Cita1
El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:6.
En la admirable conversión de Pablo, vemos el poder milagroso de Dios… Jesús, cuyo nombre él odiaba y despreciaba más que cualquier otro, se reveló a Pablo con el propósito de detener su loca aunque sincera carrera, a fin de hacer de ese instrumento nada promisorio un vaso escogido para proclamar el Evangelio a los gentiles… La luz de la iluminación celestial le había hecho perder la vista a Pablo; pero Jesús, el Gran Médico de los ciegos, no se la restaura. Contesta a la pregunta de Pablo con estas palabras: “Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”. No sólo podría Jesús haber curado a Pablo de su ceguera, sino que podría haberle perdonado sus pecados, haberle explicado cuál era su deber y haberle trazado su conducta futura. De Cristo había de fluir toda potestad y misericordia; pero no dio a Pablo, cuando se convirtió a la verdad, una experiencia independiente de su iglesia recién organizada en la tierra.
La luz admirable dada a Pablo en esta ocasión lo asombró y confundió. Estaba completamente subyugado. Esa parte de la obra no podía hacerla algún hombre en favor de Pablo; pero quedaba todavía una obra que cumplir que los siervos de Cristo podían hacer. Jesús le indica a Pablo que recurra a sus agentes de la iglesia para conocer mejor su deber. Así autoriza y sanciona su iglesia organizada. Cristo había hecho la obra de la revelación y convicción, y ahora Pablo estaba en condición de aprender de aquellos a quienes Dios había ordenado que enseñasen la verdad. Cristo envió a Pablo a sus siervos escogidos, y en esta forma lo puso en relación con su iglesia.
Los mismos a quienes se proponía matar debían instruirlo en la religión que él había despreciado y perseguido…
Un ángel fue enviado a hablar con Ananías, para indicarle que fuese a cierta casa donde Saulo estaba orando para recibir instrucción con respecto a lo que debía hacer… En lugar de Cristo, Ananías toca los ojos de Saulo, para que reciba la vista, coloca sus manos sobre él, y mientras ora en el nombre de Cristo, Saulo recibe el Espíritu Santo. (Dios nos Cuida – 29 de Julio).
Cita 2
Otro asunto hay de más importancia aún, que debería llamar la atención de las iglesias en el día de hoy. El apóstol Pablo declara que «todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución.» (2 Timoteo 3:12.) ¿Por qué, entonces, parece adormecida la persecución en nuestros días? El único motivo es que la iglesia se ha conformado a las reglas del mundo y por lo tanto no despierta oposición. La religión que se profesa hoy no tiene el carácter puro y santo que distinguiera a la fe cristiana en los días de Cristo y sus apóstoles.
Si el cristianismo es aparentemente tan popular en el mundo, ello se debe tan sólo al espíritu de transigencia con el pecado, a que las grandes verdades de la Palabra de Dios son miradas con indiferencia, y a la poca piedad vital que hay en la iglesia. Revivan la fe y el poder de la iglesia primitiva, y el espíritu de persecución revivirá también y el fuego de la persecución volverá a encenderse. (Conflicto de los siglos. Pág. 52) Por Will Chavarría, Costa Rica.
Cita 3
Levantándose de su postración, se acercó a sus discípulos y los halló durmiendo. Díjole a Pedro: “¿Así no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu a la verdad está presto, mas la carne enferma.” Vers. 40, 41. En el momento más importante, cuando les había rogado en especial que velasen con él, Jesús halló dormidos a los discípulos. El sabía que les sobrevendrían graves conflictos y tentaciones. Los había llevado consigo para que le fortaleciesen, y para que los acontecimientos que presenciasen esa noche y las lecciones de instrucción que recibiesen se quedasen grabadas indeleblemente en su memoria. Esto era necesario para que su fe no desfalleciese, sino que fuese fortalecida para la prueba que les esperaba. 1JT 221.1
Pero en vez de velar con Cristo, abrumados por el pesar, se durmieron. Aun el ardiente Pedro, que, pocas horas antes había declarado que sufriría y, si era necesario, moriría por su Señor, se había dormido. En el momento más crítico, cuando el Hijo de Dios necesitaba su simpatía y sus sentidas oraciones, los halló durmiendo. Al dormir así perdieron mucho. Nuestro Salvador quería fortalecerlos para la severa prueba a la cual muy pronto iba a ser sometida su fe. Si hubiesen pasado esos momentos tristes velando con su amado Salvador y orando a Dios, Pedro no habría sido abandonado a su propia débil fuerza, que le indujo a negar a su Señor en el momento de prueba. 1JT 221.2
El Hijo de Dios se alejó por segunda vez y oró diciendo: “Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.” Vers. 42. Nuevamente volvió adonde estaban los discípulos y los halló durmiendo. Tenían los ojos pesados. Estos discípulos dormidos representan a una iglesia que duerme cuando se acerca el día del juicio de Dios. Es un tiempo de nubes y densas tinieblas, cuando es peligroso dormirse. 1JT 221.3
Cita 4
¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? Isaías 58:6.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9.
Dios otorga luz a los hombres, pero muchos están llenos de un espíritu dominante y de autosuficiencia; y luchan para llevar adelante sus propias ideas a fin de alcanzar una altura en la que serían como Dios. Sus mentes están en primer lugar, como si Dios debiera servirles a ellos. Aquí es donde yace el peligro: a menos que Dios haga que en alguna forma estos hombres comprendan que El es Dios, y que deben servirle, se introducirán invenciones humanas que los apartarán de la verdad bíblica, a pesar de todas las advertencias que se han dado.
El Señor Jesús siempre tendrá un pueblo escogido que le servirá. Cuando el pueblo judío rechazó a Cristo, el Príncipe de la vida, El les quitó el reino de Dios y se lo dio a los gentiles. Dios continúa obrando de acuerdo con este principio en cada rama de su obra.
Cuando una iglesia demuestra que es infiel a la obra del Señor, no importa cuán alto y sagrado pueda ser su llamado, Dios no puede seguir trabajando con ella. Otros son escogidos entonces para llevar importantes responsabilidades. Pero si éstos a su vez no purifican sus vidas de toda acción errónea, si no establecen principios puros y santos en todos sus límites, entonces el Señor los afligirá y humillará dolorosamente y, a menos que se arrepientan, los quitará de su lugar y hará que sean un baldón… Dios no “es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo”. Hechos 17:25.
Ningún despliegue de magnificencia exterior puede agradar a Dios cuando el corazón está sirviendo a los ídolos y las manos están contaminadas de iniquidad. El Espíritu Santo se unirá con los que estén en la iglesia y caminen humildemente con Dios, con contrición de corazón. Santifica a todos los que miran a Dios y caminan en las huellas de Cristo, los consuela y les da la victoria sobre el mundo.
—Manuscrito 33, del 27 de abril de 1903, “El propósito de Dios para su Iglesia”. (Alza tus Ojos – 27 de Abril).
Cita 6
El Señor es Dios, y no hay ningún otro fuera de El. Cuando Satanás puede hacer que su astucia fructifique en las mentes humanas, las influencias engañosas son recibidas como si procedieran del cielo. Si se da entrada a sus engaños, muchas almas serán entrampadas antes de percibir que tales cosas no proceden de Dios sino del enemigo de toda justicia. Puedo asegurarles que una de nuestras perplejidades será distinguir lo genuino de lo espurio. El engaño se introduce inadvertidamente así como se introdujo en las cortes celestiales.
Satanás trató de socavar la confianza de los ángeles en el gobierno de Dios. Ambicionaba el lugar ocupado por Cristo, con la convicción de que si él obtenía esa posición podría realizar un esfuerzo para lograr el lugar de Dios. Habilidosamente presentó sus sugerencias a los ángeles, y muchos las recibieron. Dejó estas insinuaciones en sus mentes para que se desarrollaran. Ellos, no tan cautelosos como su jefe, comenzaron a comunicar sus nuevas teorías. Satanás era el originador de las dudas que expresaban, pero las presentaba como las opiniones de un gran número de ángeles, y como tales, dignas de ser consideradas.
Satanás obra hoy con estratagemas engañosas para cautivar a los seres humanos mediante teorías falsas. La advertencia de que seamos cuidadosos a fin de no permitirle que se introduzca, llega a través del tiempo hasta nuestros días. Que nadie se considere suficiente por haber sido usado como instrumento del Señor. Dios utiliza a los hombres, y los honra otorgándoles sabiduría por tanto tiempo como le sean fieles y no se atribuyan la gloria a sí mismos. Los que se retiran de las manos del Señor y se valoran a sí mismos como capaces de conducir la obra, no están guiados por el Espíritu de Dios sino por “otro espíritu”. Satanás se introduce, y cambian de conductor. Y así entran la perversión y la sutileza del engaño de la serpiente.
—Manuscrito 37, del 1 de mayo de 1903, “Directivas para la obra”. (Alza tus Ojos – 1 de Mayo).
Cita 7
—Manuscrito 77, del 7 de junio de 1902, sermón dado en el lugar de campamentos de Petaluma, California, Estados Unidos, “Lecciones extraídas del segundo capítulo de la segunda epístola de Pedro”. (Alza tus Ojos – 7 de Junio).
Cita 8
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Genesis 5:24.
Dios tenía una iglesia cuando Adán, Eva y Abel recibieron con gozo las buenas nuevas de que Jesús era su Redentor. Comprendieron tan plenamente entonces como nosotros ahora, la promesa de la presencia del Señor en medio de ellos.
Dondequiera que Enoc se encontraba con uno o dos que estuvieran deseosos de oír el mensaje que tenía para ellos, Jesús se les unía en su adoración. En los días de Enoc había algunos, entre los inicuos habitantes de la tierra, que creían. El Señor, sin embargo, nunca dejó a sus pocos fieles sin su presencia, ni al mundo sin un testigo.
—Manuscrito 43, del 2 de agosto de 1900, “El profeta Enoc”. (Alza tus Ojos – 2 de Agosto).
Cita 9
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Romanos 13:11, 12.
Formamos parte de la gran tela de la humanidad, y una influencia pasa de uno a otro, no sólo en la iglesia, pues la familia del cielo y de la tierra se amalgaman a fin de que Cristo pueda llegar a ser un poder en el mundo. Todas las joyas de la verdad concedidas a los patriarcas y profetas que se han ido acumulando de era en era y de generación en generación, deben reunirse ahora como la herencia que se nos ha confiado.
Las sagradas influencias de las generaciones del presente y del pasado constituyen un poderoso instrumento de Dios, capaz de prevalecer, no contra carne y sangre, sino contra principados y potestades, y malicias espirituales en los aires. El pueblo de Dios de la actualidad tiene todos los privilegios y oportunidades de las generaciones pasadas, y mucho más luz que le puede conferir más poder para la obra de Dios, que el que han tenido las generaciones precedentes.
Estas ventajas requieren que se produzcan los correspondientes dividendos. Nuestros esfuerzos para abrir el camino delante de los demás deben estar en armonía con los tesoros celestiales que poseemos. El Señor se acerca. Las inteligencias celestiales, unidas con las influencias santificadas de la tierra, deben proclamar el mensaje del tercer ángel y dar esta advertencia: “El fin de todas las cosas se acerca”. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:37.
—Manuscrito 7, del 10 de junio de 1891, “El servicio cristiano en la iglesia viviente”. (Cada Día con Dios – 10 de Junio).
Cita 10
“Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Es el precio de su sangre. El divino Hijo de Dios camina entre los siete candelabros de oro. Jesús mismo suministra el aceite para estas lámparas encendidas. El enciende la llama. ‘En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.’ Juan 1:4. Ningún candelabro, ninguna iglesia, tiene luz propia. Toda su luz emana de Cristo. El Señor Dios todopoderoso y el Cordero constituyen su luz.”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1118.
Cita 11
“A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como él lo predijo. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla. La verdad está inspirada y guardada por Dios; y triunfará contra toda oposición.”—Los Hechos de los Apóstoles, 10, 11.
*Las citas de este libro se actualizan constantemente