Cita 1
Hagamos fielmente la obra que el Señor ha puesto en nuestras manos. El que descuida la tarea que se le ha confiado para hacer en cambio la de algún otro, está fuera de lugar. Se pierde tiempo, se abusa de la confianza y se la debilita, y se impide el progreso de la obra. Cuando aprendamos a hacer concienzudamente la obra que se nos ha asignado especialmente, el Señor nos ayudará, y las diferentes piezas de su causa se moverán en forma armoniosa.
—Carta 202, del 15 de diciembre de 1902, dirigida a “Mis queridos hermanos y hermanas”. (Cada Día con Dios – 15 de Diciembre).
Cita 2
Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte. Exodo 31:2, 3.
Dios siempre tiene hombres designados para que aparezcan en el escenario justamente donde se necesita llevar a cabo una obra determinada, hombres con quienes y por medio de quienes puede trabajar… Dios ha confiado talentos a cada hombre: Dones que satisfacen las necesidades de un determinado lugar… El Señor dará entendimiento a todos los que se quieran relacionar plenamente con su obra. No tenemos que confiar sólo en la sabiduría humana. En Dios hay sabiduría, y tenemos el privilegio de acudir a él para obtener consejo…
Todos somos miembros de la familia del Altísimo, y en mayor o menor medida tenemos talentos que él nos ha confiado, por cuyo empleo nos hace responsables. Ya sea que nuestros talentos sean grandes o pequeños, tenemos que emplearlos en el servicio del Señor, y debemos reconocer el derecho de los demás de emplear los talentos que se les han confiado. Nunca debemos despreciar el más mínimo capital físico o intelectual. Algunos sólo pueden negociar con pesos y centavos y, con la bendición de Dios y gracias a una labor diligente, esos humildes siervos pueden hacer inversiones con buen éxito, y obtener ganancias proporcionadas al capital que se les confió.
Nadie debiera despreciar al humilde obrero que está ocupando su lugar, y que está llevando a cabo una obra que alguien debe hacer, por pequeña que ésta parezca. ¡Oh, cómo me duele el corazón cuando veo a hombres que han tenido grandes oportunidades y que tratan de ocupar puestos de menor importancia cuando, con un poco de aliento, podrían haber ocupado un puesto de mayor responsabilidad! El Señor usa los vasos grandes y pequeños. Muchos cuyas vidas están llenas de actividades que cumplen con dedicación, necesitan el consejo y el ánimo que les pueden dar los demás; necesitan palabras de aprobación.
Dios contempla con satisfacción los progresos que hacen sus hijos cuando se ayudan y se animan mutuamente. Todos, ya sea que tengan pocos o muchos talentos, deben unirse íntimamente. Necesitamos más del espíritu del Salvador para ayudar a los que se les ha impedido progresar.
—Carta 260, del 2 de diciembre de 1903, dirigida al Dr. George A. Hare, a quien se había invitado para que se uniera al personal del sanatorio que se quería fundar en Washington. (Cada Día con Dios – 2 de Diciembre).
Cita 3
Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 1 Pedro 2:5.
La iglesia en la tierra es el templo de Dios y ha de tomar proporciones divinas delante del mundo. Este edificio debe ser la luz del mundo. Debe estar compuesto por piedras vivas puestas estrechamente juntas, encajadas una en otra, que formen un sólido edificio. Todas estas piedras no tienen la misma forma ni dimensión. Algunas son grandes y otras son chicas, pero cada una tiene su propio lugar que llenar. En todo el edificio no debe haber ni una sola piedra mal adaptada. Cada una es perfecta. Y cada piedra es una piedra viva, una piedra que arroja luz. El valor de las piedras está determinado por la luz que reflejan sobre el mundo… Este es el propósito de Dios y desea que todos los que profesan creer la verdad ocupen sus respectivos lugares en la grande y admirable obra para este tiempo.—The Review and Herald, 4 de diciembre de 1900.
*Las citas de este libro se actualizan constantemente
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