Cita 1
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 139:14.
Dios nos ha dado facultades mentales y físicas que es el deber de todos conservar en las mejores condiciones. Si algunos debilitan sus facultades mediante la indulgencia del apetito, disminuyen su capacidad de influencia haciéndose imperfectos. —Carta 90, 1898.
Debemos aprovechar al máximo las capacidades y talentos que Dios nos ha prestado. Todos los que están debilitando y destruyendo las facultades físicas, mentales y morales, con una alimentación y una manera de vestir pecaminosa y la violación de las leyes de la salud en todo respecto, deberán rendir cuenta a Dios por todo el bien que podrían haber hecho si hubiesen observado las leyes de la salud en vez de practicar la complacencia propia y de ser descuidados e irreflexivos en cuanto a la morada en que viven…
Dios dice: “Vosotros no sois vuestros”. Sois propiedad de Dios. Vuestro rescate costó la vida del Hijo de Dios … Todos deben considerar la magnitud del sacrificio hecho. La Majestad del cielo, el Rey de gloria quiere que hombres y mujeres le den su servicio de todo corazón. Hay un significado muy profundo en las palabras del apóstol Pablo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1, 2… Nuestro sacrificio debe ser santo y sin mancha. Este es el servicio racional de cada uno. Somos hechura de Dios, el edificio de Dios.—Ibid. (En los Lugares Celestiales – 4 de Julio).
Cita 2
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1.
El apóstol ruega a sus hermanos que consagren sus cuerpos a Dios… Cuando llevamos una conducta que disminuye nuestro vigor mental y físico—en la comida, la bebida o en cualquiera de nuestros hábitos—deshonramos a Dios porque le robamos los servicios que reclama de nosotros. Cuando complacemos el apetito a expensas de la salud, o complacemos hábitos que disminuyen nuestra vitalidad y vigor mental, no podemos tener una elevada apreciación de la expiación y una estimación correcta de las cosas eternas.
Cuando nuestras mentes están nubladas y parcialmente paralizadas por la enfermedad, somos vencidos fácilmente por las tentaciones de Satanás. La ingestión de comidas malsanas para complacer el apetito tiene una tendencia directa en desequilibrar la circulación de la sangre, en producir debilidad nerviosa, y el resultado es, entonces, gran falta de paciencia y del verdadero afecto elevado. La fuerza constitucional, tanto como el todo de las facultades morales y mentales, son debilitadas por la complacencia del apetito pervertido...
Todos los tesoros del mundo se hunden en la insignificancia comparados con el valor de las facultades mentales y morales. Y el ejercicio pleno de esas facultades depende de la salud física. ¡Cuán importante es, pues, que sepamos cómo conservar la salud para que podamos cumplir con nuestro deber hacia Dios y los hombres según sus mandamientos! Las leyes de Dios son claras y distintas. Ninguna incertidumbre nubla una de ellas. Ninguna puede ser malentendida. Los que no pueden discernirlas están obnubilados por malos hábitos que debilitan su intelecto… Si queremos discernir las obligaciones de la ley de Dios proclamada en el Sinaí, debemos trabajar en armonía con las leyes naturales.
—Carta 27, 1872. (En los Lugares Celestiales – 5 de Julio).
Cita 3
¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Génesis 39:9.
Siempre hay personas fácilmente doblegables, acomodaticias, que tienen dificultad en pronunciar abiertamente la palabra NO, que están listas a ser llevadas lejos de Dios por una voluntad más fuerte y decidida. Estos no tienen fuerza interior sobre la cual basarse, no tienen principios firmes que los salven de aceptar malas sugestiones y de formar malos hábitos…
Los peligros morales a los cuales están expuestos todos, tanto ancianos como jóvenes, están creciendo cada día. Satanás está haciendo esfuerzos soberanos para envolver personas casadas, niños y jóvenes, en prácticas impuras. Sus tentaciones hallan aceptación en muchos corazones porque no han sido elevados, purificados, refinados y ennoblecidos por la sagrada verdad que ellos profesan creer. No pocos han sido bajos y viles en pensamiento, y triviales en la manera de hablar y de conducirse, de modo que cuando vienen las tentaciones de Satanás no tienen poder moral para resistirlas y caen como fácil presa…
Tenemos necesidad de estar en alarma si no tenemos constantemente presente el temor de Dios. Necesitamos temer si hay quienes se apartan del Dios viviente, porque él sólo es nuestra fuerza y fortaleza, a la cual podemos correr y ser salvos cuando el enemigo nos asalte con sus tentaciones. Es un asunto de interés para cada una de nuestras almas cómo mantendremos nuestros vasos para honra a la vista de un Dios santo…
No hay seguridad para nosotros cuando reposamos, al levantarnos, al salir y al entrar. Satanás y los ángeles malos han conspirado con malos hombres y malas mujeres, y todas las energías de los poderes de las tinieblas se unirán para desviar y destruir a cada alma que no esté guarnecida con los firmes principios de las verdades eternas… Deben implantarse los principios de justicia en el alma. La fe debe aferrarse del poder de Jesucristo, o no habrá seguridad.
—Carta 26d, 1887. (En los Lugares Celestiales – 11 de Julio).
*Las citas de este libro se actualizan constantemente