Cita 1
“La teoría de que Dios no creó la materia cuando llamó a este mundo a la existencia, no tiene fundamento. Para formar nuestro mundo, Dios no tuvo que recurrir a una materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas, tanto materiales como espirituales, respondieron a la voz del Creador y fueron creadas para cumplir su propósito. Los cielos y todas las huestes celestiales, la tierra y todo lo que ella contiene, no son únicamente la obra de su mano. Vinieron a existencia por el aliento de su boca.”— (Testimonies for the Church 8:258, 259).
Cita 2
“La producción abundante de la tierra y el movimiento que efectúa año tras año alrededor del sol, no se deben a su energía inherente. Una mano invisible guía a los planetas en el recorrido de sus órbitas celestes.”— (Ibid. 95).
Cita 3
“Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales … y que las operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa y no está respaldada por la Palabra de Dios. La naturaleza es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes ni tampoco obra contrariándolas: las usa continuamente como sus instrumentos.”— (Historia de los Patriarcas y Profetas, 106).
Cita 4
“La mano que sostiene los mundos en el espacio, la mano que mantiene en su disposición ordenada y actividad incansable todas las cosas en el universo de Dios, es la mano que fue clavada a la cruz por nosotros.”— (La Educación, 128).
Cita 5
“Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad. Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza.”— (Ibid. 26).
Cita 6
“Nuestra vida nos fue dada por Dios y depende de él así como la hoja depende del tallo para su sustento.”— (The Youth’s Instructor, 21 de junio de 1894).
Cita 7
“La vida es una manifestación del amor de Dios. Es un talento que Dios nos ha encomendado, un talento muy precioso, si lo consideramos a la luz del sacrificio del Hijo de Dios. Es propiedad de Dios. Somos suyos por la creación y doblemente suyos por la redención. Recibimos la vida de él. Él es el Creador y la fuente de toda vida. Es el autor de la vida superior que desea que posean los seres formados a su imagen.”— (Carta 164, 1900).
Cita 8
“Nuestra vida no nos pertenece, nunca nos perteneció ni nos pertenecerá. La pregunta importante es: ¿Está nuestra vida entretejida con la de Jesús?”— (The Youth’s Instructor, 21 de junio de 1894).
Cita 9
Después de crear la tierra y los animales que la habitaban, el Padre y el Hijo llevaron adelante su propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen. Habían actuado juntos en ocasión de la creación de la tierra y de todos los seres vivientes que había en ella. Entonces Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”.—La Historia de la Redención, 20, 21.
Cita 10
Adán y Eva salieron de las manos de su Creador en la perfección de cada facultad física, mental y espiritual. Dios plantó para ellos un jardín y los rodeó con todo lo hermoso y atrayente para el ojo, y con lo que requerían sus necesidades físicas… La tierra parda estaba revestida con una alfombra de viviente verdor, diversificada con una variedad interminable de flores que se propagaban a sí mismas y se perpetuaban. Arbustos, flores y ondeantes enredaderas regalaban a los sentidos con su belleza y fragancia. Las muchas variedades de elevados árboles estaban cargados de frutas de toda clase y delicioso sabor… Adán y Eva podían rastrear la habilidad y gloria de Dios en cada brizna de hierba y en cada arbusto y flor… Y sus cantos de afecto y alabanza se elevaron dulce y reverentemente al cielo, armonizando con los cantos de los ángeles excelsos y con las felices aves que gorjeaban su música despreocupadamente. No había enfermedad, decadencia ni muerte… La vida estaba en cada hoja, en cada flor y en cada árbol… Adán podía reflexionar que era creado a la imagen de Dios, para ser como él en justicia y santidad. Su mente era apta para un cultivo continuo, expansión, refinamiento y noble elevación, pues Dios era su Maestro y los ángeles sus compañeros.—The Review and Herald, 24 de febrero de 1874. (A fin de Conocerle – 7 de Enero).
Cita 11
“Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza física, mental y espiritual, la semejanza de su Hacedor. ‘Creó Dios al hombre a su imagen,’ con el propósito de que, cuanto más viviera, más plenamente reflejara la gloria del Creador. Todas sus facultades eran susceptibles de desarrollo; su capacidad y vigor debían aumentar continuamente. Vasta era la esfera que se ofrecía a su actividad, glorioso el campo abierto a su investigación…. A través de los siglos eternos, hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la sabiduría, del poder y del amor de Dios. Habría cumplido siempre más cabalmente el objeto de su creación; habría reflejado siempre más plenamente la gloria del Creador. FV 168.2
Cita 12
“Como los ángeles, los moradores del Edén habían de ser probados. Sólo podían conservar su feliz estado si eran fieles a la ley del Creador. Podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer. Dios los había colmado de ricas bendiciones; pero si ellos menospreciaban su voluntad, Aquel que no perdonó a los ángeles que pecaron no los perdonaría a ellos tampoco: la transgresión los privaría de todos sus dones, y les acarrearía desgracia y ruina.”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 34.
Cita 13
La tierra estaba revestida de hermoso verdor, mientras miríadas de fragantes flores de toda especie y todo matiz crecían a su alrededor en abundante profusión. Todo estaba dispuesto con buen gusto y magnificencia. En el centro del huerto se alzaba el árbol de la vida cuya gloria superaba a la de todos los demás. Sus frutos parecían manzanas de oro y plata, y servían para perpetuar la inmortalidad. Las hojas tenían propiedades medicinales. HR 22.1
Cita 14
Antes de la caída de Adán, ni una sola nube gravitaba sobre la mente de nuestros primeros padres para oscurecer su percepción clara del excelso carácter de Dios. Estaban perfectamente de acuerdo con la voluntad del Señor. Una preciosa luz, la luz de Dios, los rodeaba. La naturaleza era su libro de texto.
Cita 15
Cita 16
“La teoría de que Dios no creó la materia cuando llamó a este mundo a la existencia, no tiene fundamento. Para formar nuestro mundo, Dios no tuvo que recurrir a una materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas, tanto materiales como espirituales, respondieron a la voz del Creador y fueron creadas para cumplir su propósito. Los cielos y todas las huestes celestiales, la tierra y todo lo que ella contiene, no son únicamente la obra de su mano. Vinieron a existencia por el aliento de su boca.”—Testimonies for the Church 8:258,259.
Cita 17
“Los más profundos estudiantes de la ciencia se ven constreñidos a reconocer en la naturaleza la obra de un poder infinito. Sin embargo, para la sola razón humana, la enseñanza de la naturaleza no puede ser sino contradictoria y desengañadora. Sólo se la puede leer correctamente a la luz de la revelación. ‘Por la fe entendemos.’» FV 16.2 La Fe por la cual Vivo 16.2
Cita 18
Cita 19
Cita 20
Cita 21
Cita 22
“La producción abundante de la tierra y el movimiento que efectúa año tras año alrededor del sol, no se deben a su energía inherente. Una mano invisible guía a los planetas en el recorrido de sus órbitas celestes.”—La Educación, 95.
Cita 23
Cita 24
Cita 25
Cita 26
«Adán y Eva quebrantaron la ley de Dios. Por ello fue necesario que fuesen expulsados del Edén y alejados del árbol de la vida, pues si seguían comiendo de su fruto después de la transgresión se hubiera perpetuado el pecado…. La muerte entró en el mundo por la transgresión. Pero Cristo dio su vida para que el hombre tuviese otra oportunidad de probar su lealtad. No murió en la cruz para abolir la ley sino para ofrecer al hombre una segunda probación. No murió para convertir el pecado en un atributo inmortal; murió para asegurar el derecho de destruir al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo.”—Testimonios para los Ministros, 134.
*Las citas de este libro de actualizan constantemente