Educación de los Hijos

Cita 1

Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él? Jueces 13:12.

Las palabras habladas a la mujer de Manoa contienen una verdad que las madres actuales harían bien en estudiar. Los hábitos de la madre influirán en el niño para bien o para mal. Ella misma debe regirse por buenos principios y practicar la temperancia y la abnegación, si procura el bienestar de su hijos. Si antes del nacimiento de su criatura ella es inestable, si es egoísta, malhumorada y exigente, la disposición de su prole llevará las marcas de su proceder erróneo… Pero si ella se adhiere a la verdad sin desviarse, si es amable, tierna y desinteresada, le dará a su hijo estos rasgos de carácter. Tanto los padres como las madres están comprendidos en esta responsabilidad. Ambos padres transmiten a sus hijos sus propias características, mentales y físicas, su temperamento y sus apetitos…

La pregunta de todo padre y madre debe ser: “¿Cómo obraremos con el niño que nos ha de nacer?” Muchos han considerado livianamente el efecto de las influencias prenatales; pero las instrucciones enviadas por el cielo a aquellos padres hebreos… nos indican cómo mira nuestro Creador el asunto. La madre si ha de ser una maestra idónea para sus hijos, antes del nacimiento de éstos debe formar hábitos de abnegación y dominio propio; porque ella les transmite sus propias cualidades, sus propios malos o buenos rasgos de carácter. El enemigo de las almas entiende mejor este asunto que muchos padres. Presentará tentaciones a la madre sabiendo que si ella no lo resiste, el niño será afectado por esto. La única esperanza de la madre está en Dios. Debe buscar en él gracia y fortaleza. No buscará en vano esta ayuda; Dios la capacitará para transmitir a sus descendientes cualidades que les ayudarán a tener éxito en esta vida y a ganar la vida eterna. (Dios nos cuida – Marzo 21).


Cita 2

Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Salmos 91:11-12.

Los ángeles de Dios están velando sobre nosotros. En esta tierra hay miles y decenas de miles de mensajeros celestiales enviados por el Padre para impedir que Satanás obtenga alguna ventaja sobre aquellos que se niegan a caminar en el sendero del mal. Y estos ángeles que guardan a los hijos de Dios en la tierra están en comunicación con el Padre en el cielo. “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños—dijo Cristo—; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 18:10.

Difícilmente nos damos cuenta de que hay ángeles a nuestro alrededor; y esos preciosos ángeles, que ministran a aquellos que serán herederos de salvación, nos están salvando de muchísimas tentaciones y dificultades. Toda la familia del cielo está interesada en las familias de la tierra; y cuán agradecidos deberíamos ser por este interés manifestado hacia nosotros día y noche.

Las palabras impacientes y poco bondadosas que pronunciamos en nuestros hogares son oídas por los ángeles; ¿queréis encontrar en los libros del cielo el registro de las palabras impacientes y apasionadas que habéis expresado en vuestra familia? La impaciencia trae al enemigo de Dios y del hombre a vuestra familia y echa a los ángeles de Dios. Si estáis viviendo en Cristo, y Cristo en vosotros, no podéis hablar palabras airadas. Padres y madres, os suplico por el amor de Cristo que seáis bondadosos, tiernos y pacientes en vuestros hogares. Entonces entrará la luz y la claridad del sol en vuestras casas y sentiréis que los rayos brillantes del Sol de justicia están realmente brillando en vuestros corazones. La ausencia de las gracias del Espíritu de Dios deja al hogar lleno de tinieblas e infelicidad. Vuestro hogar debería ser un santuario bendito donde Dios pueda acudir y donde sus ángeles santos puedan ministraros. Si manifestáis impaciencia y aspereza el uno hacia el otro, los ángeles no podrán ser atraídos hacia vuestro hogar; pero donde moran el amor y la paz, estos seres celestiales se deleitan en venir y traer aun más de la santa influencia del hogar de arriba. (Dios nos Cuida – 9 de Junio).


Cita 3

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio. Genesis 18:19.

Un hombre es a la vista de Dios lo que es en su familia.

La vida de Abraham, el amigo de Dios, estuvo señalada por el estricto cumplimiento de la palabra de Jehová. Cultivaba la religión del hogar. El temor de Dios llenaba su casa. El era el sacerdote de su hogar. Consideraba su familia como un depósito sagrado. Su casa constaba de más de mil miembros, y los dirigía a todos, padres e hijos, hacia el Soberano divino. No soportaba que hubiese opresión paterna por un lado, ni desobediencia filial por el otro. Mediante la influencia combinada del amor y la justicia, gobernó su casa en el temor de Dios y el Señor dio testimonio de su lealtad.

Cuán pocos hay en nuestros días que siguen este ejemplo. De parte de demasiados padres hay un sentimentalismo ciego y egoísta, que se manifiesta dejando a los hijos con sus juicios deformados y pasiones indisciplinadas, bajo el dominio de su propia voluntad. Esta es la peor crueldad que se le puede hacer a la juventud y un gran mal para el mundo. La indulgencia de los padres causa desorden en las familias y en la sociedad. Reafirma en la juventud el deseo de seguir las inclinaciones, en vez de someterse a los requerimientos divinos.

La pregunta que debemos hacer no es: ¿Qué han hecho otros? ¿Qué pensarán mis familiares? o, ¿Qué dirán si sigo este camino? sino, ¿Qué ha dicho Dios? Ni padres ni hijos pueden verdaderamente prosperar en camino alguno que no sea el camino del Señor. (Dios nos Cuida – 5 de Julio).


Cita 4

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Salmos 103:13.

Los niños necesitan palabras agradables. Es esencial para su felicidad sentir que la aprobación descansa sobre ellos. Luchen por superar la dureza de expresión, y cultiven tonos suaves. Capten la belleza contenida en las lecciones de la Palabra de Dios, y atesórenla como esencial para la felicidad y el éxito de su hogar. En un ambiente feliz los niños desarrollarán disposiciones dulces y luminosas.

La auténtica belleza de carácter no es algo que brilla sólo en ocasiones especiales; la gracia de Cristo que mora en el alma se revela en todas las circunstancias. El que atesora esta gracia como una presencia permanente en la vida revelará belleza en el carácter, tanto en circunstancias penosas como fáciles.  (Dios nos Cuida – 15 de Noviembre).


Cita 5

Mi alma se aflige por los jóvenes que forman su carácter en esta era de degeneración. Tiemblo también por sus padres, porque se me ha mostrado que en general no entienden su obligación de educar a sus hijos en el camino por donde deben andar. Consultan las costumbres y las modas; y los niños no tardan en dejarse llevar por éstas y se corrompen, mientras sus indulgentes padres no advierten el peligro. Pero muy pocos jóvenes están libres de hábitos corrompidos. En extenso grado se los exime de ejercicio físico por temor a que trabajen demasiado. Los padres mismos llevan las cargas que sus hijos debieran llevar. Es malo trabajar con exceso, pero los resultados de la indolencia son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota una quinta parte de lo que rinde el hábito pernicioso del abuso propio. Si el trabajo sencillo y bien regulado agota a vuestros hijos, tened la seguridad, padres, de que hay, además del trabajo, algo que enerva su organismo y les produce una sensación de cansancio continuo. Dad a vuestros hijos trabajo físico para que pongan en ejercicio los nervios y los músculos. El cansancio que acompaña un trabajo tal, disminuirá su inclinación a participar en hábitos viciosos. La ociosidad es una maldición. Produce hábitos licenciosos. –1JT 255.2 (Joyas de los Testimonios)


Cita 6

Los padres deben gobernar a sus hijos, corregir sus acciones y subyugarlos, o Dios destruirá seguramente a sus hijos en el día de su gran ira; y los padres que no hayan dominado a sus hijos no quedarán sin culpa. De manera especial, deben los siervos de Dios gobernar sus propias familias y mantenerlas en buena sujeción. Vi que no están preparados para juzgar o decidir asuntos de la iglesia, a menos que puedan gobernar bien su propia casa. Primero deben poner orden en su casa, y luego su juicio e influencia pesarán en la iglesia. –1JT 28.3 (Joyas de los Testimonios)


Cita 7

Los padres confían generalmente demasiado en sus hijos; y sucede con frecuencia que, cuando los padres confían en ellos, estos hijos están sumidos en iniquidad oculta. Padres, velad sobre vuestros hijos con cuidado celoso. Exhortadlos, reprendedlos, aconsejadlos cuando os levantáis y cuando os sentáis; cuando salís y cuando entráis; “mandamiento tras mandamiento, … línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá.” Isaías 28:10. Subyugad a vuestros hijos cuando son jóvenes. Muchos padres descuidan esto lamentablemente. No asumen una actitud tan firme y decidida como debieran asumirla con respecto a sus hijos. Les permiten ser como el mundo, amar la ostentación de la vestimenta y asociarse con los de influencia venenosa porque odian la verdad. Al obrar así, estimulan en sus hijos una disposición mundanal. 1JT 49.1

Vi que debe ser siempre un principio fijo para los padres cristianos mantenerse unidos en el gobierno de sus hijos. Algunos padres fallan al respecto; les falta unión. El defecto se advierte a veces en el padre, pero con más frecuencia en la madre. La madre cariñosa mima a sus hijos. El trabajo del padre le obliga a menudo a ausentarse de la casa y de la sociedad de sus hijos. La influencia de la madre se hace sentir. Su ejemplo contribuye mucho a formar el carácter de los hijos. Algunas madres cariñosas les permiten a sus hijos costumbres que no debieran ser toleradas por un momento. A veces se le ocultan al padre las faltas de los hijos. La madre concede ciertas prendas de vestir o algunas otras complacencias, con el entendimiento de que el padre no sabrá nada de ello; porque él reprendería tales cosas. 1JT 49.2

Con esto se les enseña eficazmente a los niños una lección de engaño. Luego, si el padre descubre estas faltas, se presentan excusas, pero se dicen medias verdades. La madre no es franca. No considera debidamente que el padre tiene el mismo interés que ella en los hijos, y que no debiera dejarle ignorar los males o debilidades que se les debiera corregir mientras son jóvenes. Se ocultan las cosas. Los hijos conocen la falta de unión que hay entre los padres, y ello tiene su efecto. Los hijos empiezan desde muy jóvenes a engañar y a encubrir tanto a su padre como a su madre las cosas y presentarlas con matices muy diferentes de los verdaderos. La exageración se vuelve un hábito, y se llega a contar mentiras abiertas con pocos remordimientos de conciencia. 1JT 50.1

Estos males se iniciaron cuando la madre ocultó las cosas al padre, que tiene igual interés que ella en el desarrollo del carácter de sus hijos. El padre debiera haber sido consultado libremente. Debiera habérsele revelado todo. Pero la conducta opuesta, seguida para ocultar los yerros de los hijos, estimula en ellos una disposición a engañar y falta de veracidad y sinceridad. –1JT 50.2 (Joyas de los Testimonios)


Cita 8

Se me ha mostrado que generalmente los padres no se han conducido debidamente para con sus hijos. No los han refrenado como debieran haberlo hecho, sino que les han permitido manifestar orgullo y seguir sus propias inclinaciones. Antiguamente, la autoridad paterna era respetada: los hijos estaban entonces sujetos a sus padres, y los temían y reverenciaban; pero en estos últimos días el orden ha sido invertido. Algunos padres están sujetos a sus hijos. Temen contrariar su voluntad, y por lo tanto ceden a lo que les exigen. Pero mientras que los hijos están bajo el techo de sus padres, y dependen de ellos, deben estar sujetos a su voluntad. Los padres deben obrar con decisión, requiriendo que se acate lo que ellos consideran correcto. –1JT 76.1 (Joyas de los Testimonios)


Cita 9

Los padres no empiezan a tiempo. No subyugan la primera manifestación de mal genio del niño, y éste nutre una terquedad que aumentará con el crecimiento y se fortalecerá a medida que él mismo adquiera fuerza. Algunos niños piensan que por ser ya mayorcitos es la cosa más natural que se los deje hacer su propia voluntad y que sus padres se sometan a sus deseos. Ellos esperan que sus padres los sirvan. Las restricciones los impacientan, y cuando ya tienen bastante edad para ayudar a sus padres, no llevan las cargas que debieran llevar. Se les ha eximido de las responsabilidades, y se vuelven inútiles para el hogar y para cualquier ambiente. No tienen poder de resistencia. Los padres han llevado las cargas, y los han dejado crecer ociosos, sin hábitos de orden, laboriosidad ni economía. No se los ha habituado a la abnegación, sino que se los ha mimado y echado a perder. Sus apetitos han sido fomentados; y llegan a la edad adulta con la salud debilitada. Sus modales y comportamiento no son agradables. Son desdichados ellos mismos, y hacen desdichados a cuantos los rodean. Y mientras los hijos son aún niños, mientras necesitan ser disciplinados, se les deja salir en grupos y buscar la sociedad de los jóvenes, y unos ejercen una influencia corruptora sobre otros. 1JT 78.1

La maldición de Dios descansará seguramente sobre los padres infieles. No sólo están ellos plantando espinas que los habrán de herir aquí, sino que deberán arrostrar su propia responsabilidad cuando se abra el juicio. Muchos hijos se levantarán en el juicio y condenarán a sus padres porque no los reprendieron, y los harán responsables de su destrucción. La falsa simpatía y el amor ciego de los padres los impulsa a excusar y a no corregir las faltas de sus hijos, y como consecuencia éstos se pierden, y la sangre de sus almas recaerá sobre los padres infieles. 1JT 78.2
Los niños que son así criados sin disciplina, tienen que aprenderlo todo cuando profesan seguir a Cristo. Toda su experiencia religiosa queda afectada por la crianza que han recibido en su niñez. Muchas veces aparece el mismo carácter voluntarioso, la misma falta de abnegación, la misma impaciencia bajo los reproches, el mismo amor propio y mala voluntad para aceptar consejos ajenos, o para recibir la influencia de los juicios ajenos, la misma indolencia, el mismo espíritu de rehuir las cargas y de negarse a llevar responsabilidades. Todo esto se ve en su relación con la iglesia. Para los tales es posible vencer; pero ¡cuán dura es la lucha que les aguarda y cuán severo el conflicto! ¡Cuán duro es pasar por el curso de disciplina cabal necesario para alcanzar la elevación del carácter cristiano! Sin embargo, si llegan a vencer al fin, les será permitido ver, antes de ser trasladados, cuánto se acercaron al precipicio de la destrucción eterna, por haberles faltado la debida preparación en la juventud, por no haber aprendido a someterse en la niñez. –1JT 79.1 (Joyas de los Testimonios)


Cita 10

Se me ha mostrado que mientras los padres que temen a Dios imponen restricciones a sus hijos, deben estudiar sus disposiciones y temperamentos, y tratar de suplir sus necesidades. Algunos padres atienden cuidadosamente las necesidades temporales de sus hijos; los cuidan bondadosa y fielmente mientras están enfermos, y luego consideran que han cumplido todo su deber. En esto cometen un error. Tan sólo han empezado su trabajo. Se deben suplir las necesidades de la mente. Se requiere habilidad para aplicar los debidos remedios a la curación de una mente herida. 1JT 133.1

Los niños han de soportar pruebas tan duras, tan graves en su carácter, como las de las personas mayores. Los padres mismos no sienten siempre la misma disposición. A menudo su mente está afligida por la perplejidad. Trabajan bajo la influencia de opiniones y sentimientos equivocados. Satanás los azota y ceden a sus tentaciones. Hablan con irritación y de una manera que excita la ira en sus hijos, y son a veces exigentes e inquietos. Los pobres niños participan del mismo espíritu, y los padres no están preparados para ayudarles, porque ellos son la causa de la dificultad. A veces todo parece ir mal. Hay intranquilidad en el ambiente, y todos pasan momentos desdichados. Los padres echan la culpa a los pobres niños, y piensan que son desobedientes e indisciplinados, los peores niños del mundo, cuando la causa de la dificultad reside en ellos mismos. 1JT 133.2

Algunos padres suscitan muchas tormentas por su falta de dominio propio. En vez de pedir bondadosamente a los niños que hagan esto o aquello, les dan órdenes en tono de reprensión, y al mismo tiempo tienen en los labios censuras o reproches que los niños no merecieron. Padres, esta conducta para con vuestros hijos destruye su alegría y ambición. Ellos cumplen vuestras órdenes, no por amor, sino porque no se atreven a obrar de otro modo. No ponen su corazón en el asunto. Les resulta un trabajo penoso en vez de un placer; y a menudo por esto mismo se olvidan de seguir todas vuestras indicaciones, lo cual acrece vuestra irritación y empeora la situación de los niños. Las censuras se repiten; se les pinta con vivos colores su mala conducta, hasta que el desaliento se posesiona de ellos, y no les interesa agradaros. Se apodera de ellos un espíritu que los impulsa a decir: “A mí qué me importa,” y van a buscar fuera del hogar, lejos de sus padres, el placer y deleite que no encuentran en casa. Frecuentan las compañías de la calle, y pronto se corrompen tanto como los peores. 1JT 133.3

¿Sobre quién pesa este gran pecado? Si se hubiese hecho atrayente el hogar, si los padres hubiesen manifestado afecto por sus hijos, si con bondad les hubiesen encontrado ocupación, enseñándoles con amor a obedecer a sus deseos, habrían hallado respuesta en sus corazones, y con corazones, manos y pies voluntarios, los hijos les habrían obedecido prestamente. Dominándose a sí mismos, y hablándoles con bondad, y alabando a los niños cuando tratan de hacer lo recto, los padres pueden estimular sus esfuerzos, hacerlos muy felices, y rodear al círculo de la familia con un encanto que despejará toda lobreguez y hará penetrar en él la alegría como la luz del sol. 1JT 134.1

A veces los padres disculpan su propia mala conducta con la excusa de que no se sienten bien. Están nerviosos y piensan que no pueden ser pacientes ni serenos, ni hablar de una manera agradable. En esto se engañan y agradan a Satanás, quien se regocija de que ellos no consideran la gracia de Dios como suficiente para vencer las flaquezas naturales. Ellos pueden y deben dominarse a sí mismos en toda ocasión. Dios se lo exige. Deben darse cuenta de que cuando ceden a la impaciencia e inquietud hacen sufrir a otros. Los que los rodean son afectados por el espíritu que ellos manifiestan, y si a su vez actúan impulsados por el mismo espíritu, el daño aumenta y todo va mal. 1JT 134.2

Padres, cuando os sentís nerviosos, no debéis cometer el grave pecado de envenenar a toda la familia con esta irritabilidad peligrosa. En tales ocasiones, ejerced sobre vosotros mismos una vigilancia doble, y resolved en vuestro corazón no ofender con vuestros labios, sino pronunciar solamente palabras agradables y alegres. Decíos: “No echaré a perder la felicidad de mis hijos con una sola palabra de irritación.” Dominándoos así vosotros mismos, os fortaleceréis. Vuestro sistema nervioso no será tan sensible. Quedaréis fortalecidos por los principios de lo recto. La conciencia de que estáis desempeñando fielmente vuestro deber, os fortalecerá. Los ángeles de Dios sonreirán al ver vuestros esfuerzos, y os ayudarán. 1JT 135.1

Cuando os sentís impacientes, con demasiada frecuencia pensáis que la causa está en vuestros hijos, y les echáis la culpa cuando no la merecen. En otras ocasiones, ellos podrían hacer las mismas cosas, y todo sería aceptable y correcto. Los niños conocen, notan y sienten estas irregularidades y ellos tampoco son siempre los mismos. A veces están más o menos preparados para arrostrar actitudes variables; y en otras ocasiones están nerviosos e intranquilos, y no pueden soportar la censura. Su espíritu se subleva en rebelión contra ella. Los padres quieren que se tenga en cuenta su estado mental, y sin embargo no ven siempre la necesidad de hacer las mismas concesiones a sus pobres hijos. Disculpan en sí mismos aquello que censurarían severamente si lo advirtieran en sus hijos, que no tienen tantos años de experiencia y disciplina. 1JT 135.2

Algunos padres de temperamento nervioso, cuando están cansados por el trabajo u oprimidos por la congoja, no conservan serenidad mental, sino que manifiestan hacia aquellos que debieran serles más caros en este mundo una irritación e intolerancia que desagradan a Dios y extienden una nube sobre la familia. Con tierna simpatía, debe calmarse a los niños en sus dificultades. La bondad y tolerancia mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles santos al círculo de la familia. 1JT 135.3

La madre puede y debe hacer mucho para dominar sus nervios y ánimo cuando está deprimida. Aun cuando está enferma, puede, si se educa a sí misma, manifestar una disposición agradable y alegre, y puede soportar más ruido de lo que una vez creyera posible. No debiera hacer sentir a los niños su propia flaqueza y nublar sus mentes jóvenes y sensibles por su propia depresión de espíritu, haciéndoles sentir que la casa es una tumba y que la pieza de mamá es el lugar más lúgubre del mundo. La mente y los nervios se entonan y fortalecen por el ejercicio de la voluntad. En muchos casos, la fuerza de voluntad resultará ser un potente calmante de los nervios. –1JT 136.1 (Joyas de los Testimonios)


Cita 11

El 6 de junio de 1863 me fueron mostrados algunos de los peligros que corre la juventud. Satanás está dominando las mentes de los jóvenes y extraviando sus pies inexpertos. Ellos ignoran sus designios, y en estos tiempos peligrosos los padres deben despertar y trabajar con perseverancia y laboriosidad para rechazar el primer ataque del enemigo. Deben instruir a sus hijos, cuando salen, cuando entran, cuando se levantan y cuando se sientan, dándoles renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí y un poco allá. 1JT 140.1

El trabajo de la madre empieza con el niño mamante. Ella debe conquistar la voluntad y el genio de su hijo, ponerlo en sujeción y enseñarle a obedecer. Y a medida que el niño crezca, no relaje la disciplina. Cada madre debe tomarse tiempo para razonar con sus hijos, para corregir sus errores y enseñarles pacientemente el buen camino. Los padres cristianos deben saber que están instruyendo y preparando a sus hijos para ser hijos de Dios. Toda la experiencia religiosa de los niños queda afectada por las instrucciones dadas, y el carácter se forma en la niñez. Si la voluntad no se subyuga entonces, ni se la hace someter a la voluntad de los padres, será tarea muy difícil enseñarles la lección en los años ulteriores. ¡Qué lucha intensa, qué conflicto costará someter a los requisitos de Dios esa voluntad que nunca fué subyugada! Los padres que descuidan esa obra importante, cometen un grave error y pecan contra sus pobres hijos y contra Dios. 1JT 140.2

Sucederá a veces que los niños que se hallan bajo una disciplina estricta se sentirán descontentos. Se volverán impacientes bajo las restricciones, y querrán hacer su voluntad, e ir y venir como les plazca. Especialmente entre los diez y dieciocho años, creerán a menudo que no habría ningún perjuicio en participar en salidas campestres y otras reuniones de compañías jóvenes; pero sus padres experimentados pueden ver el peligro. Ellos conocen los temperamentos peculiares de sus hijos, conocen la influencia que sobre su mente ejercen esas cosas, y porque desean salvarlos, les evitan estas diversiones excitantes. 1JT 140.3

Cuando estos niños deciden por su cuenta abandonar los placeres del mundo, y hacerse discípulos de Cristo, ¡qué carga desaparece de los corazones de los padres cuidadosos y fieles! Y sin embargo, aun entonces no debe cesar la labor de los padres. No se debe dejar a los niños que elijan su propio proceder, ni tampoco que hagan siempre sus propias decisiones. Han empezado tan sólo a luchar en serio contra el pecado, el orgullo, las pasiones, la envidia, los celos, el odio y todos los males del corazón natural. Los padres deben velar y aconsejar a sus hijos, decidir por ellos y mostrarles que si no prestan una obediencia alegre y voluntaria a sus padres, no pueden obedecer voluntariamente a Dios y les es imposible ser cristianos. 1JT 141.1

Los padres deben animar a sus hijos a confiar en ellos, a presentarles las penas de su corazón, sus pequeñas molestias y pruebas diarias. Así podrán los padres aprender a simpatizar con sus hijos y podrán orar con ellos y por ellos, para que Dios los escude y los guíe. Deben revelarles a su Amigo y Consejero infaltable, que se compadecerá de sus flaquezas, porque fué tentado en todo como nosotros, aunque sin pecar. 1JT 141.2
Satanás tienta a los niños a ser reservados con sus padres, y a elegir sus confidentes entre sus compañeros jóvenes e inexpertos, entre aquellos que no les pueden ayudar, sino que les darán malos consejos. Los niños y las niñas se reúnen y conversan, ríen y bromean, y ahuyentan a Cristo de sus corazones y a los ángeles de su presencia por sus insensateces. La conversación ociosa, relativa a los actos ajenos, las habladurías acerca de ese joven o de aquella niña, agostan los pensamientos y sentimientos nobles, arrancan del corazón los deseos buenos y santos; dejándolo frío y despojándolo del verdadero amor hacia Dios y su verdad. 1JT 141.3

Los niños quedarían a salvo de muchos males si fuesen más familiares con sus padres. Estos deben estimular en sus hijos una disposición a manifestarse confiados y francos con ellos, a acudir a ellos con sus dificultades, presentarles el asunto tal cual lo ven y pedirles consejo cuando se hallan perplejos acerca de qué conducta es la buena. ¿Quiénes pueden ver y señalarles los peligros mejor que sus padres piadosos? ¿Quién puede comprender tan bien como ellos el temperamento peculiar de sus hijos? La madre que ha vigilado todo el desarrollo de la mente desde la infancia, y conoce su disposición natural, es la que está mejor preparada para aconsejar a sus hijos. ¿Quién puede decir como la madre, ayudada por el padre, cuáles son los rasgos de carácter que deben ser refrenados y mantenidos en jaque? –1JT 142.1 (Joyas de los Testimonios)


Cita 12

Los niños consentidos
Los hijos cristianos preferirán el amor y la aprobación de sus padres temerosos de Dios a toda bendición terrenal. Amarán y honrarán a sus padres. Hacer a sus padres felices debe ser una de las principales preocupaciones de su vida. En esta era de rebelión, los hijos no han recibido la debida instrucción y disciplina y tienen poca conciencia de sus obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo que cuanto más hacen sus padres por ellos, tanto más ingratos son, y menos los respetan. Los niños que han sido mimados y rodeados de cuidados, esperan siempre un trato tal; y si su expectativa no se cumple, se chasquean y desalientan. Esa misma disposición se verá en toda su vida. Serán incapaces, dependerán de la ayuda ajena, y esperarán que los demás los favorezcan y cedan a sus deseos. Y si encuentran oposición, aun en la edad adulta, se creen maltratados; y así recorren su senda por el mundo, acongojados, apenas capaces de llevar su propio peso, murmurando e irritándose a menudo porque todo no les sale a pedir de boca. 1JT 142.2

Los padres que siguen una conducta errónea enseñan a sus hijos lecciones que les resultarán dañosas, y también siembran espinas para sus propios pies. Piensan que satisfaciendo los deseos de sus hijos y dejándoles seguir sus inclinaciones, obtendrán su amor. ¡Qué error! Los niños así consentidos se crían sin ver restringidos sus deseos, sin saber dominar sus disposiciones y se vuelven egoístas, exigentes e intolerantes; serán una maldición para sí mismos y para cuantos los rodeen. En gran medida los padres tienen en sus propias manos la felicidad futura de sus hijos. A ellos les incumbe la obra importante de formar el carácter de estos hijos. Las instrucciones que les dieron en la niñez los seguirán durante toda la vida. Los padres siembran la semilla que brotará y dará fruto para bien o mal. Pueden hacer a sus hijos idóneos para la felicidad o para la desgracia. 1JT 142.3

Desde muy temprano se debe enseñar a los niños a ser útiles, a ayudarse a sí mismos y a ayudar a otros. En nuestra época, muchas hijas pueden, sin remordimiento de conciencia, ver a sus madres trabajar, cocinar, lavar o planchar, mientras ellas permanecen en la sala leyendo cuentos, o haciendo crochet o bordados. Sus corazones son tan insensibles como una piedra. Pero, ¿dónde está el origen de este mal? ¿Quiénes son generalmente los más culpables? Los pobres y engañados padres. Ellos pasan por alto el bien futuro de sus hijas, y en su ternura equivocada las dejan en la ociosidad, o les permiten hacer cosas que tienen poca utilidad o no requieren ejercicio de la mente o de los músculos, y luego disculpan a sus hijas indolentes porque son débiles. Pero, ¿qué es lo que las ha debilitado? En muchos casos ha sido la conducta errónea de los padres. Una cantidad apropiada de ejercicio en la casa mejoraría tanto su mente como su cuerpo. Pero, debido a ideas falsas, las niñas son privadas de dicho ejercicio, hasta que llegan a profesar aversión al trabajo; éste les desagrada, y no concuerda con sus ideas de la finura. Creen que es indigno de una dama, y hasta grosero, lavar los platos, planchar o inclinarse sobre la pileta de lavar ropa. Tal es la instrucción que está de moda dar a las hijas en esta era desdichada. 1JT 143.1

Los hijos de Dios deben ser gobernados por principios superiores a los de los mundanos, que tratan de medir todo su proceder por la moda. Los padres que temen a Dios deben educar a sus hijos para una vida de utilidad. No deben permitir que sus principios de gobierno estén mancillados por las nociones extravagantes que prevalecen en esta época. Tampoco deben conformarse a las modas ni ser gobernados por las opiniones de los mundanos. No deben permitir a sus hijos que elijan sus compañeros. Enseñadles que es vuestro deber elegirlos por ellos. Preparadlos para llevar cargas mientras son jóvenes. 1JT 144.1

Si vuestros hijos no se han acostumbrado al trabajo, pronto se cansarán. Se quejarán de dolores en los costados y en los hombros, y de que tienen los miembros cansados; y vuestra simpatía os hará correr el riesgo de hacer el trabajo vosotros mismos más bien que verlos sufrir un poco. Sea muy ligera al principio la carga impuesta a los niños, y luego vaya aumentando un poco cada día, hasta que puedan hacer la debida cantidad de trabajo sin cansarse. La inactividad es la causa principal de los dolores en los costados y los hombros de los niños. 1JT 144.2
Hay en esta época una clase de señoritas que son seres sencillamente inútiles, pues sirven solamente para respirar, comer, lucir vestidos y hablar sandeces, mientras sostienen entre los dedos algún tejido o bordado. Pero pocas jóvenes manifiestan juicio sano y buen sentido común. Llevan una vida de mariposas, sin propósito especial. Cuando esta clase de compañías mundanas se reúnen, todo lo que se puede oír son unas pocas observaciones tontas acerca de los vestidos, o algún asunto frívolo; y luego se ríen de sus propias observaciones que consideran muy inteligentes. Esto lo hacen frecuentemente en presencia de personas mayores, que no pueden sino entristecerse ante tal falta de respeto por sus años. Estas jóvenes parecen haber perdido todo sentido de modestia y de buenos modales. Sin embargo, la manera en que han sido instruidas las induce a pensar que su conducta es un dechado de gentileza. 1JT 144.3

Este espíritu es como una enfermedad contagiosa. El pueblo de Dios debe elegir la compañía que han de frecuentar sus hijos, y enseñarles a evitar la de los mundanos. Las madres deben llevar a sus hijas consigo a la cocina y educarlas pacientemente. Su constitución se beneficiará con este trabajo; sus músculos adquirirán tono y fortaleza, y sus meditaciones serán más sanas y elevadas al fin del día. Tal vez se cansen; pero ¡cuán dulce es el reposo después de trabajar como es debido! El sueño, dulce restaurador natural, vigoriza el cuerpo cansado y lo prepara para los deberes del día siguiente. No dejéis creer a vuestros hijos que no importa que trabajen o no. Enseñadles que se necesita su ayuda, que su tiempo es valioso, y que dependéis de su trabajo. 1JT 145.1

Los padres deben obrar fielmente con las almas que les han sido confiadas. No deben estimular en sus hijos el orgullo, el despilfarro y el amor a la ostentación. No deben enseñarles ni permitir que aprendan pequeñas gracias que parecen vivezas en los niños, pero que después tienen que desaprenderse, y que tendrán que corregirse cuando sean mayores. Los hábitos que primero se adquieren no se olvidan fácilmente. Padres, debéis comenzar a disciplinar las mentes de vuestros hijos en la más tierna edad, a fin de que sean cristianos. Tiendan todos vuestros esfuerzos a su salvación. Obrad como que fueron confiados a vuestro cuidado para ser labrados como preciosas joyas que han de resplandecer en el reino de Dios. Cuidad de no estar arrullándolos sobre el abismo de la destrucción, con la errónea idea de que no tienen bastante edad para ser responsables, ni para arrepentirse de sus pecados y profesar a Cristo. 1JT 146.1

Se me refirió a las muchas promesas preciosas registradas para aquellos que buscan temprano a su Salvador. “Acuérdate de tu Criador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales digas, No tengo en ellos contentamiento.” Eclesiastés 12:1. “Yo amo a los que me aman; y me hallan los que madrugando me buscan.” Proverbios 8:17. El gran Pastor de Israel dice todavía: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos.” Mateo 19:14. Enseñad a vuestros hijos que la juventud es el mejor tiempo para buscar al Señor. Entonces las cargas de la vida no pesan sobre ellos, y sus mentes juveniles no están agobiadas por los cuidados. Mientras están así libres, deben dedicar lo mejor de su fuerza a Dios. 1JT 146.2

Estamos viviendo en una época desdichada para los niños. Se siente una fuerte corriente que arrastra hacia abajo, hacia la perdición, y se necesita algo más que una experiencia y fuerza de niño para remontar esa corriente y no ser llevado por ella. Los jóvenes en general parecen cautivos de Satanás, y éste y sus ángeles los llevan a una destrucción segura. Satanás y sus huestes hacen guerra contra el gobierno de Dios. A todos los que tienen deseo de entregar su corazón al Señor y de obedecer sus requerimientos, Satanás tratará de hacerles sufrir perplejidades y de vencerlos con sus tentaciones, a fin de que se desalienten y renuncien a la lucha. 1JT 147.1

Padres, ayudad a vuestros hijos. Despertad del letargo que ha pesado sobre vosotros. Velad continuamente para detener la corriente y rechazar el peso del mal que Satanás está echando sobre vuestros hijos. Los niños no pueden hacer esto de por sí, pero los padres pueden hacer mucho. Mediante la oración ferviente y la fe viva, ganarán grandes victorias. Algunos padres no se han dado cuenta de las responsabilidades que pesan sobre ellos, y han descuidado la educación religiosa de sus hijos. Por la mañana, los primeros pensamientos del cristiano deben fijarse en Dios. Los trabajos mundanales y el interés propio deben ser secundarios. Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de oración. Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada, y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos, y por la fe atad a estos últimos sobre el altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán los niños así dedicados a Dios. Es el deber de los padres creyentes levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia, enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a Dios. –1JT 147.2 (Joyas de los Testimonios)


Cita 13

La impaciencia de los padres excita la de los hijos. La ira manifestada por los padres, crea ira en los hijos, y despierta lo malo de su naturaleza. Algunos padres corrigen a sus hijos severamente con impaciencia, y muchas veces con ira. Tales correcciones no producen ningún buen resultado. Al tratar de corregir un mal, se crean dos. La censura continua y el castigo corporal endurecen a los niños y los separan de sus padres. 1JT 148.1
Estos deben aprender primero a dominarse a sí mismos; y entonces podrán dominar con más éxito a sus hijos. Cada vez que pierden el dominio propio, y hablan y obran con impaciencia, pecan contra Dios. Deben primero razonar con sus hijos, señalarles claramente sus equivocaciones, mostrarles su pecado, y hacerles comprender que no sólo han pecado contra sus padres, sino contra Dios. Teniendo vuestro propio corazón subyugado y lleno de compasión y pesar por vuestros hijos errantes, orad con ellos antes de corregirlos. Entonces vuestra corrección no hará que vuestros hijos os odien. Ellos os amarán. Verán que no los castigáis porque os han causado inconvenientes, ni porque queréis desahogar vuestro desagrado sobre ellos, sino por un sentimiento del deber, para beneficio de ellos, a fin de que no se desarrollen en el pecado. 1JT 148.2
Algunos padres no han dado educación religiosa a sus hijos, y han descuidado también su educación escolar. Ni la una ni la otra debieran haberse descuidado. Las mentes de los niños son activas, y si ellos no se dedican al trabajo físico o se ocupan en el estudio, quedarán expuestos a las malas influencias. Es un pecado de parte de los padres dejar a sus hijos crecer en la ignorancia. Deben proporcionarles libros útiles e interesantes, deben enseñarles a trabajar, a tener sus horas de trabajo físico y sus horas de estudio y lectura. Los padres deben tratar de elevar las mentes de sus hijos, y de cultivar sus facultades mentales. La mente, abandonada a sí misma, sin cultivo, es generalmente baja, sensual y corrupta. Satanás aprovecha su oportunidad, y educa a las mentes ociosas. 1JT 148.3
Padres, el ángel registrador escribe toda palabra impaciente e irritada que decís a vuestros hijos. Cada vez que dejáis de darles las instrucciones debidas y de mostrarles el carácter excesivamente grave del pecado y el resultado final de una conducta pecaminosa, ello queda registrado frente a vuestro nombre. Cada palabra que decís descuidadamente delante de ellos, aunque sea en broma, cada palabra que no sea casta y elevada, queda anotada por el ángel como una mancha sobre vuestro carácter cristiano. Todos vuestros actos quedan registrados, sean buenos o malos. 1JT 149.1

Los padres no pueden tener éxito en el gobierne de sus hijos antes de haber adquirido perfecto dominio sobre sí mismos. Deben primero aprender a subyugarse, a dominar sus palabras y la misma expresión de su rostro. No deben permitir que se turbe el tono de su voz, o se agite con excitación e ira. Entonces podrán tener una influencia decisiva sobre sus hijos. Los hijos pueden desear hacer lo recto, pueden proponerse en su corazón ser obedientes y bondadosos para con sus padres o tutores; pero necesitan ayuda y estímulo de parte de ellos. Pueden hacer buenas resoluciones, pero a menos que sus principios sean fortalecidos por la religión y en sus vidas reine la influencia de la gracia renovadora de Cristo, no alcanzarán su objeto. 1JT 149.2

Los padres deben duplicar sus esfuerzos para la salvación de sus hijos. Deben instruirlos con fidelidad, y no permitir que obtengan su educación ellos mismos como mejor puedan. No se debe permitir que los jóvenes aprendan lo bueno y lo malo indistintamente, con la idea de que en algún tiempo futuro lo bueno prevalecerá y lo malo perderá su influencia. Lo malo se desarrolla más rápidamente que lo bueno. Es posible que lo malo que hayan aprendido sea erradicado después de muchos años; pero ¿quién quiere correr ese riesgo? El tiempo es corto. Es más fácil y mucho más seguro sembrar semilla limpia y buena en el corazón de vuestros hijos, que arrancar las malas hierbas después. Es el deber de los padres velar para que las influencias que rodean a sus hijos no tengan un efecto perjudicial sobre ellos. Es su deber elegirles los compañeros que han de tener y no dejar que ellos mismos los elijan. ¿Quién cumplirá este deber si los padres no lo hacen? ¿Pueden los demás tener en favor de vuestros hijos el interés que debierais tener vosotros? ¿Pueden ejercer ese cuidado constante y amor profundo que sienten los padres? 1JT 149.3

Puede suceder que los niños observadores del sábado se impacienten por las restricciones y piensen que sus padres son demasiado estrictos; y hasta puede suceder que se susciten en sus corazones sentimientos duros y lleguen a alimentar pensamientos de descontento y pesar contra aquellos que obran para su bien presente, futuro y eterno. Pero si llegan a vivir algunos años más, bendecirán a sus padres por el cuidado estricto y la vigilancia fiel que ejercieron sobre ellos en sus años de inexperiencia. 1JT 150.1
Los padres deben explicar y simplificar ante sus hijos el plan de salvación, a fin de que sus mentes juveniles puedan comprenderlo. Los niños de ocho, diez y doce años tienen ya bastante edad para que se les hable de la religión personal. No mencionéis a vuestros hijos algún período futuro en el que tendrán bastante edad para arrepentirse y creer en la verdad. Si son debidamente instruídos, los niños, aun los de poca edad, pueden tener opiniones correctas acerca de su estado de pecado y el camino de salvación por Cristo. Los predicadores manifiestan generalmente demasiada indiferencia hacia la salvación de los niños, y su obra no es tan personal como debiera ser. Muchas veces se pierden áureas oportunidades de impresionar las mentes de los niños. 1JT 150.2

La mala influencia que rodea a nuestros niños es casi abrumadora; está corrompiendo sus mentes y arrastrándolos a la perdición. Las mentes juveniles son por naturaleza dadas a la liviandad; y en tierna edad, antes que su carácter esté formado y su juicio maduro, manifiestan a menudo su preferencia por compañías que ejercen sobre ellos una influencia perjudicial. Algunos adquieren afición al sexo opuesto, contra los deseos y ruegos de sus padres, y violan, deshonrándolos así, el quinto mandamiento. Es deber de los padres vigilar las salidas y las entradas de sus hijos. Deben estimularlos y presentarles incentivos que los atraigan al hogar y les hagan ver que sus padres se interesan en ellos. Deben hacer alegre y placentero el hogar. 1JT 151.1

Padres y madres, hablad bondadosamente a vuestros hijos; recordad cuán sensibles sois vosotros mismos y cuán poca censura podéis soportar; reflexionad y reconoced que vuestros hijos son como vosotros. No les impongáis lo que vosotros mismos no podéis llevar. Si no podéis soportar la censura y la inculpación, tampoco lo pueden vuestros hijos, que son más débiles que vosotros y no pueden aguantar tanto. Sean vuestras palabras agradables y alegres como rayos de sol en la familia. Los frutos del dominio propio, la atención y el esmero que manifestéis se centuplicarán. 1JT 151.2
Los padres no tienen derecho a ensombrecer la felicidad de sus hijos por su censura o severas críticas por errores triviales. Lo que es verdaderamente malo debe ser presentado en el verdadero carácter pecaminoso que tiene y se debe proceder con firmeza y decisión para evitar que se repita. Debe hacerse sentir a los niños el mal que han hecho, pero no se les debe dejar en un estado mental desesperado, sino con cierto grado de valor a fin de que puedan mejorar y ganar vuestra confianza y aprobación. 1JT 151.3
Algunos padres cometen el error de conceder a sus hijos demasiada libertad. Tienen a veces tanta confianza en ellos que no ven sus defectos. Es malo permitir a los niños realizar visitas distantes que entrañan cierto gasto, sin estar acompañados de sus padres o tutores. Ello tiene una mala influencia sobre los niños. Llegan a pensar que son muy importantes y que les pertenecen ciertos privilegios, y si éstos no les son concedidos, se creen maltratados. Hacen alusión a otros niños que van y vienen y tienen muchos privilegios, mientras que ellos tienen tan pocos. 1JT 152.1
Y la madre, temiendo que sus hijos la crean injusta, satisface sus deseos, lo cual les causa gran perjuicio. Los jóvenes visitantes, que no se hallan bajo el ojo vigilante de alguno de sus padres, de modo que éstos puedan ver y corregir sus faltas, reciben a menudo impresiones cuya supresión requiere meses. Se me refirieron casos de padres que tenían hijos buenos y obedientes y que, teniendo la mayor confianza en ciertas familias, dejaron que sus hijos se alejasen por un tiempo de su lado para visitar a estos amigos. Desde entonces se notó un cambio completo en la conducta y el carácter de estos hijos. Antes, vivían contentos y felices en el hogar, y no tenían muchos deseos de hallarse en compañía de otras personas jóvenes. Cuando volvieron a sus padres, la restricción les pareció injusta, y el hogar una cárcel. Decisiones tan imprudentes de parte de los padres deciden el carácter de sus hijos. 1JT 152.2

Al hacer visitas tales, algunos niños traban relaciones que al fin los conducen a la ruina. Padres, conservad a vuestros hijos a vuestro lado si podéis, y vigiladlos con la más tierna solicitud. Cuando los dejáis ir de visita a cierta distancia, se sienten con bastante edad para cuidarse y hacer sus propias decisiones. Cuando se deja a los jóvenes así abandonados a sí mismos, su conversación versa a menudo sobre temas que no los refinan ni elevan, ni tampoco aumentan su amor por lo que atañe a la religión. Cuanto mayor sea el número de visitas que se les permita hacer, tanto mayor será el deseo de realizarlas y menos atrayente les parecerá el hogar. 1JT 152.3

Hijos, Dios consideró propio confiaros al cuidado de vuestros padres, para que ellos os instruyan y disciplinen, y así desempeñen su parte en formar vuestro carácter para el cielo. Pero a vosotros os incumbe decir si queréis adquirir un buen carácter cristiano aprovechando las ventajas que significa para vosotros el haber tenido padres piadosos, fieles y vigilantes en la oración. A pesar de toda la ansiedad y la fidelidad de los padres en favor de sus hijos, ellos solos no pueden salvarlos. Los hijos tienen también una obra que hacer. Cada hijo tiene que atender su caso individual. Padres creyentes, os incumbe una obra de responsabilidad para guiar los pasos de vuestros hijos aun en su experiencia religiosa. Cuando amen verdaderamente a Dios os bendecirán y reverenciarán por el cuidado que les otorgasteis y por vuestra fidelidad al restringir sus deseos y subyugar sus voluntades. –1JT 153.1 (Joyas de los Testimonios)


Cita 14

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra. Efesios 3:14,15.

Una familia en cuyo seno se manifiesta amor a Dios y de los unos por los otros, cuyos miembros no se irritan, sino que son pacientes, tolerantes y amables, es un símbolo de la familia celestial.

Los hombres y mujeres que sirven decididamente a Dios conducirán a sus familias de tal manera que representen correctamente la religión de Cristo. Enseñarán a sus hijos a ser aseados y útiles, a compartir las cargas del hogar y a no permitir que los padres hagan alguna tarea que ellos pueden realizar. De esta manera el padre y la madre quedan más aliviados. La familia toda comparte la bendición de la disposición de ayudarse mutuamente. -(Manuscrito 1, del 19 de enero de 1899, “Unidad, cortesía y amor”).


Cita 15

Las madres están bajo el tierno cuidado de los ángeles celestiales. ¡Con cuánto interés llama el Señor Jesús a la puerta de las familias donde hay niñitos que deben ser educados y preparados! Cuán gentilmente vela por los intereses de las madres; y cuán triste se siente cuando ve que se descuida a los niños…

Los caracteres se forman en el hogar; los seres humanos se modelan para ser una bendición o una maldición. El Señor ha confiado a la madre los miembros más jóvenes de la familia que vienen a nuestro mundo débiles y desvalidos. La infinita sabiduría y el infinito amor no entregan a los padres, llenos de tareas y cuidados, ese tierno oficio, tan saturado de resultados eternos. El corazón de la mujer está lleno de paciencia y amor, si esa mujer ha entregado el corazón a Dios. Debe cooperar con Dios y con su esposo en la educación de las preciosas almas confiadas a ella, para que crezcan en Cristo Jesús. Y el padre, confiando en la gracia de Dios, debiera llevar la sagrada responsabilidad que descansa sobre él como esposo…

En la infancia y la niñez, cuando la naturaleza es dócil, Dios quiere que se graben las más firmes impresiones para el bien. Continuamente prosigue la batalla entre el Príncipe de la vida y el príncipe de este mundo. La cuestión a decidir es: ¿A quién elegirá la madre como su colaborador para modelar y formar los caracteres de sus hijos?  —Manuscrito 22, 1898.


Cita 16

Esto es lo que necesitamos en nuestros hogares. No hay críticas ni asperezas, sino paz y gozo, y descanso en el Señor… Dios demanda un servicio amante. Demanda que los padres hablen amorosa y tiernamente a sus hijos. Vean ellos que pensáis que os ayudan. Dadles responsabilidades, pequeñas al principio, y mayores a medida que crezcan. Nunca, nunca, permitáis que os oigan decir: “Me estorban más de lo que me ayudan”… AFC 149.6

Cuántos hay que olvidan que el hogar es una escuela, en la cual se preparan los hijos para trabajar, ya sea para Cristo o para Satanás. Padres y madres, recordad que cada palabra que habláis al alcance del oído de vuestros hijos tiene una influencia sobre ellos, una influencia ya sea para bien o para mal. Recordad que si halláis faltas en otros, estáis educando a vuestros hijos para que sean criticones. AFC 150.1

Rodeados de vuestros hijos, inclinaos delante del Padre celestial. Pedidle ayuda para preservar el depósito que os ha confiado. Sean vuestras peticiones cortas y fervientes. Decid: “Padre celestial, quiero que mis hijos sean salvados. Concédeme la ayuda de tu Espíritu, para que pueda prepararlos a fin de que sean hallados dignos de heredar la vida eterna”. Enseñad a vuestros hijos a ofrecer sus sencillas oraciones. Decidles que Dios se deleita en sus peticiones. –AFC 150.2 (A Fin de Conocerle)


Cita 17

Podemos someter a nuestros hijos tan solo si nos sometemos a nosotros mismos. Pero hay muchos padres que inculcan en la vida de su hogar sus malas tendencias hereditarias y cultivadas. No han abandonado su puerilidad. Regañan a sus hijos por cosas que nunca debieran notar. Padres, no regañéis nunca a vuestros hijos. Tratadlos con firmeza pero con bondad. Mantenedlos ocupados… Sea vuestro hogar un lugar donde Dios es amado y honrado.—Manuscrito 39, 1901.


Cita 18

La obra de la madre es muy importante y sagrada. Debe enseñar a sus hijos desde la cuna a practicar hábitos de abnegación y dominio propio. Si su tiempo se dedica mayormente a las insensateces de esta época de degeneración, si el vestido y las diversiones ocupan su precioso tiempo, sus hijos no recibirán la educación esencial para adquirir un carácter correcto. La madre cristiana no debe manifestar ansiedad simplemente por lo exterior, sino porque sus hijos tengan una constitución sana y se apoyen en buenos principios de moral.
Muchas madres que deploran la intemperancia que existe por doquiera, no miran bastante hondo para ver la causa. Están preparando diariamente una variedad de platos muy sazonados, que tientan al apetito e incitan a comer demasiado. Las mesas de nuestro pueblo norteamericano se preparan generalmente de una manera que contribuye a formar borrachos. El apetito es el principio que rige a un numeroso grupo de personas. Todo aquel que complace el apetito comiendo demasiado a menudo, e ingiere alimentos malsanos, debilita su poder de resistir a los clamores del apetito y la pasión en otros respectos, en la proporción en que ha fortalecido la propensión a los hábitos incorrectos relacionados con el comer.
Es necesario inculcar en las madres la obligación que tienen para con Dios y el mundo, de dar a la sociedad hijos de carácter bien desarrollado. Los hombres y mujeres que suben al escenario de acción con principios firmes, estarán preparados para permanecer puros en medio de las contaminaciones morales de esta era corrompida.Testimonios para la Iglesia 3:562, 563 (1875).


Cita 19

Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22: Proverbios 22:6

Las influencias educativas de la vida hogareña constituyen un poder decisivo para el bien o para el mal. Estas influencias en muchos aspectos son silenciosas y graduales, pero si se las ejerce en favor de lo correcto, son de gran valor.

Es una tarea solemne y seria cuidar de aquellos por quienes Cristo murió, enseñar a los hijos a no malgastar sus afectos en las cosas de este mundo, a no disipar tiempo y esfuerzo en lo que es menos que nada. Las madres deben ser alumnas de la escuela de Cristo a fin de educar correctamente a sus hijos. La madre cristiana dedicará mucho tiempo a la oración, porque es en el hogar donde los hijos deben aprender a ser leales al gobierno de Dios. Han de ser enseñados con paciencia y longanimidad.

Las burlas y los reproches apasionados nunca producen reforma. Cometen un grave pecado los padres y madres que, mediante su propio ejemplo, enseñan a sus hijos a dar rienda suelta a su mal genio, cediendo ellos mismos a sus arranques temperamentales; y los educan con métodos equivocados. Se ha de disciplinar a los hijos en forma tal que los capacite para ocupar su lugar en la familia de los cielos…

Las madres que han criado sabiamente a sus hijos sienten el peso de la responsabilidad no sólo por sus propios hijos sino también por los hijos de los vecinos. Los sentimientos de simpatía de una verdadera madre se manifiestan en favor de todos aquellos con quienes entra en contacto.

Aquellos que no tienen hijos tienen también responsabilidades. En la mayoría de los casos pueden recibir en sus hogares a niños que han quedado huérfanos y sin hogar. A estos niños pueden educarlos por amor de Cristo para que practiquen las virtudes que son tan necesarias en nuestro mundo. —Manuscrito 34, del 21 de marzo de 1899, “La vida de hogar”. (Alza tus Ojos – 21 de Marzo).


Cita 20

Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Salmos 127:1.

En el cielo no se hablan palabras desagradables. No se cultivan allí pensamientos hirientes. No hay lugar allí para la envidia, las malas sospechas, el odio y la contienda. Una perfecta armonía impregna las cortes celestiales. Satanás sabe bien cómo es el cielo y cuál es la influencia de los ángeles. Su obra consiste en introducir en cada familia los crueles elementos de la obstinación, la rudeza y el egoísmo. De esta manera trata de destruir la felicidad de la familia. El sabe que el espíritu que gobierne el hogar será introducido en la iglesia.

Cuiden siempre el padre y la madre sus palabras y acciones. El esposo debe tratar a su esposa, la madre de sus hijos, con el debido respeto, y la esposa debe amar y reverenciar a su marido. ¿Cómo podría ella hacerlo si él la trata como a una sirvienta, en forma dictatorial, dándole órdenes, burlándose y encontrando faltas en ella delante de sus hijos? De esa manera la conduce a tenerle aversión y aun a odiarlo.

Quiera Dios ayudar a los padres y a las madres a abrir las ventanas del alma hacia el cielo y permitir que el brillo de la luz de Cristo se introduzca en la vida del hogar. A menos que lo hagan, se verán rodeados por una bruma y una neblina de las más dañinas para la espiritualidad. Padres y madres, introduzcan dulzura, brillo y esperanza en la vida de sus hijos. La amabilidad y el amor obrará maravillas. Nunca castiguen a un hijo en forma airada.

Antes de corregir a sus hijos, asegúrense de conversar con su Padre celestial. Cuando sus corazones se hayan suavizado por la simpatía, conversen con el que cometió el error. Si el asunto puede solucionarse sin el uso de la vara, tanto mejor. —Manuscrito 71, del 29 de mayo de 1902, “Palabras a los padres”. (Alza tus Ojos – 29 de Mayo).


Cita 21

Debemos trabajar no solamente por nuestras propias almas, sino por las de todos aquellos con quienes estamos relacionados. Los padres han de tener siempre en cuenta el blanco por el cual deben trabajar: la perfección de los caracteres de sus hijos.

Deben luchar fervientemente para perfeccionar los caracteres de sus niños, porque la futura vida inmortal mostrará el resultado de la labor que realizaron.

Los padres que educan a sus hijos rectamente, erradicando todo rasgo de insubordinación, los están capacitando para convertirse en misioneros de Cristo en verdad, en justicia, en santidad. —Manuscrito 102, del 9 de julio de 1899, “Observaciones hechas por la Sra. E. G. de White en el templo del Colegio”. (Alza tus Ojos – 9 de Julio).


Cita 22

Comprender la voluntad de Dios debe ser la tarea de nuestra vida. Solamente al hacer esto podremos instruir a nuestros hijos correctamente. Cada palabra y acción de ustedes ha de estar de acuerdo con la voluntad del Señor, independientemente de las opiniones y prácticas de quienes rehúsan obedecer a Dios… Los padres que conocen la verdad, pero que no cumplen sus obligaciones, algún día deberán enfrentar el resultado de su negligencia. No cumplen los deberes que Dios les da, porque no es cómodo ser tan diferente del mundo. Educan a sus hijos para que se parezcan más y más al mundo, y mueran en la desobediencia. “La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7. —Manuscrito 103, del 29 de julio de 1902, “Hagamos la voluntad de Dios”. (Alza tus Ojos – 29 de Julio).


Cita 23

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Efesios 6:4.

El Señor nos manda cultivar la religión en el hogar, haciendo que el temor de Dios se propague en la familia.

Cuando los padres descuidan sus obligaciones para con sus hijos y no los dirigen de acuerdo con los principios correctos, le dan oportunidad al enemigo de obtener control sobre sus vidas. Los hijos a los que se les permite hacer caso omiso de la autoridad paterna nunca son felices. En los primeros años de su vida todos han de prepararse para llegar a ser miembros de la familia real. Padres y jóvenes deberían agradecer al Señor en oración y alabarlo por el privilegio de ser hechos hijos de Dios y ciudadanos de su reino. (Alza tus Ojos, 23 de Agosto)


Cita 24

He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Salmos 127:3.

Tengo un mensaje especial para los padres. Se me encargó comunicarles los estrictos requerimientos de Dios en cada familia.

Es menester que padres y madres se reconviertan diariamente en cuanto a traer luz a sus propias familias. Cultiven la amabilidad cristiana en la instrucción de sus hijos. Vigílense a sí mismos. Nunca permitan que su mano castigue a su hijo con ira.Sus hijos son patrimonio de Dios y se los debe tratar bondadosamente, pero no justificarlos en su falta de respeto a la justicia y verdad por su propia irreverencia descuidada. Proporciónenle justicia.

Sean afables en la conversación con sus hijos. Ninguna reprensión ruidosa y violenta los curará de alguna acción perversa. Sacudir a sus hijos en un arranque de ira no los convertirá de su error en la manera de cumplir la voluntad de Dios. Ellos pertenecen al Señor. Como pueblo que profesa ser reformador, la mejor lección que pueden dar a sus hijos en esta era de corrupción no es consentirlos a que adopten el estilo mundano. Hijos e hijas deben ser instruidos con respecto a lo que significa ser obedientes a las exigencias de Dios, quien los capacitará para tener un lugar en el reino celestial.

Padres, madres… sus hijos son patrimonio del Señor que se les ha confiado para que fuesen criados en el temor del Señor. —Manuscrito 61, del 15 de octubre de 1911, “Responsabilidades individuales de padres y madres”. (Alza tus Ojos – 15 de Octubre).


Cita 25

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Efesios 6:4.

Dios invita a los creyentes a que dejen de buscar faltas y de pronunciar discursos apresurados y poco amables. Padres, sean bondadosas y agradables las palabras que dirijan a sus hijos, para ayudar a los ángeles a traerlos a Cristo. Se necesita una reforma completa en la iglesia del hogar. Debe empezar en seguida. Debe cesar todo rezongo y todo reto. Los que rezongan y retan le cierran la puerta a los ángeles del cielo y se la abren a los ángeles malos.

Recuerden los esposos que tienen ya bastantes preocupaciones como para hacerse infeliz la vida al permitir que se produzcan diferencias entre ellos. Los que dan lugar a pequeñas diferencias invitan a Satanás al seno de sus hogares. Los hijos perciben ese espíritu de contienda que se manifiesta por cosas sin importancia…

Mis hermanos y hermanas: ¿No quisieran ser colaboradores de Dios para trabajar por la paz y la armonía? Oren por la dulce y modeladora influencia del Espíritu Santo. Sean gobernados los labios de ustedes por la ley de la bondad. No sean agrios, descorteses ni duros. Sean fieles a su profesión de fe… Cuando estén dispuestos a llevar el yugo de Cristo, cuando escuchen la invitación: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29), dejarán de atar yugos sobre el cuello de los demás. Dejarán de buscar faltas. Ya no considerarán que es una virtud discrepar con los demás…

Estamos preparándonos para encontrarnos con nuestro Señor cuando venga en las nubes de los cielos con gran poder y gloria. En esta obra grande y noble debemos ayudarnos mutuamente. Los padres deben traer a sus hogares todos los rayos de sol y toda la alegría que puedan. Deben llenar sus hogares de rayos de sol mediante palabras y acciones bondadosas… No sirvan al enemigo de Dios al manifestar un espíritu áspero y poco amable. Entrarán al cielo solamente los que hayan vencido la tentación de hablar y actuar en forma dura y áspera. Tengan la actitud de Cristo, pronuncien sus palabras, y el Señor Jesús, por medio de su Espíritu Santo, será un huésped en el hogar de ustedes.—Carta 133, del 12 de abril de 1904, dirigida a Edson y Ema White. (Cada Día con Dios – 12 de Abril).


Cita 26

Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6.

El hogar debe ser una escuela en la cual los niños sean educados para la escuela superior. El padre y la madre deben hacer la decisión: “Entenderé el camino de la perfección… En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa’. Salmos 101:2 …. 

Los padres son los primeros maestros de sus hijos, y mediante las lecciones que les imparten son educados a la par que sus hijos. Si los padres se consagran a sí mismos, cuerpo, alma y espíritu para hacer la obra que Dios les dio, el Señor les enseñará preciosas lecciones, dándoles palabras sabias para hablar y ayudándolos a demostrar paciencia y tolerancia en la provocación…

Necesitamos hogares que sean circundados por una atmósfera santificada. Las familias no convertidas son los aliados más fuertes de Satanás. Sus miembros trabajan en oposición a Dios. Algunos padres son ásperos, regañones, dominantes, mientras que otros son descuidados y laxos al dejar que sus hijos sigan el camino de la desobediencia hasta realizar acciones muy perversas, y son un espectáculo vergonzoso para los ángeles y los hombres. Tales padres necesitan experimentar el poder de Dios que convierte. Al ceder a la ira y con indiferencia egoísta incapacitan a sus hijos para este mundo y para el venidero…

Estoy escribiendo esto a los padres de entre nosotros porque deseo grandemente que aprendan y enseñen a sus hijos las hermosas lecciones que debemos aprender en la tierra antes de poder entrar en el cielo. En todo lo que hagáis, preguntaos: “¿Cómo ayudará esto a mis hijos a prepararse para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman?” Cuando se haga en el hogar la obra de enseñanza como debe hacerse, las familias traerán a la iglesia una noble abnegación, y los ángeles anhelarán detenerse allí. —The Review and Herald, 12 de enero de 1911. (En los Lugares Celestiales – 21 de Julio).


Cita 27

Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos. Isaías 54:13.

Hay que enseñar a niños y jóvenes que sus facultades les fueron dadas para la honra y gloria de Dios. Con este fin deben aprender la lección de obediencia, porque solamente mediante vidas de obediencia voluntaria pueden dar a Dios el servicio que él pide… Los padres que realmente aman a Cristo darán testimonio de ello en un amor por sus hijos que no será complaciente, sino que obrará sabiamente para su mayor bien.

Estos niños han sido comprados por precio. Cristo sacrificó su vida para poderlos redimir del mal. Los padres que aprecien el sacrificio que Cristo y el Padre han hecho en favor de la raza humana colaborarán con ellos empleando toda energía santificada y toda habilidad en la obra de salvar a sus hijos. En vez de tratarlos como juguetes, los considerarán como posesión adquirida de Cristo, y les enseñarán que ellos deben llegar a ser hijos de Dios. En vez de permitirles dar rienda suelta a su mal genio y deseos egoístas, les enseñarán lecciones de autodominio.

Al cooperar padres e hijos en tratar de alcanzar el ideal de Dios para ellos, recibirán fuerza y bendición en sus vidas; gozo y satisfacción llenarán los corazones de los padres cuando vean, como fruto de sus labores, a sus hijos creciendo en el amor de la verdad, tratando de alcanzar la plenitud del propósito de Dios para ellos.The Review and Herald, 5 de octubre de 1911.


Cita 28

El [Dios] desea ver que, de los hogares de nuestro pueblo, se constituya una gran compañía de jóvenes que, debido a la piadosa influencia de sus hogares, hayan entregado su corazón a él, y salgan para rendirle el máximo servicio de sus vidas. Dirigidos y preparados por las piadosas instrucciones del hogar, la influencia de los momentos de culto de mañana y de tarde, el ejemplo consecuente de padres que aman y temen a Dios, han aprendido a someterse a Dios como su maestro y guía.Ibid.(En los Lugares Celestiales – 22 de Julio).


Cita 29

Tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos. Isaías 49:25.

Los votos de David registrados en el Salmos 101 deberían ser los de todos aquellos sobre quienes descanse la responsabilidad de cuidar la influencia del hogar. David declaró: “Entenderé el camino de la perfección … En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa injusta”. Salmos 101:2, 3.The Review and Herald, 12 de octubre de 1911.


Cita 30

El enemigo de las almas inventará muchas cosas para llevar las mentes de nuestros jóvenes de la firme fe en Dios a las prácticas idólatras del mundo… Los esfuerzos de Satanás para malograr el pensamiento y confundir el juicio son incesantes y debemos estar en guardia… Deberíamos tratar de mantener fuera de nuestros hogares toda influencia que no sea productora de bien. En este asunto algunos padres tienen mucho que aprender.

A los que se sienten libres para leer revistas de historietas y novelas, les digo: Estáis sembrando semillas cuya cosecha no os cuidaréis de recoger. No hay ninguna fuerza espiritual para sacar de tales lecturas. Más bien destruyen el amor por la pura verdad de la Palabra. Por medio de las novelas y de las revistas de historietas Satanás está tratando de llenar de pensamientos irreales y triviales las mentes que deberían estar estudiando con diligencia la Palabra de Dios. Así está robando a miles y miles de personas el tiempo, la energía y la autodisciplina que requieren los graves problemas de la vida.

Enséñesele a la juventud a estudiar intensamente la Palabra de Dios… Si los consejos de la Palabra de Dios son seguidos fielmente, la gracia salvadora será llevada a nuestra juventud, porque los niños que son educados a amar y obedecer a Dios y que se entregan al poder modelador de su Palabra, son los objetos del especial cuidado y bendición de Dios. —The Review and Herald, 5 de noviembre de 1911.(En los Lugares Celestiales – 27 de Julio).


Cita 31

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa. Efesios 6:1, 2.

El apóstol amonesta a los hijos a obedecer a sus padres en el Señor, a ayudarlos y a estarles sujetos. Los que verdaderamente aman a Dios no lucharán por seguir su propio camino trayendo así infelicidad a sí mismos y a otros. Lucharán para representar a Cristo en carácter.

¡Cuán precioso es el pensamiento de que los jóvenes que luchan contra el pecado, que creen, que esperan y velan por la aparición de Cristo, que se sujetan a la autoridad de los padres, y que aman al Señor Jesús, estarán entre aquellos que aman su venida y que lo encontrarán en paz! Estarán sin mancha o arruga ante el trono de Dios y gozarán para siempre de su favor. Han formado hermosos caracteres, han cuidado su habla, no han hablado falsamente, han cuidado sus actos para no cometer nada malo, y son coronados de vida eterna.—Manuscrito 67, 1909. 

Es privilegio de los padres llevar consigo a sus hijos a las puertas de la ciudad de Dios, diciendo: He tratado de enseñar a mis hijos a amar a Dios, hacer su voluntad y glorificarlo. Para los tales se abrirán las puertas, y padres e hijos entrarán… Los miembros de cada familia que entren en la ciudad de Dios habrán sido fieles obreros en su hogar terrenal, cumpliendo las responsabilidades que Cristo les asignó. Allí Cristo, el divino Maestro, llevará a su pueblo al árbol de la vida y les explicará las verdades que en esta vida no podían entender.

En esa vida futura su pueblo alcanzará la más alta educación en su plenitud. Los que entren en la ciudad de Dios tendrán coronas de oro en sus cabezas… Echaremos nuestras coronas a los pies de Jesús y vez tras vez le daremos gloria y alabaremos su nombre santo. Los ángeles se unirán en los cantos de triunfo. Tocando sus arpas de oro, llenarán el cielo todo de hermosa música y cantos al Cordero. —The Review and Herald, 28 de octubre de 1909.(En los Lugares Celestiales – 28 de Julio).


Cita 32

Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. 1 Juan 2:14.

Los niños y jóvenes, con sus frescos talentos, energías y ánimo, y su rápida disposición para recibir las impresiones, son amados de Dios, y él desea ponerlos en armonía con los agentes divinos… Nuestros hijos están, por así decirlo, en la línea divisoria de los caminos. Por todas partes las tentaciones del mundo al egoísmo y la complacencia propia los llaman a salir del sendero señalado para los redimidos del Señor. El que sus vidas sean una bendición o una maldición depende de la elección que hagan…

Pertenecen a Cristo. Son la posesión adquirida por su sangre, el objeto de su amor. Viven porque él los guarda con su poder. Su tiempo, su fuerza, sus capacidades son suyos, para que se desarrollen, se preparen y se usen para él…Jóvenes y señoritas, acopiad conocimiento… Seguid tendiendo a alturas cada vez mayores. Lo que tiene valor ahora es la habilidad de ejercitar al máximo las facultades de la mente y del cuerpo, manteniendo a la vista las realidades eternas. Buscad al Señor con todo fervor para que lleguéis a ser cada vez más refinados, más cultivados espiritualmente.

Entonces tendréis el mejor diploma que alguien pueda poseer: la aprobación de Dios. Sean grandes o pequeños vuestros talentos, recordad que lo que tenéis no es vuestro sino que solamente os ha sido confiado. Así Dios os está probando, dándoos una oportunidad de mostrar vuestra fidelidad…

A él pertenecen las facultades de vuestro cuerpo, de vuestra mente y de vuestra alma, y para él debéis usarlas. Vuestro tiempo, vuestra influencia, vuestras habilidades, vuestro talento—de todo ello habéis de dar cuenta al que todo lo da…Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podría proporcionar, ¡cuán pronto se proclamaría al mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir! The Review and Herald, 16 de mayo de 1912. (En los Lugares Celestiales – 29 de Julio).


Cita 33

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12.

Los que deciden estar del lado del Señor y toman decisiones correctas han comenzado una buena obra. Sin embargo, el trabajo tan sólo ha comenzado. Sólo se han enrolado en el ejército. Los conflictos y las batallas están ante ellos. —Manuscrito 9, 1863.


Cita 34

Se me ha mostrado en cuanto a las tentaciones de la juventud. Satanás siempre está tratando de hacer desviar sus inexpertos pies, y los jóvenes parecen no advertir sus tretas. No se cuidan contra los engaños del diablo como debieran. Este enemigo siempre está velando, y cuando los jóvenes dejan de velar por sus propios corazones, entonces Satanás los controla y emplea sus artes contra ellos. La oración secreta es la fuerza del cristiano. No puede vivir y avanzar en el Señor sin la vigilancia constante y la oración ferviente.Jesús debería ser el objeto de nuestros afectos, pero Satanás tratará de arrancar el afecto de las cosas celestiales y ponerlo en objetos que no merecen nuestro afecto y amor…

Los mejores afectos de una gran parte del mundo están puestos en objetos indignos. Las mentes de los jóvenes, dejadas sin restricciones, son dirigidas de tal manera que se adaptan a su propia naturaleza corrompida. Ellos relajan su vigilancia y se conceden mutuamente sus afectos, tienen amigos especiales, confidentes especiales, y cuando estos amigos están juntos Jesús ni es nombrado entre ellos. Su conversación no versa sobre la experiencia cristiana, sobre Cristo, sobre el cielo, sino sobre cosas frívolas.—Manuscrito 10, 1863.

Jesús ama a los jóvenes, murió para salvarlos…¡Oh, si ellos pudieran tan sólo saber cuánto los ama Dios! Él quiere hacerlos buenos y puros, nobles, amables y corteses, para que puedan vivir con los ángeles puros y santos por la eternidad. —Manuscrito 78, 1886.(En los Lugares Celestiales – 30 de Julio).


Cita 35

Estudien los padres el primer capítulo de la segunda epístola de Pedro. Allí está presentada la exaltada excelencia de la verdad bíblica. Enseña que la experiencia cristiana debe ser de continuo crecimiento, de constante aumento en gracias y virtudes que darán fuerza al carácter y prepararán al alma para la vida eterna…

Es el privilegio de padres e hijos crecer juntos en la gracia de Cristo. Los que cumplen con las condiciones expuestas en la Palabra hallarán plena provisión para sus necesidades espirituales, y poder para vencer… El Señor espera que los padres hagan esfuerzos ingentes y unidos en la educación de sus hijos para él. En el hogar deben cultivar las gracias del Espíritu, dando testimonio en todos sus caminos a Aquel que mediante la santificación del Espíritu ha prometido hacernos perfectos en toda buena obra.

Cuando los padres despiertan a una verdadera comprensión de sus deberes descuidados se maravillarán de la ceguera espiritual que caracterizó su experiencia pasada…Los que tienen que llevar un mensaje solemne para la iluminación y salvación del mundo, ¿harán poco o ningún esfuerzo por los miembros de su propia familia que no están convertidos a la verdad?

¿Permitirán los padres que sus mentes estén entretenidas con asuntos de poca monta descuidando la pregunta más importante de todas: “¿Está mi familia preparada para encontrarse con el Señor?”Cristo está esperando la cooperación de los agentes humanos para poder impresionar los corazones de nuestros niños y jóvenes. Con intenso deseo los seres celestiales anhelan ver a los padres hacer la preparación esencial para que ellos y sus hijos sean leales a Dios en el conflicto venidero y entren por las puertas en la ciudad de Dios. —The Review and Herald, 12 de octubre de 1911.(En los Lugares Celestiales – 31 de Julio).


Cita 36

Cita 37

Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. 1 Juan 2:28.

Muchos piensan que algún día serán cristianos, pero no se quieren decidir ahora… No sólo están perdiendo mucho ustedes mismos al dedicar al enemigo la mayor parte de su vida, sino que están criando a sus hijos mientras descuidan las cosas eternas. Todo el ejemplo que ustedes les dan, va en mala dirección. Su descuido los está privando precisamente del conocimiento que Dios considera es deber de ustedes darles para que puedan aprender a amar, reverenciar y obedecer los requerimientos de Dios. Esto debiera ser objeto de seria meditación.

Sus hijitos son ágiles mentalmente y observan a los adultos. Les están modelando la mente para que piensen y obren como ustedes, es decir, que no doblen sus rodillas ante el Soberano del universo porque ustedes no lo hacen. Ya es suficientemente malo y terrible verificar que ustedes están perdiendo su propia alma, a menos que se entreguen a Dios, y que no están entrando por la puerta de la salvación, pero más terrible aún es pensar que le están impidiendo la entrada a sus hijos…

Olviden por un momento todo lo que tiene que ver con su propia dignidad y posición social, y comiencen delante de sus hijos como alumnos en la escuela de Cristo. Confiesen que se han equivocado al no reconocer que son hijos de Dios. Díganles que desean como familia comenzar ahora mismo a vivir para Dios, y entonces lean la Palabra y oren con sus hijos… Sólo en Jesús van a encontrar tranquilidad y paz. –(Cada Día con Dios – 12 de Septiembre).


Cita 38

El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño. 1 Pedro 3:10.

El padre cristiano jamás debiera perder de vista que es uno de los hijos de Dios y que debe cultivar una disposición cortés y compasiva porque es un educador. Debe representar a Jesús ante sus hijos. Al tratar con ellos, no debiera haber impetuosidad, ni tampoco esa fría dignidad que congela el amor en el corazón. Debiera ser tan amable y tierno que los corazones de sus hijos se suavicen y se sometan, y se preparen para recibir el amor y la gracia de Cristo.

El cristiano no debe dirigir palabras ásperas a nadie, ya sea viejo o joven. El enemigo sugiere esas palabras… La Palabra de Dios nos enseña a ser amables, tiernos, compasivos y corteses. Cultivemos el amor cristiano. Lleve todo lo que hagamos el sello de este amor. Los que no hablan las palabras de Cristo ni hacen sus obras, tratan de entrar al cielo de otra manera y no por la puerta. No traten de conservar su fría y poco cristiana dignidad. Esto no es religión; no es cristianismo. Lo que necesitan es la luz que resplandece en el rostro de Cristo para que los rostros de ustedes resplandezcan con la luz de su amor. —Carta 203, del 14 de septiembre de 1903, dirigida a los administradores de la Casa Editora de Nashville.(Cada Día con Dios – 14 de Septiembre).


Cita 39

“Los padres y las madres deben considerar que les incumbe guiar el afecto de los jóvenes, para que contraigan amistades con personas que sean compañías adecuadas…. Deben formar el carácter de sus hijos desde la más tierna infancia, de tal manera que sean puros y nobles y se sientan atraídos por lo bueno y verdadero…. El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado. Mediante la fidelidad al deber en la casa paterna, los jóvenes deben prepararse para formar su propio hogar. Practiquen allí la abnegación propia, la amabilidad, la cortesía y la compasión del cristianismo. El amor se conservará vivo en el corazón, y los que salgan de tal hogar para ponerse al frente de su propia familia, sabrán aumentar la felicidad de la persona a quien hayan escogido por compañero o compañera de su vida.” —Historia de los Patriarcas y Profetas, 174.


Cita 40

“Padres y madres, debéis edificar en esta vida caracteres que os habiliten para preparar a vuestros hijos para la vida futura e inmortal, y que les ayuden también a ellos a formar caracteres tales que no os avergoncéis de verlos más tarde convertidos en padres y transmitiendo a sus propios hijos vuestras cualidades.” —Carta 75, 1898.


Cita 41

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo. Efesios 6:1.

“Una de las primeras lecciones que necesita aprender el niño es la obediencia. Se le debe enseñar a obedecer antes que tenga edad suficiente para razonar.” —La Educación, 279.


Cita 42

“La influencia de la autoridad y el amor equilibradamente combinados permitirá mantener con firmeza y bondad las riendas de la disciplina familiar. La mirada puesta en la gloria de Dios y en lo que nuestros niños le deben a él nos librará de la negligencia y la condescendencia con el mal.” —The Adventist Home, 308.


Cita 43

Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó en Cristo. Efesios 4:32.

“Los modales amables, la conversación alegre y los actos de amor ligarán los corazones de los hijos con los de sus padres con sedosas cuerdas de afecto y serán más eficaces para hacer atractivo el hogar que todos los más preciosos adornos que el oro puede adquirir.” —The Adventist Home, 426, 427.


Cita 44

“Debiera siempre cultivarse el más tierno afecto entre esposo y esposa, padres e hijos, hermanos y hermanas. Debiera evitarse toda palabra impetuosa y ni siquiera se debiera notar la apariencia de falta de amor entre unos y otros…. Los hijos han de respetar y reverenciar a sus padres, y los padres han de manifestar paciencia, bondad y cariño hacia sus hijos. Cada uno debiera hacer todo lo que está de su parte para complacer y hacer dichosos a los miembros del círculo familiar.” —The Signs of the Times, 14 de noviembre de 1892.


Cita 45

“Los actos de bondad… ligarán los corazones y les acercarán mucho más al corazón de Aquel de quien mana todo impulso generoso. Las atenciones insignificantes y los actos pequeños de amor y de sacrificio que manan de la vida tan dulcemente como la fragancia de una flor—éstos constituyen una gran parte de las bendiciones y felicidades de la vida.” —El Discurso Maestro de Jesucristo, 71.


Cita 46

“La censura, el enojo y la falta de bondad desalojan a Jesús de nuestra morada. Vi que los ángeles de Dios huirán de una casa donde se pronuncian palabras ásperas y donde hay mal humor y disputas.” —Testimonies for the Church 1:307.


Cita 47

“Tanto los hijos como los padres tienen importantes deberes que cumplir en el hogar. Tiene que enseñarse a los primeros que ellos también forman parte de la asociación del hogar. Se les da de comer, se les viste, se les ama y se les cuida; y ellos por su parte deben corresponder a todos estos favores llevando su carga de responsabilidades de la casa, y trayendo toda la felicidad posible a la familia de la cual son miembros.” —El Ministerio de Curación, 374.


Cita 48

“Si se les enseñara a los niños a considerar el humilde ciclo de deberes diarios como la conducta que el Señor les ha trazado, como una escuela en la cual han de prepararse para prestar un servicio fiel y eficiente, ¡cuánto más agradable y honorable les parecería su trabajo! El cumplimiento de todo deber como para el Señor rodea de un encanto especial aun los menesteres más humildes, y vincula a los que trabajan en la tierra con los seres santos que hacen la voluntad de Dios en el cielo.” —Historia de los Patriarcas y Profetas, 620.


Cita 49

“Aun los más pequeñitos pueden ser enseñados a ayudar en los quehaceres diarios y se les debiera hacer sentir que se necesita y aprecia su ayuda. Los mayores debieran ser los colaboradores de sus padres, participar en sus planes y compartir sus cargas y responsabilidades. Tómense tiempo los padres y las madres para enseñar a sus hijos, demuéstrenles que aprecian su ayuda, desean su confianza y disfrutan de su compañía y los hijos no serán reacios en corresponderles.” —The Youth’s Instructor, 28 de febrero de 1905.


Cita 50

“Si un campo queda sin cultivar es seguro que aparecerá una cosecha de yuyos. (maleza-zacate-monte) Así ocurre con los niños. Si el terreno del corazón queda sin cultivar Satanás siembra sus semillas de odio y enojo, egoísmo y orgullo, que crecen rápidamente para producir una cosecha que los padres recogen con amargo remordimiento. Demasiado tarde se dan cuenta de su terrible error.” —The Signs of the Times, 1 de enero de 1902.


Cita 51

“Jesús ama a los niños y a los jóvenes. Se regocija cuando ve que rechazan a Satanás que se esfuerza por derrotarlos. Más de un joven está en inminente peligro de caer bajo múltiples tentaciones, pero el Salvador tiene la más tierna simpatía por el tal y envía sus ángeles para guardarlo y protegerlo.” —The Signs of the Times, 1 de enero de 1902.


Cita 52

“Los padres ocupan el lugar de Dios frente a sus hijos y tendrán que rendir cuenta del cumplimiento del cargo que se les ha encomendado.” —The Review and Herald, 14 de octubre de 1875.


Cita 53

“Multitudes de jóvenes son arrollados por las poderosas olas del mal. En el corazón de cada cristiano ferviente surge la pregunta: ‘¿Por qué, oh, por qué en un país de enseñanza cristiana y donde se conoce la Biblia puede el adversario de las almas ejercer sobre nuestra juventud un poder tan tremendo e irresistible?’ La razón es evidente. Los padres están descuidando su solemne responsabilidad.”The Signs of the Times, 3 de noviembre de 1881.


Cita 54

“El pecado de rebelión contra la autoridad paterna es el verdadero fundamento de la miseria y el crimen que imperan en el mundo.” —The S.D.A. Bible Commentary 2:1099.


Cita 55

Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos. Mateo 19:14.

“Dichosos los padres cuyas vidas son puro reflejo de la vida divina, de tal modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos agradecimiento y respeto; dichosos los padres cuya ternura, cuyos sentimientos de justicia y cuyo carácter paciente sean fieles intérpretes para el niño del amor, de la justicia y de la paciencia de Dios; dichosos los padres que al enseñar a sus hijos a amarlos, a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñen por eso mismo a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que han hecho a sus hijos semejante dádiva los han enriquecido con un tesoro más precioso que los tesoros de todas las edades, un tesoro que dura por toda la eternidad.” —El Ministerio de Curación, 355.


Cita 56

“Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su familia. Por muy jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una experiencia muy preciosa.” —Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 130.


Cita 57

“Trabajen los padres por los suyos, con amor, fe y oración, hasta que gozosamente puedan presentarse a Dios diciendo: ‘He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová.’” —Sketches From the Life of Paul, 179.


Cita 58

“Los niños son muy susceptibles a las enseñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a la influencia divina y son tenaces para retener las lecciones recibidas. Los niñitos pueden ser cristianos y tener una experiencia espiritual de acuerdo con su edad.” —The Youth’s Instructor, 3 de noviembre de 1908.


Cita 59

“Necesitamos reconocer al Espíritu Santo como nuestro iluminador. Este Espíritu se deleita en dirigirse a los niños, y en descubrirles los tesoros y las bellezas de la Palabra. Las promesas hechas por el gran Maestro cautivarán los sentidos y animarán al alma del niño con un poder espiritual divino. Crecerá en la mente receptiva una familiaridad con las cosas divinas, que será una barricada contra las tentaciones del enemigo.” —Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 160. 132.


Cita 60

“Algo mejor que cualquiera otra herencia de bienes mundanos que podéis dar a vuestros hijos, son una buena salud física, una mente sana y un carácter noble.” —El Ministerio de Curación, 345.


Cita 61

“Las lecciones aprendidas, los hábitos formados durante los años de la niñez y de la infancia, tienen más que ver con la formación del carácter y la dirección de la vida que todas las instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes.” —El Ministerio de Curación, 359.


Cita 62

“Enséñese a los jóvenes y niños a escoger para sí la vestidura real tejida en el telar del cielo, el ‘lino fino blanco… y puro’ que usarán todos los santos de la tierra. Se ofrece gratuitamente a todo ser humano esta vestidura, el carácter inmaculado de Cristo. Pero todos los que la reciban la han de recibir y usar aquí. –FV 275.2 {La Fe por la cual Vivo}


Cita 63

“Enséñese a los niños que, al abrir su mente a los pensamientos de pureza y amor, y ejecutar acciones útiles y amables, se visten con la hermosa vestidura del carácter de Cristo. Este traje los hará hermosos y amados aquí, y más adelante será su título de admisión al palacio del Rey. Su promesa es: ‘Andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos.’” —La Educación, 243.


Cita 64

“Tanto en la niñez como en la juventud se debe prestar atención al desarrollo físico. Los padres debieran inculcar en sus hijos buenos hábitos en el comer, en el beber, en el vestir y en el ejercicio de modo que se ponga un buen fundamento para una salud vigorosa para el resto de sus vidas…. Esto, con la debida educación religiosa, los colocará en situación favorable para ser, como Cristo, fuertes en espíritu.” —Child Guidance, 187.


GS – 12/03/2022

 

*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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