Los que obran contra las leyes naturales del ser deben sufrir la pena de la transgresión. Pero el Salvador se apiada de nosotros, aun cuando sufrimos dolencias motivadas por nuestro propio curso de acción equivocado. En El tenemos un poder sanador. Alabemos al Señor por el árbol de vida, cuyas hojas son para sanidad de las naciones. «Y no habrá más maldición”. En todas partes podemos ver las consecuencias de la maldición. Alabemos al Señor porque en la tierra nueva “no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán”. Apocalipsis 22:3.
—Manuscrito 110, del 5 de octubre de 1901, “La esperanza cristiana”. (Alza tus Ojos – 5 de Octubre).
Cita 6
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él. porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:6, 7.
A menudo su mente puede estar nublada por causa del dolor. Entonces no trate de pensar, sino descanse, y muestre que ha entregado su alma a Dios como a un fiel Creador. Es privilegio suyo mostrar en su debilidad y sufrimiento que no duda del amor de Dios hacia Ud., que sabe que es fiel el que ha prometido y que Ud. pone su alma y su cuerpo en sus manos, y que El guardará lo que se confíe a su cuidado.
Deje que su mente se espacie en la bondad de Dios, en el gran amor con que nos ha amado, como se muestra en la obra de la redención. Si no nos amara, y no nos considerara de valor, no habría hecho este tremendo sacrificio. Es grande en misericordia y gracia. Deje que su corazón y su mente descansen, como un niño cansado en los brazos de su madre. Sus brazos eternos están sosteniéndola. En todas sus aflicciones, Jesús es afligido. Qué privilegio es para Ud., afligida ahora, encontrar refugio en Jesús. La armadura del Evangelio parece demasiado pesada para llevar. Bien, Cristo es su armadura. Escóndase en El, y el enemigo no la atormentará ni confundirá su fe. Jesús le ha legado su paz…
Alabe al Señor porque ha sentido la eficacia purificadora de la sangre del Salvador. El Sol de Justicia se ha levantado sobre su alma llevando sanidad en sus alas. Cuán vacía e insatisfactoria es toda cosa mundanal. Pero Jesús, el precioso Salvador, es su sostén espiritual. Ha ligado su vida con la de El. La palabra de su gracia es maná para el alma creyente. Las preciosas promesas de su Palabra son vida, grandeza y paz. No se preocupe. Jesús la ama, y cuidará de Ud. y la bendecirá. Ud. ya no puede pelear la batalla activa y agresiva, pero puede dejar que Jesús pelee en su lugar. El le dice: “Entrega tu caso enteramente en mis manos. Permanece tranquila y conoce que yo soy Dios”. Querida hermana: Esperamos y oramos para que el Señor le ayude y le dé fuerzas en su gran tribulación.
Ese Dios que vio a Natanael bajo la higuera, la ve a Ud. y entiende su dolor y su tristeza. El Señor Jesús será su fortaleza en este día de aflicción… La Palabra es el pan vivo. Coma de él diariamente. Será el poder que la sostendrá para que pueda hacer todo lo que debe hacer. Infundirá vigor inmortal en su alma, perfeccionará su experiencia y le traerá gozos reales que permanecen para siempre.
— Carta 16, del 17 de noviembre de 1896, dirigida a una hermana anciana. (Alza tus Ojos – 17 de Noviembre).
Cita 7
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo. Efesios 2:4, 5.
El corazón que se rinda a la sabia disciplina de Dios, habrá de confiar en cada manifestación de su providencia… La tentación procurará desalentarnos, pero, ¿qué se logra al ceder a la tentación? ¿Obtendrá, acaso, el alma algo mejor murmurando y quejándose de aquello que es la única fuente de poder? ¿Está el ancla echada dentro del velo? ¿Soportaremos la enfermedad? ¿Cuál será nuestro testimonio en los instantes finales de la vida, cuando los labios estén temblorosos por la muerte? ¡El ancla está firme! Yo sé que mi Redentor vive…
Oh Jesús precioso, amoroso, longánime, benigno ¡cuánto te adora mi alma! ¡Que un alma pobre, indigna, contaminada por el pecado pueda estar de pie delante del Dios santo, perfecta en justicia, sólo lo debemos a quien es nuestro Sustituto y Garantía!
Maravíllense los cielos y asómbrese la tierra, que la raza caída sea objeto de su infinito amor y gozo. El Creador se regocija por ellos con cánticos celestiales, mientras el hombre que fuera contaminado por el pecado, ha venido a ser limpio por la justicia de Cristo, para presentarse ante el Padre libre de mácula pecaminosa; sin “mancha ni arruga ni cosa semejante”. Efesios 5:27. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. Romanos 8:33.
Que toda alma débil y sacudida por la tempestad de las pruebas pueda anclarse en Jesucristo, y no centrarse tanto en sí misma como para pensar sólo en sus pequeños fracasos y en la interrupción de sus planes y esperanzas.
¿Acaso el plan de salvación no lo abarca todo? Si es el Dios infinito que me justifica, “¿quién es el que condenará? Cristo es el que murió”. Romanos 8:34. ¡El es quien, al morir por el hombre, demostró que lo ama tanto como para morir por él! La ley condena al pecador y nos lleva hasta Cristo. Dios es quien justifica y perdona. Satanás nos acusará y pedirá destruirnos, pero es Dios quien abrirá una puerta al refugio. Y es Dios el que justifica a quien traspasa el umbral de esa puerta. Entonces, si Dios es por nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? ¡Oh qué verdad gloriosa, brillante!
¿Por qué los hombres no pueden discernirla? ¿Por qué no caminan en sus brillantes rayos de luz? ¿Por qué no hablan del amor maravilloso de Cristo los creyentes?… Dios vive y reina. Todos los salvados deben luchar virilmente como soldados de Jesucristo; entonces sus nombres serán registrados en los libros del cielo como fieles y verdaderos. Ellos realizarán las obras de Jesucristo, pelearán la buena batalla de la fe.
—Carta 2, del 29 de diciembre de 1889, dirigida a Mary White, la primera esposa de W. C. White, quien estaba muriendo de tuberculosis. (Alza tus Ojos – 29 de Diciembre).
Cita 8
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9.
Dormí muy poco la noche pasada. Traté de mirar a Jesús, de ponerme en las manos del gran Médico. El ha dicho: “Bástate mi gracia”. La gracia de Cristo induce a los hombres a pronunciar palabras acertadas en todas circunstancias. El sufrimiento físico no excusa las acciones anticristianas. Durante estas horas de insomnio, el tema de la victoria era el motivo central de mis pensamientos. “Al que venciere -declara el Señor-, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21.
Hay quienes siempre presentan excusas por andar de acuerdo con los consejos del enemigo. Hay quienes piensan que porque padecen una debilidad física, tienen el privilegio de pronunciar palabras mezquinas y actuar de manera antipática. Pero, ¿acaso no ha hecho provisión Jesús para que los tales venzan la tentación? ¿Han de ser desagradecidos e impíos por causa de las pruebas y las aflicciones? ¿No son acaso los rayos de la justicia de Cristo lo suficientemente luminosos como para disipar las sombras de Satanás?
Se afirma que la gracia de Dios es suficiente para contrarrestar todos los males y las pruebas contra los cuales tienen que luchar los seres humanos. ¿Podrá carecer de poder entonces contra las debilidades físicas? ¿Retrocederá la gracia divina mientras Satanás ocupa el campo y mantiene sus víctimas bajo el poder de sus malos atributos? ¡Oh, cuán precioso es Jesús para el alma que confía en el! Pero muchos andan en tinieblas porque sepultan su fe en las sombras de Satanás. No han hecho lo que podían hacer por medio de la gracia de Jesús. No hablan acerca de la fe, la esperanza y el valor.
Jamás deberíamos permitirle a Satanás que crea que su poder para perturbar y molestar es mayor que el poder de Cristo para sostener y fortalecer. Hay que “orar siempre y no desmayar”. Lucas 18:1. Toda oración sincera que se ofrece a Dios va mezclada con la eficacia de la sangre de Cristo. Si la respuesta se demora, se debe a que Dios desea que manifestemos una santa osadía al reclamar el cumplimiento de la palabra empeñada por Dios. Fiel es el que prometió.
—Manuscrito 19, del 17 de junio de 1892. (Cada Día con Dios – 17 de Junio).
Cita 9
Cita 10
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mi? Espera en Dios. Salmos 43:5.
En visiones de la noche yo estaba conversando con usted. Le estaba diciendo…: “No ceda a la depresión; en cambio, dé la bienvenida en su corazón a la influencia del Espíritu Santo, que le dará consuelo y paz”. Estoy orando para que el Señor se le manifieste como un Consolador personal. Hay que mantener abiertos los ojos del alma para reconocer las grandes misericordias de nuestro Padre celestial. Jesús es una luz que brilla y resplandece. Permita que sus brillantes rayos iluminen su mente y su corazón. No se olvide de dar gracias. “El que sacrifica alabanza me honrará”. Salmos 50:23.
Contémplelo y preséntele todas sus necesidades. ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Es el gran Médico. Puede curar el alma y el cuerpo, y quiere que usted se aferre de él por fe. Comprende plenamente las necesidades que implica su caso. Es un pronto auxilio en las tribulaciones. Y le agrada que le manifestemos gratitud. Cristo es la luz del mundo. “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”. Malaquías 4:2. Resplandezca la luz de su paz en su alma. Se preocupa tiernamente por usted, y debiera alabarlo con el corazón, el alma y la voz.
Puede agradarlo manifestando un espíritu alegre. No permita que ni una sola nube de desánimo y desagrado oculte la luz de su presencia. Al reconocer su luz usted va a vencer. Puede aumentar su fe al ejercitar su voz en alabanzas a Dios. Al corazón que lo reconoce, le promete: “Yo soy… la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis 22:16.
Si quiere obtener preciosas victorias, contemple la luz que difunde el Sol de justicia. Hable de esperanza, fe y gratitud a Dios. Sea alegre; tenga esperanza en Cristo. Edúquese para alabarlo. Este es el gran remedio para las enfermedades del alma y del cuerpo. “Porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 42:11; 43:5.
— Carta 322, del 23 de octubre de 1906, dirigida a la esposa de un obrero de Australia. (Cada Día con Dios – 23 de Octubre).
Cita 11
Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 1 Timoteo 4:8.
“Hay salud en la obediencia de la ley de Dios.”—The S.D.A. Bible Commentary 1:1105.
Cita 12
“La religión no está en conflicto con las leyes de la salud sino en armonía con ellas. Si el hombre hubiera obedecido siempre la ley de los diez mandamientos y hubiera practicado en su vida los principios de estos diez preceptos, la maldición de las enfermedades que ahora azotan al mundo no existiría.”—Counsels on Health, 627.
Cita 13
“La seguridad de la aprobación de Dios promoverá la salud física; fortificará el alma contra la duda, la perplejidad y el pesar excesivo que tan a menudo minan las fuerzas vitales y causan enfermedad de los nervios.”—The S.D.A. Bible Commentary 3:1146.
Cita 14
“La conciencia del bien hacer es la mejor medicina para los cuerpos y mentes enfermos. La bendición de Dios significa salud y fortaleza. FV 231.5 {La Fe por la cual Vivo}
Cita 15
“Una persona cuya mente descansa serena y satisfecha en Dios anda en la senda de la salud. La seguridad de que los ojos de Dios están sobre nosotros y sus oídos atentos a nuestras oraciones, nos trae verdadera satisfacción. Saber que tenemos un amigo que nunca nos falla, a quien podemos confiar todos los secretos del alma es un privilegio que no puede expresarse en palabras.”—The Review and Herald, 30 de marzo de 1886.
Cita 16
“El valor, la esperanza, la fe, la simpatía, el amor: todas estas cosas fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma.”—El Ministerio de Curación, 228.
Cita 17
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer. Marcos 6:31. “Las palabras de Cristo se dirigen a sus obreros actuales tanto como a sus discípulos de entonces…. No es prudente estar siempre bajo la tensión del trabajo y la excitación … porque de esta manera se descuida la piedad personal y se agobian las facultades de la mente, del alma y del cuerpo.”—El Deseado de Todas las Gentes, 315.
Cita 18
“Se deben regular cuidadosamente las horas para el trabajo y el sueño. Debemos tener períodos para el descanso, para la recreación y para la contemplación.”—The Adventist Home, 494.
Cita 19
“Conviene para nuestra salud y felicidad salir de nuestras casas y pasar tanto tiempo como sea posible al aire libre.”—The Review and Herald, 25 de julio de 1871.
Cita 20
“El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el uso del agua, la confianza en el poder divino; éstos son los verdaderos remedios…. La naturaleza, si no se le ponen trabas, desempeñará su obra con acierto. Los que perseveran en la obediencia a las leyes de ella encontrarán su recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu.”—El Ministerio de Curación, 118, 119.
Cita 21
“Jesús… se solazaba contemplando las bellezas de la naturaleza … y sus horas de mayor felicidad eran las que podía pasar, dejada la escena de su trabajo, en el campo meditando en tranquilos valles, y en comunión con Dios, ora en la falda del monte, ora entre los árboles de la selva.”—El Ministerio de Curación, 46.
GS – 11/24/2022
*Las citas de este libro se actualizan constantemente