestación de Dios, el faraón de la antigüedad sembró las semillas de la obstinación y cosechó obstinación…. “Cada acto, cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación, se reproducirá en otros y por medio de ellos aun en otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión es una semilla que brotará en raíz de amargura de la cual muchos recibirán daño.”—Sketches From the Life of Paul, 78, 79.
Cita 11
Para poder evaluar cuánto involucra la conversión de un alma del error a la verdad debemos apreciar el valor de la inmortalidad y sentir los dolores de la segunda muerte. Debemos comprender los honores y la gloria que aguardan a los rescatados y qué significa vivir en la presencia del que murió a fin de elevar y ennoblecer al vencedor y darle una diadema real. El valor de un alma no puede ser plenamente estimado. ¡Con cuánta gratitud recordará el que fue rescatado y glorificado a los instrumentos de su salvación! Nadie olvidará sus abnegadas labores, sus esfuerzos perseverantes, su paciencia, su perseverancia, y el corazón fervoroso con que gemía por las almas que se habrían perdido para Jesucristo si hubiera descuidado su deber o se hubiera cansado de hacer el bien.
—Manuscrito 1 del 18 de febrero de 1880, “Dificultades en la iglesia”. (Alza tus Ojos – 18 de Febrero).
Cita 12
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? Hebreos 1:14.
Los ángeles que siempre contemplan el rostro del Padre en los cielos preferirían permanecer junto a Dios. Pero el Señor da a cada ángel su obra en favor de este mundo caído. Se provee a los hombres ayuda divina. Tienen la oportunidad de cooperar con las inteligencias celestiales, de ser colaboradores con Dios. Ante ellos están las posibilidades de obtener la idoneidad para estar en la presencia de Dios, de ser capacitados para ver su rostro.
Los ángeles celestiales están obrando para llevar a la familia humana a una hermandad más estrecha, a una unidad que Cristo describió como semejante a la que existe entre el Padre y el Hijo. ¿Cómo es posible que los hombres tan altamente honrados por Dios dejen de apreciar sus oportunidades y privilegios? ¿Cómo es posible que rehúsen aceptar el ofrecimiento de ayuda divina? ¡Qué posibilidades de logros hay para los seres humanos cuya mira está puesta en la eternidad!
Hay ángeles que están esperando que ustedes cooperen, y que harán por ustedes lo que no pueden hacer por ustedes mismos… Si tienen el deseo de resistir al diablo y oran sinceramente: “Líbrame de la tentación”, recibirán fortaleza para cada día. La obra de los ángeles celestiales consiste en aproximarse a los que pasan por pruebas, a los que sufren, a los tentados.
—Manuscrito 14, del 23 de febrero de 1899, “A cada hombre su obra”. (Alza tus Ojos – 23 de Febrero).
Cita 13
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Juan 12:24.
Podemos ver en esta época la necesidad de atraer a los hombres a Cristo. Esto los atraería los unos a los otros en esa confianza, en ese amor y unidad por los cuales Cristo rogó en su última oración con y por sus discípulos. Esta unidad era esencial para su crecimiento espiritual. El mundo es un campo de batalla sobre el cual los poderes del bien y del mal están en guerra incesante. Cuando la obra de Cristo parecía encaminarse a la derrota, cuando a los discípulos les parecía que no había esperanza, algunos griegos se acercaron a ellos, diciéndoles: “Quisiéramos ver a Jesús”. Juan 12:21.
Cristo escuchó el clamor ansioso y ávido, “quisiéramos ver a Jesús”. Estos griegos representaban a las naciones, tribus y pueblos que habrían de despertar a su gran necesidad de un poder exterior y superior al poder finito. Por un momento Cristo contempló el futuro y escuchó voces que proclamaban en todos los lugares de la tierra: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Esta anticipación, la consumación de sus esperanzas, se expresó en sus palabras: “Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado”. Juan 12:23. Sin embargo, la manera mediante la cual esta glorificación habría de ocurrir nunca estuvo ausente de la mente de Cristo. El mundo podía salvarse solamente por su muerte. Como el grano de trigo, el Hijo del hombre debía ser echado en la tierra, morir y ser sepultado; ¡pero viviría otra vez! En cada cosecha se repite esta lección del grano de trigo. Los que cultivan el suelo tienen siempre delante de sí la ilustración de las palabras de Cristo. La semilla sepultada en el suelo produce mucho fruto, y cuando llega el momento también las semillas de este fruto son plantadas. De esta manera la cosecha se multiplica. La siega de la cruz del Calvario rendirá fruto para vida eterna. Y contemplarlo será la gloria de los que vivirán a través de las edades eternas. Con esta lección, Cristo ejemplifica la abnegación que debemos practicar.
—Manuscrito 33, del 6 de abril de 1897, “Quisiéramos ver a Jesús”. (Alza tus Ojos – 6 de Abril).
Cita 14
El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo. Mateo 22:2.
El Señor Dios ha provisto un banquete para toda la raza humana. Se representa en la parábola como una gran cena donde se provee una fiesta para cada alma. Todos los relacionados con esta cena pueden disfrutar del festín, que es el Evangelio. Esta fiesta está abierta a todos los que la reciban. Todos son invitados e instados a ir… Quienes son partícipes de la fiesta de bodas, la fiesta del Evangelio, por medio de este hecho expresan que han aceptado a Cristo como su Salvador personal. Usan sus vestimentas distintivas. Han aceptado la verdad según es en Jesús, que es el manto de la Justicia de Cristo. Sólo glorifican a Cristo los que aceptan la invitación: “Venid pues todo está listo”, vengan a la cena de bodas del Cordero. Estos se ponen el lino blanco, el carácter limpio, puro, mostrando así que dejaron la senda del viejo hombre que vive en su ignorancia. Su lenguaje cambia. Su conversación es totalmente diferente…Todos los que reciben la luz de la Palabra son altamente favorecidos. Esa Palabra es el Pan de Vida para quienes la comen.
—Manuscrito 143, del 17 de octubre de 1898, “La parábola de la fiesta de bodas”. (Alza tus Ojos – 17 de Octubre).
Cita 15
Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de oraciones, no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán abandonados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invitados por el Salvador: “Echen mano… de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!” Isaías 25:5. Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero los ángeles de Dios lucharán por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: “¿Será quitada la presa al valiente? o ¿libertaráse la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé, y yo salvaré a tus hijos”. Isaías 49:24, 25. (El Deseado de todas las gentes, p. 224).
Cita 16
Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Romanos 15:4.
Decimos a cada alma: Estudien su Biblia como no la han estudiado nunca antes… Surja lo positivo de la verdad de los labios humanos, bajo la dirección del Espíritu Santo. Ruego a todos que velen y oren para que no caigan en tentación. La obra que estamos realizando en el mundo significa mucho para todos nosotros. Hoy ocurre lo mismo que sucedió en los días de Noé, cuando se dio la invitación para que todos los que quisieran entraran en el arca. No sabemos cuán pronto se dará el último mensaje de amonestación y nuestros casos estarán decididos para la eternidad. Pero el Señor es misericordioso y extiende la invitación: “Venid, que ya todo está preparado”. Lucas 14:17.
Se esperaba que todos los habitantes del tiempo de Noé entraran en el arca antes que se cerraran las puertas. Después que éstas se clausuraron, los que entraron fueron probados duramente, pues estuvieron en el arca una semana entera antes que comenzara a llover. ¡Oh qué terribles fueron las burlas, y cómo desafiaron a Dios los que no quisieron entrar! Pero cuando terminó esa semana, la lluvia comenzó a caer suavemente. Esto era algo nuevo para ellos. La lluvia continuó hasta que cada ser viviente fue arrasado de sobre la faz de la tierra. Pero una familia -la que entró en el arca—se salvó. Nosotros necesitamos prepararnos ahora para cuando comiencen a desarrollarse las escenas finales de la historia terrenal. Escudriñe cada cual diligentemente su propio corazón y conviértase, para que sus pecados puedan ser perdonados. El mundo se opone cada vez más, y en forma más decidida, a Dios y a su verdad. Todos los que quieran hacer la voluntad de Dios lograrán obtener conocimiento, y su experiencia será valiosa. Debemos prepararnos ahora para hacer una gran obra en muy corto tiempo. Debemos tener una experiencia individual y, si queremos acudir al Señor humildemente, lo encontraremos, obrará con nosotros y nos revelará su salvación.
—Carta 84, del 17 de febrero de 1906, dirigida al pastor E. W. Farnsworth y Sra., obreros en Battle Creek, Míchigan. (Cada Día con Dios – 17 de Febrero).
Cita 17
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón: porque de él mana la vida. Proverbios 4:23.
Sin la completa purificación de la vida, sin mansedumbre y humildad intelectual, los profesos seguidores de Cristo no pueden honrarlo ante el mundo. Si la gracia de Cristo no se manifiesta en sus vidas, nunca podrán ser admitidos en las mansiones celestiales que él ha ido a preparar para los que lo aman…
Hay familias enteras entre nosotros que, a menos que despierten de su somnolencia y su indiferencia, se perderán, porque no se están convirtiendo cada día. No entienden la ciencia divina de la verdadera santidad, y por lo tanto no son vasos que el Maestro pueda usar.
Necesitamos vigilar nuestra lengua incontrolada.
Necesitamos estar atentos para descubrir las oportunidades de hacer el bien, como lo hizo Jesús. Ministros del Evangelio: Predicad a Cristo.
Sed veraces, y manteneos bajo la disciplina de la Palabra de Dios.
Debemos ser salvos de acuerdo con el método señalado por Dios. Debemos confiar en su consejo, y unirnos con él para hacer sus obras. El corazón arrepentido siempre es sensible. Enseñad a cada persona que pretende ser un hijo de Dios, que el carácter bien edificado siempre está de acuerdo con el modelo divino.
—Carta 80, del 5 de marzo de 1907, dirigida a los miembros de las iglesias de Australia. (Cada Día con Dios – 5 de Marzo).
Cita 18
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13.
Por un manto babilónico y un miserable tesoro de oro y plata, Acán consintió en venderse al mal, para acarrear sobre su alma la maldición de Dios, malograr su acceso a una rica posesión en Canaán y perder toda posibilidad de participar en el futuro de la herencia inmortal en la tierra nueva. Tan grande fue su osadía y testarudez que hasta el último momento Josué temió que sostuviera su inocencia, para obtener la simpatía de la congregación e inducirla a deshonrar a Dios. No habría confesado si no hubiera esperado que al hacerlo podía evitar las consecuencias de su delito. Esta esperanza le sugirió su aparente sinceridad al reconocer su falta y al dar los detalles relativos a su pecado.
De esa manera confesarán los culpables sus pecados cuando comparezcan condenados y sin esperanzas ante el tribunal de Dios, cuando cada caso hay sido decidido para vida o para muerte. Las confesiones hechas entonces serán demasiado tardías para salvar al pecador. Hay muchos profesos cristianos cuyas confesiones son semejantes a la de Acán. Desean, en general, reconocer su indignidad, pero no quieren confesar los pecados que gravitan sobre su conciencia, y que han contribuido a que Dios esté enojado con su pueblo. Así muchos ocultan pecados de egoísmo, abuso, deshonestidad hacia Dios y su prójimo, pecados en el seno de la familia, y muchos otros que corresponde confesar en público. El arrepentimiento genuino proviene de una comprensión del carácter ofensivo de pecado.
Estas confesiones generales no son el fruto de una verdadera contrición ante Dios. Dejan que el pecador, lleno de un espíritu de complacencia propia, siga adelante como en lo pasado, hasta que su conciencia se endurece, y las amonestaciones que antes lo alarmaban apenas producen una impresión de peligro, y después de un tiempo su conducta pecaminosa les parece normal.Demasiado tarde sus pecados los alcanzarán, en el día cuando no puedan ser expiados ni con sacrificios ni con ofrendas. Hay una enorme diferencia entre admitir ciertos hechos después de haber sido probados, y la confesión de pecados conocidos solamente por nosotros y Dios.
—The Signs of the Times, 5 de mayo de 1881. (Cada Día con Dios – 5 de Mayo).
Cita 19
Cuando la ley de Dios está escrita en el corazón, se manifiesta mediante una vida pura y santa. Los mandamientos de Dios no son letra muerta. Son espíritu y son vida, y someten la imaginación y hasta los pensamientos a la voluntad de Cristo. El corazón en el cual estén escritos será guardado con toda diligencia porque de él mana la vida.
Todos los que amen a Jesús y guarden sus mandamientos tratarán de evitar hasta la misma apariencia del mal, no porque estén obligados a hacerlo, sino porque estarán copiando un modelo puro y sentirán aversión por todo lo que no esté de acuerdo con la ley escrita en sus corazones. No manifestarán suficiencia propia, sino que confiarán en Dios, el único que puede librarlos del pecado y la impureza. La atmósfera que los rodee será pura; no contaminarán sus propias almas ni la de los demás. Se complacerán en obrar con justicia, en amar misericordia y en humillarse para andar con Dios.
El peligro que acecha a los que viven en estos últimos días es la ausencia de religión pura, la falta de santidad de corazón. No han aceptado el poder convertidor de Dios para que transforme sus caracteres. Profesan creer las sagradas verdades, tal como la nación judía, pero al no poner en práctica la verdad, ignoran tanto las Escrituras como el poder de Dios. El poder y la influencia de la ley de Dios están en torno de ellos, pero no dentro de sus almas, para renovarlos en verdadera santidad…
Dios desea que quien enseña la Biblia debe ser en su carácter y su vida familiar un ejemplo de los principios de la verdad que está enseñando a sus semejantes. Lo que un hombre es, tiene más influencia que lo que dice. La vida tranquila, consecuente y piadosa, es una epístola viviente, conocida y leída por todos los hombres. Alguien puede hablar y escribir como un ángel, pero sus procedimientos pueden parecerse a los de un demonio… El verdadero carácter no es algo que se forma desde afuera, o con lo que uno se reviste, sino que es algo que irradia desde adentro. Si la verdadera bondad, la pureza, la mansedumbre, la humildad y la equidad moran en el corazón, ese hecho se reflejará en el carácter, y tal carácter estará lleno de poder.
— The Review and Herald, 17 se mayo de 1887. (Cada Día con Dios – 17 de Mayo).
Cita 20
Hagan todo lo posible, y las puertas se abrirán delante de ustedes. Cada momento es precioso. Hay que convencer a las almas alejadas de Cristo para que se aferren de la esperanza del Evangelio… No debemos vivir en este mundo para complacernos. Cada día de nuestra vida tenemos que hacer una obra austera y ferviente. Miramos por fe las cosas invisibles, y al hacerlo perdemos de vista las pruebas y dificultades del camino.
El cielo es nuestro hogar. No podemos correr el riesgo de perder la esperanza que hemos albergado por tanto tiempo, de ver a Jesús tal como es, y de ser hechos semejantes a él. Espero que ustedes cuiden sus pisadas. Vivan la vida de oración y fe, y obtengan la inmarcesible corona de gloria. No hay otro método por medio del cual se pueda salvar ninguno de nosotros fuera del ideado por el Redentor. Por medio de su vida terrenal nos ha dado ilustraciones prácticas de abnegación y sacrificio, con la idea de mostrarnos lo que quiere que seamos. “Porque he descendido del cielo – dice Cristo -, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Juan 6:38.
No podemos ser cristianos mientras vivimos para complacernos. Si seguimos al Maestro, debemos entrar por la puerta estrecha de la abnegación. Para muchos de los que profesan piedad, esta puerta de la abnegación es demasiado estrecha. Quieren una senda más fácil y están tratando de ascender por otro camino. No quieren seguir en las huellas de nuestro Redentor. A los tales Cristo llama ladrones y robadores.
Toman el nombre de cristianos, que no les corresponde, porque no representan en su vida la vida de Cristo. Invocan los privilegios que pertenecen a los hijos de Dios, en circunstancias que nada tienen que ver con él. Viven vidas egoístas sobre la tierra y no hacen la obra que debieran haber hecho en favor de la verdad y la salvación de las almas. Es triste el destino de estas personas que se engañan a sí mismas. Nunca verán el cielo porque no están dispuestas a participar de la vergüenza y el reproche que Jesús sufrió por ellas.
—Carta 30, del 26 de mayo de 1874, dirigida a sus hijos. (Cada Día con Dios – 26 de Mayo).