Cita 1
Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.
La vida cristiana no consiste meramente en el ejercicio de la humildad, la paciencia, la mansedumbre y la bondad. Uno puede poseer estos preciosos y amables rasgos, y sin embargo faltarle nervio y espíritu, y ser casi inútil cuando la obra es difícil. A tales personas les falta una actitud positiva, energía, solidez y fortaleza de carácter que las capacitarían para resistir el mal y las convertirían en un poder en la causa de Dios. Jesús fue nuestro ejemplo en todas las cosas, y fue un trabajador ferviente y constante. Comenzó su vida de utilidad en la niñez. A los doce años ya estaba ocupado “en los negocios de su Padre”. Entre los doce y los treinta años, antes de que comenzara su ministerio público, vivió una vida de activa laboriosidad. Jesús nunca estuvo ocioso en su ministerio. Dijo: “Debo obrar las obras del que me envió”. Jesús era un trabajador silencioso y abnegado. No rehuía los cuidados y responsabilidades como lo hacen tantos de sus profesos seguidores… (Dios nos Cuida – 12 de Mayo).