Cita 1
Mi esposo y yo asistimos una vez a una reunión en la que se solicitó nuestra simpatía en favor de un hermano que sufría mucho de tisis. Pálido y demacrado, el enfermo solicitó las oraciones de los hijos de Dios. Nos dijo que su familia estaba enferma y que había perdido un hijo. Habló con sentimiento de su pérdida. Dijo que desde hacía un tiempo esperaba a los Hnos. White. Creía que si ellos oraban por él, sanaría. Después de terminar la reunión, los hermanos nos llamaron la atención a su caso. Dijeron que la iglesia les estaba ayudando, que su esposa estaba enferma, y que su hijo había muerto. Los hermanos se habían reunido para orar por la familia afligida. Estábamos muy cansados, y pesaba sobre nosotros la responsabilidad del trabajo durante la reunión, y deseábamos que se nos disculpara. 1JT 256.2
Yo había resuelto no orar a favor de nadie, a menos que el Espíritu del Señor dictase lo que debía hacerse. Se me había mostrado que abundaba tanta iniquidad, aun entre los profesos observadores del sábado, que no deseaba orar con otros en favor de aquellos cuya historia no conocía. Cuando expresé mi razón, los hermanos me aseguraron que, por cuanto sabían, era un hermano digno. Conversé algunas palabras con el que había solicitado nuestras oraciones para ser sanado; pero no me sentía libre. El lloró y dijo que había aguardado nuestra venida, y se sentía seguro de que si orábamos por él, recobraría la salud. Le dijimos que no conocíamos su vida; que preferíamos que orasen por él aquellos que le conocían. Nos importunó con tanta insistencia que decidimos considerar su caso, y presentarlo ante el Señor aquella noche; y si el camino parecía expedito, cumpliríamos con su petición. 1JT 257.1
Esa noche, postrados en oración, presentamos su caso ante el Señor. Pedimos conocer la voluntad de Dios acerca de él. Todo lo que deseábamos era que Dios fuera glorificado. ¿Quería el Señor que orásemos por este hombre afligido? Dejamos la carga al Señor y nos retiramos a descansar. En un sueño se me presentó claramente el caso de este hombre. Se me mostró su conducta desde su infancia, y supe que si orábamos, el Señor no nos oiría, porque ese hermano albergaba iniquidad en su corazón. A la mañana siguiente, el hombre acudió a pedirnos que orásemos por él. Lo llevamos aparte y le dijimos que lamentábamos vernos obligados a negarle lo que pedía. Relaté mi sueño que él reconoció como verdadero. Había abusado de sí mismo desde su juventud, y había continuado haciéndolo durante su matrimonio, pero dijo que procuraría librarse del vicio. 1JT 257.2
Este hombre tenía que vencer un hábito fomentado durante mucho tiempo. Ya era hombre de edad madura. Sus principios morales eran tan débiles, que se desmoronaban cuando tenían que luchar con un vicio tan arraigado. Las pasiones más bajas habían adquirido gran ascendiente sobre su naturaleza superior. Le interrogué acerca de la reforma pro salud. Dijo que no podía vivir de acuerdo con ella. Su esposa arrojaba de la casa la harina integral si se la traían. Sin embargo esta familia había recibido ayuda de la iglesia. Se habían hecho oraciones en su favor. Había muerto su hijo, la esposa estaba enferma, y el esposo y padre nos presentaba su caso para que lo llevásemos a un Dios puro y santo, a fin de que realizase un milagro y lo sanase. Las sensibilidades morales de este hombre estaban embotadas. 1JT 257.3
Cuando los jóvenes adoptan prácticas viles mientras su espíritu es tierno, nunca obtendrán fuerza para desarrollar plena y correctamente su carácter físico, intelectual y moral. Allí había un hombre que se degradaba diariamente, y sin embargo se atrevía a comparecer en la presencia de Dios, para pedir renovación de la fuerza que había despilfarrado vilmente, y que, si le era concedida, consumiría en su concupiscencia. ¡Qué tolerancia la de Dios! Si tratase al hombre de acuerdo con sus caminos corrompidos, ¿quién podría vivir delante de él? Y si nosotros hubiésemos sido menos cautelosos y hubiésemos presentado este caso a Dios, mientras practicaba la iniquidad, ¿nos habría oído el Señor? ¿Habría contestado? “Porque tú no eres un Dios que ame la maldad: el malo no habitará junto a ti. No estarán los insensatos delante de tus ojos: aborreces a todos los que obran iniquidad.” “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me oyera.” Salmos 5:4, 5; 66:18. 1JT 258.1
Este no es un caso aislado. Aun las relaciones matrimoniales no eran suficientes para preservar a este hombre de los hábitos corrompidos de su juventud. ¡Ojalá se me pudiera convencer de que los casos como el que presenté son raros; pero sé que son frecuentes! Los hijos que nacen de padres dominados por pasiones corrompidas resultan inútiles. ¿Qué puede esperarse de tales hijos, sino que se hundan aún más bajo que sus padres? ¿Qué puede esperarse de esta generación naciente? Miles carecen de principios. Estos mismos transmiten a su posteridad sus propias pasiones miserables y corruptas. ¡Qué legado! Miles arrastran sus vidas sin principios, contaminan a los que viven con ellos; y perpetúan sus pasiones degradadas, transmitiéndolas a sus hijos.
Vuelvo al caso de los cristianos. Si todos los que profesan obedecer la ley de Dios estuvieran libres de iniquidad, mi alma quedaría aliviada; pero no lo están. Aun algunos de los que profesan guardar todos los mandamientos de Dios son culpables del pecado de adulterio. ¿Qué puedo decir para despertar sus sensibilidades embotadas? Los principios morales, aplicados estrictamente, son la única salvaguardia del alma. Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase más sencilla, es ahora. No debe ponerse carne delante de nuestros hijos. Su influencia tiende a excitar y fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a amortiguar las facultades morales. Los cereales y las frutas, preparados sin grasa y en forma tan natural como sea posible, deben ser el alimento destinado a todos aquellos que aseveran estar preparándose para ser trasladados al cielo. Cuanto menos excitante sea nuestra alimentación, tanto más fácil será dominar las pasiones. La complacencia del gusto no debe ser consultada sin tener en cuenta la salud física, intelectual o moral. -1JT 259.1 (Joyas de los Testimonios)
Cita 2
Antes si afligiere, también se compadecerá según la multitud de sus misericordias. Porque no aflige ni congoja de su corazón a los hijos de los hombres. Lamentaciones 3:32, 33.
“Cuando mi hijo mayor tenía 16 años, enfermó gravemente. Se consideró que su caso era desesperado. Nos llamó junto a su cama y nos dijo: ‘Papá, mamá, será muy penoso para Vds. separarse de su hijo mayor. Si el Señor lo considera conveniente me conservará la vida por amor a vosotros, y me sentiré feliz. Pero si es para mi bien y para gloria de su nombre que mi vida termine hoy, estoy dispuesto. Vayan a orar cada uno separadamente y recibirán una respuesta de acuerdo con la voluntad del Salvador a quien Vds. y yo amamos.’ … “Nuestro hijo murió, con toda su confianza puesta en Jesús nuestro Salvador. Su muerte fue un golpe terrible para nosotros, pero fue al mismo tiempo una victoria, porque su vida estaba escondida con Cristo en Dios. “Antes de morir nuestro hijo mayor, mi bebecito enfermó de muerte. Oramos para que el Señor nos concediera la vida de nuestro tesoro; pero la muerte cerró sus ojos y entró al descanso hasta que el Dador de la vida venga para despertar a sus amados para darles la gloriosa inmortalidad. “Luego mi esposo, el fiel siervo de Jesucristo, que estuvo a mi lado durante 36 años, me fue arrebatado y quedé sola en mi obra…. ¡Cuánto lo echo de menos! ¡Cuánto echo de menos sus palabras de consejo y sabiduría! … Pero el Señor ha sido mi Consolador…. Todos nos reuniremos nuevamente en las cortes celestiales. Poned vuestra confianza en el Señor y no temáis.”—Selected Messages 2:258, 259.
GUILLERMO MILLER
Al predicar la doctrina del segundo advenimiento, Guillermo Miller y sus colaboradores no tuvieron otro propósito que el de estimular a los hombres para que se preparasen para el juicio. Habían procurado despertar a los creyentes religiosos que hacían profesión de cristianismo y hacerles comprender la verdadera esperanza de la iglesia y la necesidad que tenían de una experiencia cristiana más profunda; trabajaron además para hacer sentir a los inconversos su deber de arrepentirse y de convertirse a Dios inmediatamente. “No trataron de convertir a los hombres a una secta ni a un partido religioso. De aquí que trabajasen entre todos los partidos y sectas, sin entremeterse en su organización ni disciplina”. CS 373.1
Miller aseveró: “En todas mis labores nunca abrigué el deseo ni el pensamiento de fomentar interés distinto del de las denominaciones existentes, ni de favorecer a una a expensas de otra. Pensé en ser útil a todas. Suponiendo que todos los cristianos se regocijarían en la perspectiva de la venida de Cristo, y que aquellos que no pudiesen ver las cosas como yo no dejarían por eso de amar a los que aceptasen esta doctrina, no me figuré que habría jamás necesidad de tener reuniones distintas. Mi único objeto era el deseo de convertir almas a Dios, de anunciar al mundo el juicio venidero e inducir a mis semejantes a que hiciesen la preparación de corazón que les permitirá ir en paz al encuentro de su Dios. La gran mayoría de los que fueron convertidos por medio de mi ministerio se unieron a las diversas iglesias existentes”. –Bliss, 328. CS (El Conflicto de los Siglos)
Cita 4
Jaime no lo sabía, pero estaba entrando en el último año de su vida. Tenía casi 59 años; Elena, 52. Era un tiempo para que Jaime alcanzase un carácter más apacible, pero no siempre a un ritmo parejo. Él sentía que tenía que deponer las cargas del liderazgo. Sus actividades y declaraciones a veces erráticas, más la luz dada a Elena en visión, como también su propio juicio, indicaban claramente que el tiempo para ello había llegado. Y él realmente trató de hacerlo… –MV 209.3-MV 209.5 (Elena De White: Mujer De Visión)
Cita 5
Si el Señor me coloca la carga, debo ir no importa cuán desagradable pueda considerar el asunto. No quiero avanzar un paso más allá de lo que el Señor me dirija por su Espíritu Santo. A veces temo que es un pavor cobarde que siento por el agua lo que hace que no me decida a ir inmediatamente a Oregon. Pero me propongo no examinar mi voluntad sino la voluntad de Dios… Oh, tiemblo por mí misma, no sea que después de haber predicado a otros, “yo misma venga a ser reprobada” (Carta 22, 1880). . MV 208.1
Al fin de la experiencia de la caravana, Elena informó a sus hijos:
Acabo de leer vuestras cartas y lloré como una criatura… Supongo que estaba aniñada, pero he estado enferma todo el viaje. Perdí 6 kilogramos (12 libras). No hubo descanso, ni un poquito siquiera, para la pobre Marian y para mí. Hemos trabajado como esclavas. Cocinamos repetidamente la mitad de la noche. Marian, la noche entera…
He hablado cada sábado para nuestro campamento porque nadie parecía sentir la carga, y cada sábado de noche o domingo en los pueblos y villas. Estoy desgastada y me siento como si tuviera 100 años… Se ha ido mi ambición; se ha ido mi fuerza, pero esto no durará…
Espero que mediante la luz animadora del rostro de mi Salvador, tenga el poder para recuperarme… Ni siquiera he tenido tiempo para llevar un diario o escribir una carta. Desempacar y empacar, correr, cocinar, poner la mesa, eso ha sido la orden del día… Marian nos asombra a todos. Ella realmente se está olvidando de sí misma y es una ayuda eficiente. Qué podría haber hecho a menos que ella hubiese llevado la carga es más de lo que puedo decir (Carta 20, 1879).
Escribiendo a los hijos el mismo día, Jaime White informó que su salud era la mejor que él había tenido en cuatro años (JW a WCW, 20 de mayo, 1879). . MV 205.1-MV 205.6
Mientras Jaime White se gozaba con la aventura, Elena no. Ella y Marian llevaron la carga de los trabajos domésticos en el campamento y de proveer las comidas a su parte del grupo de viajeros. Marian a menudo trabajaba tarde por la noche con un equipo de acampar incómodo. Había otro punto que tenía perpleja a Elena de White: ¿Era todo esto necesario y correspondía a la línea del deber? He aquí lo que escribió a los hijos en Battle Creek, sin duda con algo de exageración:
Preferiría asistir a veinte campestres con todo su cansancio, sabiendo que estaba haciendo bien a las almas, que estar aquí viajando en medio del campo. El panorama es hermoso, los cambios y la variedad agradables; pero me temo mucho que no estoy en la línea de mi deber. Oh, ¿cuándo terminará esta temible perplejidad?… Dios coloca un velo sobre mis ojos (Carta 20a, 1879). . MV 203.3-MV 203.5
Estábamos teniendo nuestra primera experiencia de viajar por tierra transportando a nuestros enfermos y a aquellos demasiado pobres como para pagar los gastos de un coche [de ferrocarril], pero el Señor cuidó de nosotros (Ibíd.).
La caravana avanzó hacia el norte dentro del territorio de los indios por 8 kilómetros (5 millas). Cuando llegó la noche, acamparon en la pradera abierta. Además de las carretas cubiertas, su equipo incluía tres carpas, dos cocinas y una estufa para acampar con plancha de hierro.
Las precauciones que tomaron armonizaban con las que generalmente se seguían en circunstancias semejantes. Se colocaron las carretas en un círculo rodeando los caballos y las mulas. Dos hombres portando armas hicieron guardia en turnos de dos horas.
Se armaron las carpas, pero antes de que estuvieran completamente preparadas azotó una severa tormenta. Elena de White describió la experiencia en una carta a los hijos que estaban en Battle Creek:
Antes de que se cavara una zanja alrededor de la carpa, se hicieron las camas sobre el terreno y sobre los armazones de las mismas. Cuando nos azotó la tormenta, no estábamos preparados y en diez minutos había varias pulgadas de agua en la carpa. Levantamos a las dos niñas y colocamos la cama y la ropa de cama sobre nuestro propio armazón, y nos encontramos metidos en un verdadero revoltijo.
Después de un tiempo nosotras cuatro —Marian [Davis], Adelia Cole, Etta Bears y yo— decidimos dormir transversalmente sobre la cama, y que papá se alojase con el doctor en la carreta, y Corliss en nuestro carruaje. De ese modo volvimos a descansar… A la noche siguiente nos alojamos de la misma manera (Carta 20a, 1879).
El domingo de mañana estaban nuevamente en viaje. Al acampar por la noche en un lugar al que se hacía referencia como Muro de Piedra, ella informó a los hijos en Battle Creek:
Hemos llegado hasta este punto en nuestro viaje a Colorado. Hemos viajado cuatro días. Ayer descansamos. Hablamos en nuestra carpa a nuestro grupo de 31 personas. Lo hicimos con mucha libertad. Hoy recogimos casi un kilo (cerca de un cuarto de galón) de frutillas. Acabo de recoger un atado grande de verduras a fin de cocinarlas para nuestro desayuno. Mientras Papá está comprando cubetas de agua y harina de maíz, yo estoy escribiendo.
Papá anda a caballo una parte considerable del tiempo. Está disfrutando mucho del viaje…. MV 202.1-MV 202.9
El 6 de enero Elena de White escribió a Edson sobre la situación del hogar:
Papá está bien, se encuentra alegre y feliz. Es muy amable y tierno conmigo, y piensa en mi comodidad. Está muy activo (Carta 3a, 1879).
Una semana más tarde exclamó: “No sé si alguna vez hemos disfrutado de la sociedad mutua como lo hacemos ahora” (Carta 5a, 1879). Cerca del fin del invierno, les escribió llena de sentimiento a William y Mary:
[Papá] está con una buena actitud mental, dispuesto a ser aconsejado y escuchar recomendaciones. No es tan firme y resuelto en implementar sus ideas. Hemos tenido un invierno placentero y armonioso como nunca lo hemos disfrutado en nuestra vida (Carta 18, 1879). . MV 199.1-MV 199.4
Elena de White estaba enferma y desanimada y demasiado débil como para asistir a esta reunión. Fue a la reunión bajo carpa el domingo siguiente, pero se sentía demasiado miserable como para disfrutarla. Pronto escribió sobre la experiencia al presentar el Testimonio N” 5 en forma de panfleto. Allí mencionó que su enfermedad del corazón tenía la tendencia de “deprimir” su espíritu y “destruir” su “fe y valor”. A menudo, cuando se retiraba por la noche a descansar, sentía que su vida podría interrumpirse abruptamente en cualquier momento. Ella informó que fue en esa circunstancia que se desmayó a medianoche en esta ocasión, presumiblemente el domingo 4 de junio.
Se llamó a los Hnos. Andrews y Loughborough, quienes ofrecieron peticiones fervientes a Dios en su favor. Ella fue arrebatada en visión. Desaparecieron la pesada carga y depresión que sentía en su corazón y se le mostró una cantidad de cosas para presentarlas a la iglesia (1T, p. 185),
Primero, se le dieron instrucciones respecto a su experiencia personal. Vio “que Satanás había tratado de impulsarme al desánimo y la desesperación, y de hacerme desear la muerte antes que la vida” (Ibíd,).
También vio que el mensaje de Laodicea se aplicaba al tiempo presente, y que “el mensaje no cumpliría su obra en unos pocos breves meses. Está diseñado para despertar al pueblo de Dios, a fin de que… sea capacitado para el fuerte clamor del tercer ángel” (Id., p. 186).
Luego la visión se refirió al tema que el congreso había estado considerando esa misma noche. Ella escribió lo siguiente al respecto:
El plan de benevolencia sistemática agrada a Dios. Se me señalaron los días de los apóstoles, y vi que Dios trazó el plan mediante el descenso de su Espíritu, y que a través del don de profecía aconsejó a su pueblo en cuanto a un sistema de benevolencia. Todos tenían que compartir en esta obra (Id., p. 190).
Los registros indican que esta visión marcó un cambio en el curso de la salud de Elena de White. . MV 72.4-MV 73.3
El movimiento estaba creciendo. A medida que se extendía al Oeste, había familias de recursos que aceptaban el mensaje. Para algunos era difícil captar su responsabilidad de dar apoyo financiero a la causa que amaban. Durante los años 1857 y 1858 la situación se volvió desesperada. No había organización de la iglesia ni tampoco tesorería de la iglesia. Aquellos que se sentían llamados a entrar en el ministerio enfrentaban grandes sacrificios, porque dependían de donativos que se les entregaban al trasladarse de un lugar a otro. Se requería consagración y sacrificio.
John Loughborough informó respecto al apoyo financiero durante cuatro meses de servicio mientras celebraba reuniones bajo carpa en Illinois, que había recibido comida, alojamiento, gastos de viaje y unos $15 en efectivo. Esto no le dejaba mucho para llevar a la casa a su esposa, Mary.
“Durante todo el invierno de 1857-1858 —dijo—, recibí tres pasteles de azúcar de arce de 4 kilogramos (10 libras), 350 kilogramos de trigo (10 bushels), 175 kilogramos de manzanas (5 bushels), 175 kilogramos de papas (5 bushels), un jamón, la mitad de un cerdo pequeño, 9 kilogramos de frijoles y 4 dólares en efectivo. Esto, más la pequeña ganancia con nuestros pensionistas, me permitió llegar al fin del invierno en mejores condiciones que otros de nuestros ministros” (PUR, 6 de octubre, 1910).
Jaime y Elena White también estaban luchando. Mientras que algunos de los ministros tenían que abandonar su tarea de tanto en tanto y trabajar con sus manos para sostener a sus familias, Jaime White descubrió mientras viajaba entre los creyentes que estaban aquellos que necesitaban Biblias y otros libros. Él compraba materiales y los llevaba consigo, o los enviaba desde Battle Creek. Vendía estos materiales con una ganancia.
Las cosas habían llegado a un estado tal que debía encontrarse un plan permanente para proveer recursos financieros a la iglesia creciente. En estas circunstancias Elena de White le dijo a su esposo: “El Señor me ha mostrado que si tú convocas a los ministros para una reunión y haces que J. N. Andrews venga desde Waukon y celebre una clase bíblica, encontrarás que en las Escrituras hay un plan completo para sostener… la obra del ministerio” (lbíd.).
Jaime White pidió a Andrews que viniese a Battle Creek para dicho estudio, sobre el cual informó J. N. Loughborough. Varios obreros, incluyendo a J. N. Andrews, se reunieron por dos días en Battle Creek para estudiar un sistema de finanzas para la iglesia emergente que estuviese basado en la Biblia. El plan que se desarrolló fue presentado a la Iglesia de Battle Creek en una reunión de negocios el siguiente domingo de noche, 16 de enero de 1859. El propósito era inducir a todos a sostener la causa de la verdad presente y al mismo tiempo aliviar a algunos que habían dado por encima de su verdadera capacidad.
Se eligió a los hermanos Andrews, Frisbie y White para que preparasen una exposición formal sobre el plan de benevolencia sistemática, fundado en las declaraciones de la Escritura (RH, 3 de febrero, 1859). Dos semanas más tarde, el 29 de enero, después que pasaron las horas del sábado, se reunió la iglesia para oír la lectura de esa exposición. El informe fue adoptado unánimemente.
Este plan, desarrollado por dirigentes destacados de la iglesia, llegó a conocerse desde el principio como el de la “benevolencia sistemática”. Casi desde el comienzo se notó la estrecha relación entre el plan de benevolencia sistemática y el diezmo. A comienzos de 1861 Jaime White, en una hoja impresa poco conocida y de corta existencia, se refirió al plan de benevolencia sistemática como el diezmo.
Proponemos que los amigos den un diezmo, o una décima parte de sus ingresos, estimando que sus ingresos son el diez por ciento de lo que poseen (Good Somantan, enero de 1861).
Luego vienen las donaciones personales. Que los jóvenes que no tienen propiedades imponibles se adelanten aquí noblemente [con sus ofrendas], como también las jóvenes (RH, 9 de abril, 1861).
El plan de benevolencia sistemática recibió prontamente el apoyo de Elena de White, y ella lo ligó al diezmo. Al comienzo no se separaban los diezmos y las ofrendas. La demanda de fondos era principalmente para apoyar a los ministros y la obra evangelizadora.
A medida que se ampliaba la obra de la iglesia, el desarrollo de la misma demandaba una separación de fondos en dos grupos, “diezmos” y “ofrendas”. También se llamó repetidamente la atención de dirigentes y miembros al uso preciso del diezmo, un fondo sagrado para sostener el ministerio de la iglesia… –MV 70.1-MV 71.6 (Elena De White: Mujer De Visión)
Cita 6
Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Ezequiel 3:17.
Anoche me hallaba en visión ante una reunión de nuestro pueblo, dando un decidido testimonio acerca de la verdad presente y del deber actual. Después de terminado el discurso, muchos me rodearon planteando interrogantes. Querían tantas explicaciones acerca de este punto, y de aquel punto, y de otro punto más, que dije: “Uno a la vez, por favor, no sea que me confundan”. Entonces les dirigí una apelación, diciéndoles: “Durante años han tenido muchas evidencias de que el Señor me ha dado una obra para hacer. Esas evidencias no podrían haber sido más grandes de lo que son. ¿Apartarán de ustedes todas las evidencias como si fueran una telaraña, por las sugerencias de incredulidad de un hombre? Lo que me produce dolor de corazón es el hecho de que muchos que ahora se sienten perplejos y tentados tuvieron abundantes pruebas y la oportunidad de evaluar, de orar y de comprender y, a pesar de ello, no disciernen la naturaleza de los sofismas que se les presentan para influir en ellos a fin de que rechacen las advertencias que Dios ha dado para salvarlos de los engaños de estos últimos días”.
Algunos han tropezado por el hecho de que yo dije que no pretendo ser profetisa, y han preguntado, “¿por qué?” No tengo pretensiones para presentar salvo la que se me ha dado, de que soy la mensajera del Señor… Al comienzo de mi obra varias veces se me preguntó: “¿Es usted profetisa?” Siempre respondí: “Soy la mensajera del Señor”. Sé que muchos me han llamado profetisa, pero yo no he reclamado este título. Mi Salvador me declaró su mensajera. “Tu obra” -me instruyó-, es llevar mi Palabra. Surgirán cosas extrañas. En tu juventud te aparté para llevar el mensaje a quienes yerran, para llevar la Palabra a los incrédulos y para que con la pluma y la voz repruebes sobre la base de la Palabra las acciones que no son correctas. Exhorta con la Palabra. Voy a abrir mi Palabra delante de ti…
Mi Espíritu y mi poder estarán contigo. “No temas a los hombres, porque mi escudo te protegerá. No eres tú quien habla. Es el Señor que da el mensaje de advertencia y reproche. Nunca te desvíes de la verdad bajo circunstancia alguna. Da la luz que yo te daré. Los mensajes para estos últimos días debieran escribirse en libros y debieran inmortalizarse, a fin de testificar contra los que se regocijaron una vez en la luz, pero que han sido impulsados a abandonarla debido a las influencias seductoras del mal”.—Manuscrito 63, del 26 de mayo de 1906, “Una mensajera”. (Alza tus Ojos – 26 de Mayo).
Cita 7
Mírame, y ten misericordia de mí; da poder a tu siervo, y guarda al hijo de tu sierva. Salmos 86:16.
Querida hermana McDearmon… Me estoy volviendo tan anciana como Ud. No recuerdo exactamente su edad. Yo he pasado ya los setenta y ocho, pero puedo realizar una cantidad de trabajo escribiendo. Anhelo descansar, pero el Señor me preserva de manera que no sufro mucho dolor… Ud. y yo no viviremos mucho más tiempo, pero nos mantendremos aferradas de la fe y las bendiciones del Señor mediante la obediencia a todos sus mandamientos.
Estoy tratando de hacer lo que puedo, escribiendo las cosas que debo escribir. Anhelo grandemente mantenerme trabajando, y dar mi testimonio hasta el final. Tendré setenta y nueve años el 26 de noviembre próximo. Y con todo, puedo realizar mucha obra escribiendo. Aunque tengo la mente cansada, con todo veo que hay mucho para hacer. Nuestra lucha terminará pronto, pero el Señor es bondadoso y misericordioso. Cuando ésta concluya, descansaremos en la esperanza hasta la mañana de la resurrección. Entonces sonará la trompeta final y veremos al Rey en su hermosura y contemplaremos sus encantos inigualables.
Mi querida hermana, tenemos una esperanza preciosa; permitamos que nuestros corazones descansen constantemente en Dios. La verdad triunfará y logrará la victoria… El Señor estará con Ud. El es su ayuda siempre presente y Ud. sabe que El nunca la dejará ni la abandonará. Ud. debiera recibir el mejor de los cuidados y vivir el tiempo que le resta en este mundo hasta que llegue el momento del tranquilo reposo, en plena esperanza de la recompensa que recibirá el vencedor. Descanse simplemente en su creencia en la verdad. No se preocupe por cosa alguna. Ud. ha guardado la fe y le está reservada la corona de vida, la cual Cristo, el Juez justo, le dará en aquel día, y no solamente a Ud. sino a todos los que aman su venida. Véase 2 Timoteo 4:8. El Señor la cuidará y bendecirá.
Toda su esperanza, lo sé, está en Jesús, y Ud. puede descansar en su amor. Los ángeles del Señor estarán alrededor de Ud. Puede descansar con fe en nuestro Señor, y creer siempre que su vida está “escondida con Cristo en Dios”. Colosenses 3:3. Quiera el Señor ser una bendición continua para Ud., querida y anciana hermana. Yo descanso plenamente en el Señor Jesús. Seguiremos esperando, orando, creyendo y confiando en su Palabra viviente. Nuestra querida hermana [María] Kelsey ha terminado ya sus tribulaciones terrenales. Ella fue fiel y leal. Nos encontraremos en la ciudad de nuestro Dios. Con gran amor, Elena G. de White. —Carta 168, del 30 de mayo de 1906, dirigida a la hermana Melinda McDearmon, madre de Emma, la esposa de Edson White. (Alza tus Ojos – 30 de Mayo).
Cita 8
Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Santiago 3:17.
Queridos Edson y Emma:… Mi mayor deseo es que ustedes sean instrumentos pulidos en las manos de Dios para ser empleados en su gloria. Espero que no piensen que pueden avanzar apoyados en su propia fuerza, dependiendo de su propio juicio. Busquen la sabiduría de lo alto. Sean genuinos, sean nobles en propósito, tengan normas de vida elevadas y el Dios de paz los santifique enteramente, alma, cuerpo y espíritu. No cesen de escudriñar, de estudiar, y de llegar al fondo mismo de las cosas. El Señor los ayudará en todos sus esfuerzos fervientes, mis queridos hijos. Si ambos se consagran plenamente a Dios y a su obra, El los aceptará. No tendrán la recompensa aquí, pero deben buscarla en el futuro, cuando el Maestro pronuncie el “bien has hecho”…
Todos los que entren al cielo deben ser sometidos a prueba; deben ser probados como el oro en el fuego mientras están en este mundo. Nuestro mayor peligro estribará en la seguridad carnal.
Dios los ayude, hijos míos, a no vanagloriarse nunca en el yo. A menos que ambos velen en oración, al fin fracasarán. Nunca imaginen que es fácil vivir una vida esforzada… Ten seguridad, hijo mío, cava hondo, echa los cimientos firmemente. No cejes en tus esfuerzos por buscar a Dios. No procures encubrir o disculpar un pecado, sino indaga profundamente. Cuídate de no obrar por impulso y llamarlo celo religioso. Las influencias que nos rodean pueden afectar los sentimientos de muchos.
El buen ejemplo de otros puede ejercer influencia durante cierto tiempo, pero si el corazón no ha sido renovado, si no está totalmente convertido, regresará naturalmente a su propio ambiente. Velen, mis queridos hijos, contra el autoengaño. Los motivos egoístas quieren entrar furtivamente e infiltrarse en las mejores acciones, pero no le den lugar al diablo. Estimulen sus almas con un diario temor al pecado. Relaciónense con el cielo y los ángeles ministrarán en favor de ustedes… Aférrense a Jesús, su Salvador. El les proporciona evidencias continuas de su amor, por cuanto les ha dado momentos de adversidad repetidas veces. Si no podemos soportar estas pequeñas pruebas, si una ínfima cuota de prosperidad o adversidad revela que hay falsedad, orgullo y egoísmo en el corazón, si cedemos al desánimo y al pecado, si las burlas y el encono de los impíos nos afligen y disipan nuestro valor y esperanza, y desfallecemos en el día de infortunio, oh, ¿cómo nos sostendremos en pie cuando El venga?…
Oramos siempre por ustedes. Creemos que el Señor los está ayudando y bendiciendo. Tengan aspiraciones elevadas. Procuren más dignidad: la que nace del cielo. Mamá. —Carta 23, del 13 de julio de 1875, dirigida a Edson y Emma White. (Alza tus Ojos – 13 de Julio).
Cita 9
¿Por qué te abates, oh, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmos 42:5.
Querido esposo: Recibí tu telegrama…
Satanás no zarandeará la cizaña, puesto que no gana nada con ello. El zarandea el trigo. El diablo no probará, ni tentará, ni perseguirá a aquellos de quienes él está seguro porque viven en abierta transgresión a la ley de Dios. Procurará acosar y destruir a quienes se han enrolado en el ejército del Señor, bajo el estandarte manchado de sangre del Príncipe Emanuel. Los cristianos encontrarán y harán frente a muchos y severos conflictos con el taimado enemigo, que es cruel. Los colocará en las situaciones más difíciles y luego se regocijará de su angustia. Empero, gracias a Dios, Jesús vive para interceder por cada uno de nosotros. Nuestra seguridad consiste en encomendarnos a Dios y confiar por fe en los méritos del que dijo: “No te desampararé, ni te dejaré”. Hebreos 13:5.
Me gozo en que Jesús nos sostiene firmemente. Nuestro asidero es débil y fácil de quebrantar, pero nuestra seguridad depende de que el Señor nos sostenga fuertemente. Me regocijo en Jesús hoy. Esposo mío, hemos transitado durante treinta años uno al lado del otro afrontando pruebas y aflicciones de la vida en medio de las tentaciones y bofetadas de Satanás, cuyos dardos fueron lanzados hacia nosotros para herimos y destruirnos; pero Jesús ha sido nuestra defensa. Satanás ha sido rechazado. El Espíritu del Señor ha levantado bandera en favor de nosotros contra el enemigo. Nuestro sol está declinando pero no se pondrá en la oscuridad. Jesús siempre vivirá para interceder por nosotros. En los últimos días de nuestra peregrinación reposaremos en Dios y esperaremos en El. Si caminamos con el Señor, nuestra fe brillará más y más hasta que el día sea perfecto, y al final la recompensa de los fieles será nuestra. A veces mi espíritu se siente triunfante en Dios. Tengo en vista ante nosotros el eterno peso de gloria. No lo hemos ganado nosotros. Oh, no, Jesús lo ganó para nosotros y es una dádiva gratuita, no por alguna justicia o bondad innatas. Caminemos las pocas horas de prueba que nos quedan, humildemente, con Dios, y hagamos con lealtad la obra que ha encomendado a nuestras manos. Me alegro de que estés en las viejas y grandes montañas [de Colorado]. Mi intención es estar pronto allí. Ser atraídos a Dios por medio de sus obras creadas es renovador e inspirador… Mientras contemplamos las magníficas obras de la creación de Dios podemos caminar con El. Podemos conversar con El. Tener a Dios como nuestro Compañero, nuestro Huésped, será el más elevado honor que el Cielo pueda otorgarnos. Que el Señor te bendiga ricamente, es la oración de tu Elena. —Carta 42, del 27 de julio de 1878, dirigida a Jaime White, presidente de la Asociación General. (Alza tus Ojos – 27 de Julio).
Cita 10
Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros. 1 Tesalonicenses 4:9.
La verdad, la preciosa verdad debe santificarnos, subyugarnos, refinarnos, elevarnos, y finalmente exaltarnos hasta un trono a la diestra de la Majestad del cielo. ¿Nos debilitaremos en poder espiritual por falta de ejercicio? ¿Pasaremos día tras día sin una experiencia clara y definida en la vida religiosa por permitir que nuestras mentes sean absorbidas por los negocios del mundo?
Aquí, mi querido hijo [Edson] está tu peligro. Aquí están los ardides de Satanás, enredándote. Las mismas facultades u órganos que cultivas se fortalecen e imperceptiblemente te estás colocando en una posición que te incapacitará para realizar la obra de Dios. El tiempo que deberías dedicar fervientemente a ella, en realidad lo estás usando para hacerte incompetente para la obra que Dios te concedería el honor de realizar en su causa. Pretexto tras pretexto has concebido en tu mente para excusarte de asumir la tarea que podrías hacer inmediatamente, pero estás esperando que este objeto se consiga o aquel proyecto se cumpla. No es para hacer una gran obra que estás capacitado ahora, sino son las pequeñas obligaciones relacionadas con la obra de Dios, las responsabilidades menores sobrellevadas con humildad y fidelidad, las que te calificarán para las responsabilidades mayores, para los cargos más importantes. Debes cultivar la pureza de motivos, los intereses generosos.
Manténte cerca de Willie, tu hermano menor. Que ninguna emulación o contienda separe tu corazón y afectos de él. Qué ningún sentimiento egoísta o celo encuentre cabida en ti. Desaloja de tu corazón todas estas cosas. Cultiva el amor, la confianza, la responsabilidad. Vive a la altura de las normas bíblicas. Practica la luz que Dios te ha concedido. Demuestra, con actitudes y palabras amables y con hechos generosos, tu verdadero interés y afecto por Willie. Todos los progresos que realices se reflejarán nuevamente en ti. Nunca estaré satisfecha hasta que los vea a ambos sólida, fuerte y amorosamente unidos en los lazos más estrechos de amor fraternal. Dios los ayudará a trabajar en este sentido. Tú eres mayor que Willie y debes procurar en toda forma ayudarlo y ligarlo a tu corazón. Amense como hermanos, sean compasivos, sean corteses.
La religión, hijo mío, no es como algunos la consideran, una tarea intelectual, una teoría. Debe llevarse a cabo en la práctica en todos los caminos y senderos de nuestra vida. Debe regir la vida como así también convencer la mente. Sólo ella debe purificar el corazón. Dios requiere de cada uno de los que profesamos su nombre que seamos buenos ciudadanos y que la vida de integridad estricta y devoción pura deje una brillante luz en el mundo. —Carta 35, del 30 de julio de 1876, dirigida a sus “Queridos hijos”; Edson acababa de cumplir 27 años; Willie tenía 21. (Alza tus Ojos – 30 de Julio).
Cita 11
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 2 Corintios 6:14.
Estimada hermana: No dejaré pasar más tiempo para escribirle lo que el Señor trae a mi mente. Su caso me fue presentado dos años atrás. En aquel entonces vi que Ud. era una mujer engañada. Ud. pensaba que poseía luz clara de Dios, pero eran tinieblas. Ha tenido visiones y una experiencia singular para Ud., pero que no está en armonía con el pueblo que Dios está guiando… No existe tal cosa como una santificación inmediata. Es una obra de todos los días.
El apóstol Pablo dice: “Cada día muero”. 1 Corintios 15:31. Se convertía a Dios diariamente. A medida que la verdad y el Espíritu de Dios le revelaban los defectos de su carácter, quitaba lo malo, moría al yo y se purificaba a sí mismo “de toda contarminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. 2 Corintios 7:1…Sus ideas peculiares han ejercido un control tan poderoso sobre su mente que Ud. no puede explayarse en ninguna otra cosa. En una reunión consideró que era su obligación especial imponer sus opiniones. Se ha colocado por encima de la iglesia como si hubiera sido exaltada y estuviera en la luz, y ellos deban ascender hasta su posición y aceptar sus puntos de vista. Ud. es fanática; su imaginación no es sana. Su influencia hará daño, sólo daño, a menos que se vuelva humilde y dócil para ser instruida…
Satanás logra el máximo éxito cuando puede llenar las mentes con este tipo de santa y piadosa consagración, que no tiene nada que ver con la consagración que se revela en la Palabra de Dios. En resumen, es un don espurio el que Ud. posee. Ud. recibió sus ideas de la santificación de los que aseveran estar santificados y ser santos, pero que no tienen amor por la ley de Dios ni tampoco por su venida. Recibió su luz de una fuente corrupta. La corriente que fluye de un manantial contaminado es impura. A medida que le escribo, su caso aparece más claro y evidente ante mí. Ha permitido que sus ideas de la santificación la unieran a quienes estaban groseramente pervertidos.
No ha obedecido la Palabra de Dios ni se ha abstenido de toda forma de iniquidad. Satanás ha deseado su alma para poder zarandearla como a trigo. Su “unión santificada, santa” (como Ud. la ha denominado) con individuos, ha sido un engaño de Satanás. Ud. ha estado asociada con huestes que eran… depravadas… y decía que ésta es la unión que existe entre Cristo y su Padre. Su concepto perverso de la santificación la ha inducido a apartarse de la Palabra de Dios. Tiene una obra que realizar para romper todo en pedazos, abandonar su experiencia de los últimos años, llegar a ser como niño y convertirse. Sea humilde y dócil para que Dios pueda guiarla. —Carta 10, del 5 de agosto de 1870, dirigida a un miembro de la iglesia del estado de Nueva York. (Alza tus Ojos – 5 de Agosto).
Cita 12
Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Salmos 34:4.
No hablen de las faltas de otros. Cuiden su propio jardín. Traten que sus corazones sean limpiados por el poder de Dios. Cuando haya problemas, en vez de perder la paciencia, en vez de irritarse y preocuparse, vayan al Señor y cuéntenle todo… No vayan a amigos humanos, porque ellos tienen demasiado con sus propias cargas… No piensen que colocando las cargas que tienen sobre otros encontrarán alivio. Acudan directamente al Salvador, y cuéntenle todo lo que los preocupa. Crean que es capaz y que está dispuesto a enfrentar las circunstancias del caso de ustedes. Cuando acudan contritos al pie de la cruz, cuando tengan fe en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado, recibirán poder a través de El. Y cuando echen sobre El sus almas impotentes, les dará paz, gozo, fortaleza y valor. Entonces estarán en condiciones de decir a otros cuán precioso es Cristo para ustedes.
Podrán decir: “Lo busqué, y encontré que es precioso para mi alma”. “Hallaréis descanso”. ¿Cómo? Mediante una experiencia viviente, debido a que el yugo de Cristo es un yugo de paciencia, bondad y longanimidad. Los que aprendan de su mansedumbre y humildad, aprendan también a amarse como Cristo los amó. Alcanzan un grado tal, que rehúsan criticar y condenar a otros. Saben que se les ha confiado una obra que ningún otro podrá hacer por ellos: aprender de Cristo. Cuando nos colocamos en sus manos, nos muestra las posibilidades que están delante de nosotros y nos invita a acudir en busca de ayuda a Alguien que es infinitamente superior a los seres humanos que yerran. Cristo es nuestra eficiencia.
¿Cómo lo es? Lo sé por experiencia propia. Hace muchos años, durante algún tiempo estuve desesperada. Entonces me entregué a la misericordia y al amor del Salvador y su poder reposó sobre mí. En una ocasión los que estaban trabajando [en la oficina de la Casa Editora] pensaron que había muerto. Pero de pronto elevé mi voz en oración. El poder de Dios estuvo sobre mí toda aquella noche, y a partir de ese momento comprendí que debía confiar en Cristo. Había estado orando y orando por ayuda, y durante todo ese tiempo mi Salvador había estado parado junto a mí, esperando que yo le reconociera como mi suficiencia, mi fortaleza y mi gracia. Aprendí la lección, y después de aquella oportunidad, cuando me arrodillaba a orar creía que recibiría una respuesta, ya fuera que sintiera o no que la recibía… ¡Oh, cuánto quisiera que honrásemos a Cristo dándonos cuenta de lo que El desea hacer por nosotros y aceptando su Palabra! Si lo hiciéramos, seríamos cristianos luminosos. Contemplando a Cristo somos transformados a su semejanza. —Manuscrito 118, del 11 de diciembre de 1904, “Unión con Cristo”. (Alza tus Ojos – 11 de Diciembre).
Cita 13
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo. Efesios 2:4, 5.
El corazón que se rinda a la sabia disciplina de Dios, habrá de confiar en cada manifestación de su providencia… La tentación procurará desalentarnos, pero, ¿qué se logra al ceder a la tentación? ¿Obtendrá, acaso, el alma algo mejor murmurando y quejándose de aquello que es la única fuente de poder? ¿Está el ancla echada dentro del velo? ¿Soportaremos la enfermedad? ¿Cuál será nuestro testimonio en los instantes finales de la vida, cuando los labios estén temblorosos por la muerte? ¡El ancla está firme! Yo sé que mi Redentor vive…
Oh Jesús precioso, amoroso, longánime, benigno ¡cuánto te adora mi alma! ¡Que un alma pobre, indigna, contaminada por el pecado pueda estar de pie delante del Dios santo, perfecta en justicia, sólo lo debemos a quien es nuestro Sustituto y Garantía!
Maravíllense los cielos y asómbrese la tierra, que la raza caída sea objeto de su infinito amor y gozo. El Creador se regocija por ellos con cánticos celestiales, mientras el hombre que fuera contaminado por el pecado, ha venido a ser limpio por la justicia de Cristo, para presentarse ante el Padre libre de mácula pecaminosa; sin “mancha ni arruga ni cosa semejante”. Efesios 5:27. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. Romanos 8:33.
Que toda alma débil y sacudida por la tempestad de las pruebas pueda anclarse en Jesucristo, y no centrarse tanto en sí misma como para pensar sólo en sus pequeños fracasos y en la interrupción de sus planes y esperanzas.
¿Acaso el plan de salvación no lo abarca todo? Si es el Dios infinito que me justifica, “¿quién es el que condenará? Cristo es el que murió”. Romanos 8:34. ¡El es quien, al morir por el hombre, demostró que lo ama tanto como para morir por él! La ley condena al pecador y nos lleva hasta Cristo. Dios es quien justifica y perdona. Satanás nos acusará y pedirá destruirnos, pero es Dios quien abrirá una puerta al refugio. Y es Dios el que justifica a quien traspasa el umbral de esa puerta. Entonces, si Dios es por nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? ¡Oh qué verdad gloriosa, brillante!
¿Por qué los hombres no pueden discernirla? ¿Por qué no caminan en sus brillantes rayos de luz? ¿Por qué no hablan del amor maravilloso de Cristo los creyentes?… Dios vive y reina. Todos los salvados deben luchar virilmente como soldados de Jesucristo; entonces sus nombres serán registrados en los libros del cielo como fieles y verdaderos. Ellos realizarán las obras de Jesucristo, pelearán la buena batalla de la fe. —Carta 2, del 29 de diciembre de 1889, dirigida a Mary White, la primera esposa de W. C. White, quien estaba muriendo de tuberculosis. (Alza tus Ojos – 29 de Diciembre).
Cita 14
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9.
Dormí muy poco la noche pasada. Traté de mirar a Jesús, de ponerme en las manos del gran Médico. El ha dicho: “Bástate mi gracia”. La gracia de Cristo induce a los hombres a pronunciar palabras acertadas en todas circunstancias. El sufrimiento físico no excusa las acciones anticristianas. Durante estas horas de insomnio, el tema de la victoria era el motivo central de mis pensamientos. “Al que venciere -declara el Señor-, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21.
Hay quienes siempre presentan excusas por andar de acuerdo con los consejos del enemigo. Hay quienes piensan que porque padecen una debilidad física, tienen el privilegio de pronunciar palabras mezquinas y actuar de manera antipática. Pero, ¿acaso no ha hecho provisión Jesús para que los tales venzan la tentación? ¿Han de ser desagradecidos e impíos por causa de las pruebas y las aflicciones? ¿No son acaso los rayos de la justicia de Cristo lo suficientemente luminosos como para disipar las sombras de Satanás?
Se afirma que la gracia de Dios es suficiente para contrarrestar todos los males y las pruebas contra los cuales tienen que luchar los seres humanos. ¿Podrá carecer de poder entonces contra las debilidades físicas? ¿Retrocederá la gracia divina mientras Satanás ocupa el campo y mantiene sus víctimas bajo el poder de sus malos atributos? ¡Oh, cuán precioso es Jesús para el alma que confía en el! Pero muchos andan en tinieblas porque sepultan su fe en las sombras de Satanás. No han hecho lo que podían hacer por medio de la gracia de Jesús. No hablan acerca de la fe, la esperanza y el valor.
Jamás deberíamos permitirle a Satanás que crea que su poder para perturbar y molestar es mayor que el poder de Cristo para sostener y fortalecer. Hay que “orar siempre y no desmayar”. Lucas 18:1. Toda oración sincera que se ofrece a Dios va mezclada con la eficacia de la sangre de Cristo. Si la respuesta se demora, se debe a que Dios desea que manifestemos una santa osadía al reclamar el cumplimiento de la palabra empeñada por Dios. Fiel es el que prometió. —Manuscrito 19, del 17 de junio de 1892. (Cada Día con Dios – 17 de Junio).
Cita 15
El apóstol Pablo, que había recibido muchas revelaciones del Señor, hizo frente a dificultades provenientes de diversas fuentes, y en medio de todos sus conflictos y vicisitudes no perdió su confianza en Dios. Bajo la dirección especial del Espíritu Santo su juicio se purificó, refinó, elevó y santificó. Las artimañas de los seres humanos y del enemigo lanzadas contra él, eran medios de disciplina y educación para él, y afirmó que de ese modo había logrado un conocimiento muy excelente, porque dependió del Señor Jesús. “Y ciertamente -declaró-, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”. Filipenses 3:8. ¡De qué manera enriquece este Evangelio el huerto del alma, disponiéndolo para que produzca los más preciosos frutos!…
Jesús siente todos los tormentos del pesar que experimentan los que están consagrados a su servicio, y que están haciendo su obra en medio de grandes dificultades. Meditemos en el amor de Jesús para tener valor y fe. El Señor vive y reina. Habrá consejeros imprudentes que tratarán de confundirnos, pero miremos a Jesús y confiemos en él en todo momento. Ha sido nuestro Ayudador y lo seguirá siendo…
A veces me siento muy perpleja porque no sé qué debo hacer, pero no me dejo deprimir. He resuelto que la luz del sol, en la mayor medida posible, entre en mi vida. La deuda en que he incurrido al tratar de ayudar a la causa de Dios a veces me preocupa. Contraje deudas para tratar de impulsar la obra en Australia. La publicación de El Deseado de Todas las Gentes implicó una inversión importante, y aún les estoy debiendo algo a las casas editoras… La casa en que vivo actualmente la pagué con dinero prestado. Estoy tan dispuesta a vender esta propiedad como lo estuve para comprarla. No tengo morada en este mundo. Cuando el Señor diga: “Vé, promueve la obra en otros lugares”, alegremente iré…Mi confianza es inquebrantable. No estoy desanimada porque puedo aferrarme de la mano de Cristo. Estemos siempre alegres, para que otros no se contagien de nosotros con el espíritu del desánimo. —Carta 127, del 1 de julio de 1903, dirigida al pastor S. N. Haskell, un obrero que trabajó por largos años con la Hna. White. (Cada Día con Dios – 1 de Julio).
Cita 16
Y como tus días serán tus fuerzas… El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos. Deuteronomio 33:25, 27.
Estoy tan agradecida a mi Padre celestial por bendecirme diariamente. Hace una semana me sentía completamente fatigada debido al esfuerzo que había hecho para escribir. Mi mente no quería trabajar, y me sentía muy deprimida. Casi había abandonado la esperanza de volver a sentirme bien. Pero una noche oré a Dios muy fervientemente para que me proporcionara su poder sanador y fortalecedor, a fin de que pudiera escribir algunas cosas que debían ser publicadas. Entonces me dispuse a dormir. Durante la noche me pareció estar hablando a diferentes congregaciones con respecto al poder sanador y vivificante del Espíritu Santo. A las dos y media me desperté. El dolor de cabeza había desaparecido, y la suavizante influencia del Espíritu Santo reposaba sobre mí. Caminé por mi habitación y alabé a Dios. Tomé la pluma y descubrí que mi mente estaba despejada y que podía escribir tan bien como antes. Desde ese momento he escrito mucho.
Nuestro Salvador es el médico más experto del mundo. Lo alabo por la notable bendición que me concedió en ese momento. La verdadera religión tiene siempre presente la honra y la gloria de Dios.Debemos considerar a nuestro Padre Celestial con santo temor y reverencia. Requiere gozosa obediencia de su herencia adquirida con sangre. Al comprender su gran amor, nuestros corazones se llenarán de gratitud, lo serviremos con alegría, y pondremos firme y confiadamente toda nuestra fe en él.
Deseo expresar en mi vida de servicio mi gozo en Cristo. Deseo ser imbuida de su Espíritu a fin de ser una bendición para los demás. Tenemos la promesa: “Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí”. Jeremías 32:39, 40. Dios es “grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras”. Jeremías 32:19. —Carta 139, del 17 de abril de 1904, dirigida al Hno. Robert Vickery, miembro laico de la Asociación de Illinois. (Cada Día con Dios – 17 de Abril).
Cita 17
Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Lucas 12:33.
Todos estamos bien esta mañana. Anoche me vinieron a ver el señor A y su señora. Tuvimos una buena conversación. Esta se refirió a las acciones bursátiles, y al hecho de que muchos se están enriqueciendo al invertir de ese modo su dinero. Algunos también están perdiendo plata. Por eso el Sr. A. y su esposa discutían acerca de pérdidas y ganancias con las Hnas. B y C. -Ahora bien -dijo la Sra. A.-, la Sra. de White debe decir algo. Debe decirnos lo que piensa. Todavía no ha dicho una palabra. -Bien -dije yo lentamente-, hace muchos años que he estado invirtiendo en acciones y no he sufrido pérdida alguna. He obtenido de vuelta todo el capital con altos intereses. Todos me miraron sorprendidos. La Hna. C sonrió. El Sr. A me preguntó: –¿Dónde ha invertido usted su dinero? -En el banco del cielo. He estado enviando mis tesoros por adelantado al cielo. El dueño de este banco celestial me ha advertido diciéndome: “No te hagas tesoros en la tierra”, y me advirtió de los peligros de grandes pérdidas en que podía incurrir; en cambio, me aconsejó de este modo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan”. Mateo 6:19.
Esta inversión es segura y rendirá ganancias inmensas.-Y acumulará ganancias cada día que pase -afirmó la Sra. A-. Usted no necesita preocuparse con el alza y el descenso del valor de las acciones. Es ganancia segura; no hay peligro de pérdidas… Alabemos el nombre del Señor por la evidencia que tenemos diariamente de que nuestro tesoro está invertido en el cielo: Preciosa inversión. Necesito cada día la seguridad de que Jesús es mío y yo soy de él.—Carta 20, del 1 de mayo de 1876. “A los ricos de este siglo manda… que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir, que echen mano de la vida eterna”. 1 Timoteo 6:17-19. He aquí una inversión sabia y perfectamente segura; aquí se nos recomienda definidamente a cada uno que hagamos buenas obras. He aquí ganancias valiosas. No hay peligro de pérdida en ellas.—Testimonies for the Church 1:693.(Cada Día con Dios – 1 de Mayo).
Cita 18
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Juan 14:18.
Aunque no pude dormir muy bien anoche, mi paz era como un río. Mi amor por Jesús crece en mi corazón, y ciertamente lo amo, y de él mana la gratitud. El carácter precioso de la verdad divina aparece con mucha claridad y fuerza en mi mente, y anhelo comunicarlo a todos los que pueda alcanzar, para consolarlos y animarlos con el mismo consuelo con que yo soy consolada. No siento en lo más mínimo depresión de espíritu.
Surgen en mi mente agradables visiones e ideas como si fueran preciosos paisajes dorados, y mi corazón está lleno de alegría, y siento un fuego en el alma que anhela hallar expresión. Al leer las Escrituras, me parece que cada letra resplandece (las sentencias parecen tan frescas, nuevas e importantes), y mi corazón está en plena armonía con todas ellas. Me siento constantemente agradecida, aun de noche, cuando no puedo dormir. Sé que en mi experiencia de todos los días está presente el Espíritu Santo cuando leo su Palabra para implantar la verdad en mi corazón, para que pueda manifestarla a los demás mediante mi vida y mi carácter. El Espíritu de Dios extrae la verdad de las páginas sagradas, donde él mismo las ha colocado, y la estampa en el alma.
¡Qué santa alegría, qué consuelo pueden llegar a ser nuestros para impartirlos a los demás! Asistí a la reunión de la tarde [en Ballarat, Nueva Gales del Sur, Australia], y había más gente para oír la Palabra de lo que yo esperaba. Hablé acerca de Juan 14:15-24. El Señor me dio palabras para hablar a la gente con el fin de presentarle la preciosa seguridad que da Cristo a todos los que conocen sus mandamientos y los guardan. Jesús pide evidencias de su amor por él. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15. Si fuera imposible que guardáramos sus mandamientos, ¿por qué habría de dirigirnos, entonces, estas palabras? El siguiente versículo nos presenta un tesoro de conocimiento: “Y yo rogaré al Padre [aunque no esté con vosotros], y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Vers. 16… ¿No hay seguridad, acaso, en esta promesa? ¿Podrían ser más decididas y positivas otras palabras del Unigénito de Dios? —Manuscrito 2, diario del 3 de diciembre de 1892. (Cada Día con Dios – 3 de Diciembre).
Cita 19
MUERTE Y FUNERAL DEL PASTOR JAIME WHITE
Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos. Salmos 116:15.
No puedo entrar en detalles acerca de la enfermedad de mi esposo. Van a encontrar impreso el informe correspondiente. Se me dijo que no estaba muy bien. El doctor me dijo que me haría bien verlo. Me llevaron a su habitación, y en cuanto lo vi dije: “¡Mi esposo se muere!” Su rostro manifestaba el inconfundible signo de la muerte. ¡Oh, qué mal me sentí! Me arrodillé junto a su cama. Oré fervorosamente implorando que no muriera… Me quedé con él toda la noche, y al día siguiente al mediodía tuvo un escalofrío, y de allí en adelante ya no sintió nada más. Sencillamente se durmió, sin dolor, sin sufrimiento, con la gracia de un niño, y exhaló su último suspiro…
Telegrafiamos a Guillermo y a María para que vinieran… Llegaron una semana después de su muerte; también vino Juan White [el hermano de Jaime White, pastor metodista]. Juan White dijo: “Elena, siento mucho verte tan débil. Vas a tener una prueba muy dura mañana en el funeral. Dios te ayude, querida hermana, en esta ocasión”. Yo le dije: “Hermano Juan, tú no me conoces. Mientras más dura sea la prueba, más fortaleza tendré. No me voy a entregar a explosiones de pesar si mi corazón se quebranta. Sirvo a Dios no por impulso, sino inteligentemente…
El espera de mí una sumisión completa e inconmovible. El pesar indebido le desagrada. He tomado mi cruz y voy a seguir al Señor plenamente. No me voy a abandonar al pesar. No me voy a entregar a un estado de morbidez y melancolía. No me voy a quejar de las providencias de Dios, ni voy a murmurar. Jesús es mi Salvador. El vive. Nunca me dejará ni me abandonará”.
[Al día siguiente] después que [Urías] Smith hubo terminado su oración fúnebre, yo deseé ardientemente decir algo para que todos supieran que tenía la esperanza cristiana y que ella me estaba sosteniendo en esta hora de aflicción, pero temí que no me iba a ser posible mantenerme en pie. Finalmente decidí hacer la prueba y el Señor me sostuvo. El doctor [J. H. Kellogg] estaba junto a mí para “sostenerme”, según dijo, en caso de que cayera… pero dije con claridad todo lo que tenía que decir… Me sentí agradecida a Dios de que no me haya dejado buscar consuelo en la amistad del mundo. —Carta 9, del 20 de octubre de 1881, dirigida a “Mis queridos hermanos”. (Cada Día con Dios – 20 de Octubre).
Cita 20
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Hechos 17:11.
Mi esposo, el pastor José Bates, el Hno. Pierce, el Hno. Edson, hombre inteligente, noble y leal, y muchos otros cuyos nombres ahora no recuerdo, se encontraban entre los que, después que pasó el tiempo [22 de octubre] en 1844, se dedicaron a buscar la verdad. Estos hombres se juntaban en nuestras importantes reuniones para escudriñar la verdad como si fuera un tesoro escondido. Yo me reuní con ellos, y estudiamos y oramos fervientemente, porque sentíamos que debíamos aprender la verdad de Dios. A menudo nos quedábamos orando hasta tarde, y a veces la noche entera, para recibir luz y estudiar la Palabra. Al ayunar y orar recibíamos gran poder.
Pero yo no podía comprender los razonamientos de los hermanos. Mi mente estaba cerrada, por así decirlo, y no podía entender lo que estábamos estudiando. Entonces el Espíritu de Dios descendía sobre mí y me llevaba en visión, y se me daba una clara explicación de los pasajes que habíamos estado estudiando, con instrucciones relativas a la actitud que debíamos asumir con respecto a la verdad y el deber. Una línea de verdad que se extendía desde ese tiempo hasta el momento de entrar en la ciudad de Dios, aparecía nítidamente delante de mí, y yo daba a mis hermanos y hermanas la instrucción que a su vez el Señor me había dado.
Ellos sabían que cuando yo no estaba en visión no podía entender esos asuntos, y aceptaban como luz del cielo las revelaciones que yo recibía. Así fueron firmemente establecidos los puntos principales de nuestra fe, tal como los sostenemos en la actualidad. Se definía claramente punto tras punto… Todo el grupo de creyentes estaba unido en la verdad. Hubo quienes vinieron con doctrinas extrañas, pero nunca tuvimos temor de enfrentarlos. Nuestra experiencia fue maravillosamente consolidada por la revelación del Espíritu Santo… Poco después del nacimiento de mi segundo hijo [1849], estuvimos sumamente perplejos con respecto a ciertos puntos de doctrina. Le pedí al Señor que desatara mi mente para poder comprender su Palabra. De repente me pareció estar envuelta por una luz clara y hermosa, y desde entonces las Escrituras han sido un libro abierto para mí. —Manuscrito 135, del 4 de noviembre de 1903, “Cómo pusimos el fundamento de nuestra fe”. (Cada Día con Dios – 4 de Noviembre).
Cita 21
Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2.
“Hace varios años, mientras viajaba desde Cristianía, Noruega, a Goteborg, Suecia, tuve la oportunidad de contemplar el crepúsculo más maravilloso que me había sido dado presenciar…. Los últimos rayos del sol poniente—oro, plata, púrpura, ámbar y carmesí—esparcían sus resplandores en el cielo adquiriendo cada vez mayor brillo y abarcando más espacio en los cielos hasta que parecía que las puertas de la ciudad de Dios se habían entreabierto y nos llegaban destellos de la gloria interior.
Durante dos horas el maravilloso esplendor continuó iluminando el frío cielo boreal como un cuadro pintado por el Artista maestro sobre el lienzo cambiante de los cielos. Parecía la sonrisa de Dios sobre todos los hogares terrenales, sobre las llanuras onduladas, las escarpadas montañas y las selvas solitarias…. FV 242.3 {La Fe por la cual Vivo}
“Parecía que los ángeles de misericordia susurraban: ‘¡Mirad arriba!, esta gloria es sólo un destello de la luz que procede del trono de Dios…. Mirad arriba y contemplad por la fe las mansiones del hogar celestial.’ … Nunca … puedo olvidar aquella visión de belleza y el consuelo y la paz que me proporcionó. -FV 242.3 {La Fe por la cual Vivo}
“Como hijos de Dios, es nuestro privilegio mirar siempre arriba, manteniendo los ojos de la fe fijos en Cristo. Si lo mantenemos siempre a la vista, el resplandor de su presencia inundará las cámaras de la mente. La luz de Cristo en el templo del alma trae paz…. Su imagen se esculpirá en el corazón y se revelará en la vida diaria.”—The Youth’s Instructor, 23 de octubre de 1902. -FV 242.4 {La Fe por la cual Vivo}
Cita 22
Porque yo Jehová soy tu Dios, que te ase de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudé. Isaías 41:13.
“El sol brillaba sobre la nieve resplandeciente en una de las montañas más altas de los Alpes mientras un viajero iba en pos del guía por una senda estrecha. El viajero inglés se deleitaba en las escenas de belleza que lo rodeaban. Tenía confianza en su guía y sin temor alguno seguía sus pisadas aunque la senda le era enteramente desconocida. De repente vaciló, porque el intrépido montañés dio un paso a través de una grieta angosta pero muy profunda y luego, extendiendo la mano pidió al inglés que la tomara y diera el paso. El viajero vaciló aún pero el guía lo instó a obedecer, asegurándole: ‘Tómese de mi mano; esta mano nunca suelta.’ FV 251.2
“Queridos jóvenes amigos, Uno superior a cualquier guía humano nos invita a seguirle sobre las alturas de la paciencia y la abnegación. La senda no es fácil…. A lo largo de ella Satanás ha preparado trampas para los pies del incauto. Pero siguiendo a nuestro Guía podemos caminar con perfecta seguridad porque la senda ha sido consagrada por sus pisadas. Puede ser empinada y escabrosa, pero él la ha recorrido; sus pies han pisado las espinas para suavizarnos el camino…. El contacto personal con él trae luz y esperanza y poder. A sus seguidores les dice: ‘No perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.’” Juan 10:28.—The Youth’s Instructor, 1 de mayo de 1902. FV 251.3 {La Fe por la cual Vivo}
GS – 11/26/2022
*Las citas de este libro se actualizan constantemente