El Apetito

Cita 1

Como pueblo, profesamos ser reformadores, portadores de luz para el mundo y fieles centinelas de Dios que custodian toda avenida por la cual Satanás podría penetrar con sus tentaciones para pervertir el apetito. Nuestro ejemplo e influencia deben ser un poder de parte de la reforma. Debemos abstenernos de toda práctica que pudiera embotar la conciencia o estimular la tentación. No debemos abrir puerta alguna que dé a Satanás acceso a la mente de un ser humano formado a la imagen de Dios. Si todos fuesen vigilantes y fieles para custodiar las pequeñas brechas abiertas por el uso moderado de los así llamados vinos y sidras inofensivos, se cerraría el camino a la embriaguez. Lo que se necesita en toda comunidad es un propósito firme, y una voluntad de no gustar ni aun tocar lo malo; entonces la reforma de la temperancia será firme, permanente y cabal.  Testimonios para la Iglesia 5:360 (1885)… 1JT 423.2-1JT 425.2

En todas partes del mundo, la glotonería, la complacencia de las pasiones viles y los pecados graves son ocultados bajo el manto de la santidad por muchos que profesan representar a Cristo. Hay hombres de excelente capacidad natural, cuya labor no alcanza a la mitad de lo que podría ser si ellos fuesen templados en todas las cosas. La satisfacción del apetito y la pasión embota la mente, disminuye la fuerza física y debilita el poder moral. Sus pensamientos no son claros. No pronuncian sus palabras con poder; éstas no son vivificadas por el Espíritu de Dios para alcanzar los corazones de los oyentes.

Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito, nuestra única esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones conservarán el intelecto y darán un vigor mental y moral que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo el dominio de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo profano. Todos los que tienen un verdadero sentido del sacrificio hecho por Cristo al abandonar su hogar del cielo para venir a este mundo a fin de mostrar al hombre, por su propia vida, cómo resistir la tentación, se negarán alegremente a sí mismos y resolverán participar de los sufrimientos de Cristo… 1JT 421.2-1JT 422.1

La intemperancia comienza en nuestras mesas, por el consumo de alimentos malsanos. Después de un tiempo, por la complacencia continua del apetito, los órganos digestivos se debilitan y el alimento ingerido no satisface. Se establecen condiciones malsanas y se anhela ingerir alimentos más estimulantes. El té, el café y la carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de estos venenos, el sistema nervioso se excita y, en algunos casos, el intelecto parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más vívida. Por el hecho de que estos estimulantes producen resultados pasajeros tan agradables, muchos piensan que los necesitan realmente y continúan consumiéndolos. Pero siempre hay una reacción. El sistema nervioso, habiendo sido estimulado indebidamente, obtuvo fuerzas de las reservas para su empleo inmediato. Todo este pasajero fortalecimiento del organismo va seguido de una depresión. En la misma proporción en que estos estimulantes vigorizan temporalmente el organismo, se producirá una pérdida de fuerzas de los órganos excitados después que el estímulo pasa. El apetito se acostumbra a desear algo más fuerte, lo cual tenderá a aumentar la sensación agradable, hasta que satisfacerlo llega a ser un hábito y de continuo se desean estimulantes más fuertes, como el tabaco, los vinos y licores. Cuanto más se complazca el apetito, tanto más frecuentes serán sus demandas, y más difícil dominarlo. Cuanto más se debilite el organismo y menos pueda pasarlo sin estimulantes antinaturales, tanto más aumentará la pasión por esas cosas, hasta que la voluntad quede avasallada y no tenga ya fuerza para negarse a satisfacer el deseo malsano… 1JT 417.2-1JT 417.3

Una de las tentaciones más intensas que el hombre tenga que arrostrar se refiere al apetito. Entre la mente y el cuerpo hay una relación misteriosa y maravillosa. La primera reacciona sobre el último, y viceversa. Mantener el cuerpo en condición de buena salud para que desarrolle su fuerza, para que cada parte de la maquinaria viviente pueda obrar armoniosamente, debe ser el primer estudio de nuestra vida. Descuidar el cuerpo es descuidar la mente. No puede glorificar a Dios el hecho de que sus hijos tengan cuerpos enfermizos y mentes atrofiadas. Complacer el gusto a expensas de la salud es un perverso abuso de los sentidos. Los que participan de cualquier clase de intemperancia, sea en comer o beber, malgastan sus energías físicas y debilitan su poder moral. Experimentarán las consecuencias de la transgresión de la ley física.

El Redentor del mundo sabía que la complacencia del apetito produciría debilidad física y embotaría de tal manera los órganos de la percepción, que no discernirían las cosas sagradas y eternas. Cristo sabía que el mundo estaba entregado a la glotonería y que esta sensualidad pervertiría las facultades morales. Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la especie que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta al cristiano para poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación a complacer el apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo en aquel largo ayuno en el desierto.

Cristo sabía que a fin de llevar a cabo con éxito el plan de salvación, debía comenzar la obra de redimir al hombre donde había comenzado la ruina. Adán cayó por satisfacer el apetito. A fin de enseñar al hombre su obligación de obedecer a la ley de Dios, Cristo empezó su obra de redención reformando los hábitos físicos del hombre. La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido…-1JT 416.1-1JT 416.3 (Joyas de los Testimonios)


Cita 2

“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que se oponga a nuestro progreso intelectual y nuestra santificación del alma” (Joyas de los Testimonios, 3JT p. 356, 357) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 3

“Adán cayó por la satisfacción del apetito; Cristo venció por la negación del apetito. Y nuestra única esperanza de recuperar el Edén es por medio de un firme dominio propio… Por medio del apetito Satanás gobierna la mente y el ser entero” (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, CRA 198, 1, 2) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 4

“Para Cristo, como para la santa pareja del edén, el apetito fue la base de la primera gran tentación. Precisamente donde empezó la ruina, debe empezar la obra de nuestra redención. Así como por haber complacido el apetito Adán cayó, por sobreponerse al apetito Cristo debía vencer.”(El Deseado de Todas las Gentes, DTG p. 92) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 5

“Es tanto pecado violar las leyes que rigen nuestro ser, como quebrantar uno de los diez mandamientos, porque no se puede hacer ninguna de las dos cosas sin quebrantar la ley de Dios” (2T p. 65) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 6

“El [Cristo] presenta el resultado de una complacencia no restringida del apetito. Las facultades morales se debilitan, de manera que el pecado ya no parece pecaminoso”. (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, CRA 172) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 7

“Los que complacen su apetito pervertido en perjuicio de la salud y del intelecto. No pueden aprecian el valor de las cosas espirituales. Su facultad de razonar se embota, el pecado no aparece muy pecaminoso, y la verdad no es considerad de mayor valor que los tesoros terrenales”. (Temperancia p. 71) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 8

Nadie piense que puede actuar como le agrade en relación al régimen alimenticio. Es imposible que los que gratifican el apetito alcancen la perfección cristiana” (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, CRA 39.2) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 9

«Se me instruye a decir a nuestros ministros y a los presidentes de nuestras asociaciones: Vuestra utilidad como obreros para Dios en la obra de recuperar las almas que perecen, depende mayormente de vuestro éxito en vencer el apetito. Venced el deseo de gratificar el apetito, y si hacéis esto vuestras pasiones serán controladas con facilidad” (Ministerio médico p. 393) (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 10

«Estoy instruida para decir a mis hermanos en el ministerio: Por la intemperancia en el comer os estáis descalificando vosotros mismos para ver claramente la diferencia entre el fuego sagrado y el común. Y por esta intemperancia estáis revelando vuestro desprecio por las amonestaciones que el Señor os ha dado” (Temperancia p. 148). (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 11

“Que ninguno de nuestros ministros de mal ejemplo por consumir carne. Que ellos y sus familias vivan a la altura de la luz de la reforma pro salud». (Ministerio médico p. 373). (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 12

¿No daremos un testimonio decidido contra la complacencia del apetito pervertido? ¿Quiere cualquiera de los que son ministros del Evangelio y que proclaman la verdad más solemne que haya sido dada a los mortales, dar el ejemplo de volver a las ollas de Egipto? ¿Quieren los que son sostenidos por el diezmo de la tesorería de Dios permitir que la gula envenene la corriente vital que fluye por sus venas? ¿Harán caso omiso de la luz y las amonestaciones que Dios les ha dado? (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, CRA 485). (Cortesía de Magdalena Sotelo, San Antonio, Texas USA)


Cita 13

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Juan 6:31.

La educación de los israelitas incluía todos sus hábitos de vida. Todo lo concerniente a su bienestar era objeto de la solicitud divina y estaba comprendido por la ley de Dios. Debido a que Dios quería hacer de ellos sus representantes, les proporcionó un estatuto especial. Se les dieron cuidadosas restricciones relativas a su régimen alimentario. El consumo de carne fue casi totalmente prohibido. El pueblo tenía que ser santo, y el Señor sabía que el consumo de carne impediría su progreso espiritual.

Mediante un milagro misericordioso los alimentó con pan del cielo. El alimento que se les proveyó era de tal naturaleza que promovía la fuerza, tanto física, como mental y moral, y … la sabiduría de la elección divina de sus alimentos fue justificada de tal manera que no la pudieron contradecir. A pesar de las dificultades de la vida en el desierto, no hubo ni un solo débil en todas sus tribus. Si se hubiera dado a los israelitas el régimen alimentario al cual estaban acostumbrados en Egipto, habrían manifestado el mismo espíritu rebelde que vemos en el mundo en la actualidad.

En el régimen alimentario de los seres humanos de esta época hay muchas cosas que el Señor no habría permitido que comieran los hijos de Israel. La familia humana de la actualidad es una ilustración de lo que hubieran sido los hijos de Israel si Dios les hubiese permitido comer los alimentos de los egipcios, y seguir sus hábitos y costumbres. La historia de la vida de Israel en el desierto fue registrada en beneficio del Israel de Dios hasta la consumación de los siglos.

El relato de la forma como trató Dios a los peregrinos mientras iban de un lugar a otro, mientras pasaban hambre, sufrían sed y cansancio, y en las sorprendentes manifestaciones de su poder para auxiliarlos, está lleno de amonestaciones para su pueblo de la actualidad. Los diversos incidentes por los que pasaron los hebreos constituyeron una escuela donde se prepararon para actuar en su prometido hogar de Canaán. Dios quiere que su pueblo repase ahora, con corazón humilde y espíritu abierto, las pruebas por las cuales pasó el antiguo Israel, a fin de que pueda recibir instrucción y prepararse para la Canaán celestial. Carta 44, del 9 de marzo de 1903, dirigida al pastor J. A. Burden, gerente del Sanatorio de Sydney. (Cada Día con Dios – 9 de Marzo).


Cita 14

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 139:14.

Dios nos ha dado facultades mentales y físicas que es el deber de todos conservar en las mejores condiciones. Si algunos debilitan sus facultades mediante la indulgencia del apetito, disminuyen su capacidad de influencia haciéndose imperfectos. —Carta 90, 1898.

Debemos aprovechar al máximo las capacidades y talentos que Dios nos ha prestado. Todos los que están debilitando y destruyendo las facultades físicas, mentales y morales, con una alimentación y una manera de vestir pecaminosa y la violación de las leyes de la salud en todo respecto, deberán rendir cuenta a Dios por todo el bien que podrían haber hecho si hubiesen observado las leyes de la salud en vez de practicar la complacencia propia y de ser descuidados e irreflexivos en cuanto a la morada en que viven…

Dios dice: “Vosotros no sois vuestros”. Sois propiedad de Dios. Vuestro rescate costó la vida del Hijo de Dios … Todos deben considerar la magnitud del sacrificio hecho. La Majestad del cielo, el Rey de gloria quiere que hombres y mujeres le den su servicio de todo corazón. Hay un significado muy profundo en las palabras del apóstol Pablo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1, 2…Nuestro sacrificio debe ser santo y sin mancha. Este es el servicio racional de cada uno. Somos hechura de Dios, el edificio de Dios.—Ibid. (En los Lugares Celestiales – 4 de Julio).


Cita 15

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1.

El apóstol ruega a sus hermanos que consagren sus cuerpos a Dios… Cuando llevamos una conducta que disminuye nuestro vigor mental y físico—en la comida, la bebida o en cualquiera de nuestros hábitos—deshonramos a Dios porque le robamos los servicios que reclama de nosotros. Cuando complacemos el apetito a expensas de la salud, o complacemos hábitos que disminuyen nuestra vitalidad y vigor mental, no podemos tener una elevada apreciación de la expiación y una estimación correcta de las cosas eternas.

Cuando nuestras mentes están nubladas y parcialmente paralizadas por la enfermedad, somos vencidos fácilmente por las tentaciones de Satanás. La ingestión de comidas malsanas para complacer el apetito tiene una tendencia directa en desequilibrar la circulación de la sangre, en producir debilidad nerviosa, y el resultado es, entonces, gran falta de paciencia y del verdadero afecto elevado. La fuerza constitucional, tanto como el todo de las facultades morales y mentales, son debilitadas por la complacencia del apetito pervertido...

Todos los tesoros del mundo se hunden en la insignificancia comparados con el valor de las facultades mentales y morales. Y el ejercicio pleno de esas facultades depende de la salud física. ¡Cuán importante es, pues, que sepamos cómo conservar la salud para que podamos cumplir con nuestro deber hacia Dios y los hombres según sus mandamientos! Las leyes de Dios son claras y distintas. Ninguna incertidumbre nubla una de ellas. Ninguna puede ser malentendida. Los que no pueden discernirlas están obnubilados por malos hábitos que debilitan su intelecto… Si queremos discernir las obligaciones de la ley de Dios proclamada en el Sinaí, debemos trabajar en armonía con las leyes naturales. Carta 27, 1872. (En los Lugares Celestiales – 5 de Julio).


Cita 16

Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. 1 Corintios 9:27.

Después de su bautismo, el Hijo de Dios fue al triste desierto donde sería tentado por el diablo. Por cerca de seis semanas soportó las agonías del hambre… Conoció el poder del apetito sobre el hombre, y en beneficio del hombre pecaminoso soportó la prueba más dura posible en este punto. Allí se ganó una victoria que pocos pueden apreciar. El poder dominador del apetito depravado y el ignominioso pecado de complacerlo sólo pueden entenderse por la longitud del ayuno que nuestro Salvador soportó para poder quebrantar su poder…

La intemperancia está en la base de todos los males morales conocidos del hombre. Cristo comenzó la obra de redención en el mismo lugar donde comenzó la ruina. La caída de nuestros primeros padres se debió a la complacencia del apetito. En la redención, la negación del apetito fue la primera obra de Cristo. The Sufferings of Christ, 10, 12.


Cita 17

El Hijo de Dios vio que el hombre no podía por sí mismo vencer esta poderosa tentación… Vino a la tierra para unir su poder divino con nuestros esfuerzos humanos, para que mediante la fuerza y el poder moral que él imparte podamos vencer por nosotros mismos. ¡Oh! qué incomparable humillación para el Rey de gloria venir a este mundo para soportar los dolores del hambre y las fieras tentaciones de un artero enemigo para poder ganar una infinita victoria para el hombre.

Aquí está el amor sin paralelo. Sin embargo esta gran humillación es apenas oscuramente comprendida por aquellos para quienes fue hecha… Con la naturaleza del hombre y con el terrible peso de los pecados pesando sobre él, nuestro Redentor hizo frente al poder de Satanás en esta gran tentación decisiva que arriesgaba las almas de los hombres. Si el hombre podía vencer esta tentación, podía triunfar en cualquier otro punto.—Ibid. (En los Lugares Celestiales – 6 de Julio).


Cita 18

¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! Eclesiastés 10:17.

Las leyes de la salud deben ser obedecidas. Es importante que los órganos de la digestión no estén sobrecargados. Hay muchos que mantienen el estómago trabajando continuamente. No le dan la oportunidad de recuperar sus fuerzas, y como resultado pueden tener desórdenes digestivos. No se debería comer entre horas, y a lo menos deberían pasar cinco entre las comidas. La indigestión es el resultado de ingerir alimentos antes que los órganos hayan tenido tiempo de terminar su tarea con la comida anterior…

Tres comidas diarias bastan, y dos son aún mejor que tres. Durante los últimos treinta años he tomado sólo dos comidas diarias. La somnolencia que sufre la gente se debe a menudo al exceso de alimentos, y por ingerirlo en forma irregular. La dispepsia produce desánimo, y si alguien padece esa dolencia actuará en forma anticristiana aunque profese ser cristiano. Hay quienes pretenden que el apetito es una guía suficiente. Sin embargo, alguien podría caer en el hábito de comer muchas veces por día, pero eso no sería lo mejor. Tal hábito podría provocar una enfermedad, porque los órganos digestivos estarían sobrecargados.

Practiquen la reforma sanitaria y no permitan que nada los aparte de la senda recta. No se desanimen; por el contrario, apliquen su fuerza de voluntad para someter el apetito a un propósito digno… Dios encargó a Adán que cuidara y labrase el jardín del Edén, y le dijo lo siguiente acerca de todos los árboles y plantas que dan semilla: “Os serán para comer”. Génesis 1:29; véase Génesis 3:18. Más tarde se permitió la ingestión de carne como una de las consecuencias de la caída. Antes del diluvio no se hizo provisión para el consumo de alimentos de origen animal…

Traten de eliminar la carne por seis meses y verifiquen si no se produce una mejoría. Les pido que lo hagan en seguida. Santifiquen su imaginación. Despierten la mente y la conciencia, y eleven todo el ser. Guárdense de tener demasiada simpatía por sí mismos. Sean heroicos. Decídanse a vencer el apetito pervertido.Carta 208, del 20 de julio de 1905, dirigida a un médico y a su esposa. (Cada Día con Dios – 20 de Julio).


Cita 19

Hay que subyugar y dominar los apetitos y las pasiones, para que los nervios puedan estar en calma y el cerebro esté en condiciones de percibir claramente el deber. Esto se puede lograr por medio de la gracia divina.—Carta 21, del 5 de octubre de 1901, dirigida a un evangelista de Nueva York. (Cada Día con Dios – 5 de Octubre).


Cita 20

¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! Eclesiastés 10:17.

Coma a intervalos regulares. Mediante sus hábitos erróneos relativos a la alimentación, usted se está preparando para sufrir en el futuro. No es siempre prudente aceptar invitaciones para comer, aun de sus hermanos y amigos, que quieren hacer ante usted un despliegue de muchas clases de platos. Usted sabe que puede ingerir dos o tres clases de alimentos por comida, sin perjudicar su aparato digestivo. Cuando se lo invite a comer, descarte la gran variedad de alimentos que sus anfitriones ponen ante usted. Tiene que hacerlo si quiere ser un centinela fiel.

Cuando se nos sirve alimento que, si lo comemos, recarga nuestros órganos digestivos con horas de duro trabajo, no debemos aceptarlo, y si lo comemos, no culpemos de los resultados a los que lo pusieron delante de nosotros. Dios espera que resolvamos comer sólo lo que no cause trastornos al aparato digestivo.A veces no combinan los distintos alimentos que llegan al estómago, y como resultado de ello fermentan. Esto provoca muchos trastornos estomacales.

Aliméntese con comida sana y a intervalos regulares. No llene el estómago con una gran variedad de alimentos en una sola comida. No me atrevo a decirle a usted ni a nadie que sólo deben tomar dos comidas por día, pero sí puedo decir que no hay que poner demasiada comida en el estómago en una sola ocasión, porque si se lo hace no podrá realizar correctamente su tarea. Para muchos tres comidas por día son mejor que dos.

Durante treinta años sólo he comido dos veces por día, y no he comido nada entre comidas. Sé por experiencia personal que es posible tomar dos comidas diarias de manera que esto sea perfectamente conveniente. Pero nadie debe hacer de su propio caso un criterio para los demás. Cada cual debe estudiar cuidadosamente su organismo, para saber cómo tratarlo inteligentemente, y para asegurarse de que la intemperancia en el comer no destruye sus fuerzas vitales. Cada cual debiera saber por sí mismo cómo cuidar apropiadamente la máquina humana, porque nadie más lo puede hacer por él.Carta 324, del 27 de noviembre de 1905, dirigida al pastor W. W. Simpson, evangelista en Los Ángeles, California.(Cada Día con Dios – 27 de Noviembre).


Cita 21

Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. 1 Corintios 10:31.

“Este principio debe ser el fundamento de cada acto, pensamiento y motivo: la consagración del ser entero, tanto físico como mental al dominio del Espíritu de Dios.”—Testimonies for the Church 3:84.


Cita 22

“La salud, el carácter y aun la vida corren peligro por el uso de estimulantes que excitan las energías exhaustas para obligarlas a una acción antinatural y espasmódica.”—El Ministerio de Curación, 315.


Cita 23

“Los condimentos son perjudiciales de por sí. La mostaza, la pimienta, las especias, los encurtidos y otras cosas por el estilo irritan el estómago y afiebran y ensucian la sangre.”El Ministerio de Curación, 306.


Cita 24

“Dios ha provisto al hombre de abundantes medios para satisfacer un apetito sano. Ha derramado delante de él los productos de la tierra: una abundante variedad de alimentos agradables al paladar y nutritivos para el organismo. Nuestro amante Padre celestial dice que podemos comer de ellos libremente. Las frutas, los cereales y vegetales preparados en forma sencilla, libres de especias y grasas, constituyen, con la leche o la crema, una dieta muy saludable. Imparten fortaleza al cuerpo y dan un vigor mental que no se obtiene por medio de una dieta estimulante.”—Counsels on Health, 114, 115.


Cita 25

“La Palabra de Dios nos advierte claramente que a menos que nos abstengamos de los deseos carnales, la naturaleza física estará en conflicto con la naturaleza espiritual. La satisfacción de los deseos carnales en el comer está en pugna con la salud y la paz. De esa manera, se establece un conflicto entre las facultades superiores e inferiores del hombre.”Counsels on Diet and Foods, 382.


 

GS – 11/25/2022

*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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