Su Niñez

Cita 1

Porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Juan 14:30.

Los primeros años de la vida del Salvador fueron años de pobreza. Los días de su niñez los pasó trabajando. Al trabajar en el banco del carpintero, al asumir las responsabilidades que recaían sobre él como miembro de la familia, a menudo se cansaba. Vivía en una era corrompida. Sin embargo, el mal que lo rodeaba no lo contaminó, ni influyeron sobre él los caracteres de aquellos que eran de personalidad artificial y malvada.


Cita 2

LOS HERMANOS DE JESÚS ERAN HIJOS DE JOSE

Durante toda su vida terrenal fue menospreciado y se lo comprendió mal, aun entre los miembros de su propia familia. Satanás estaba constantemente sugiriendo a sus hermanos, los hijos de José, críticas acerca de quien parecía tan distinto a ellos. Rehusó cada invitación al mal, porque no se lo podía persuadir a que aceptara hacer lo malo o a desviarse en lo más mínimo del “escrito está”. Parecía tener la Escritura atesorada en el corazón y la mente. Rara vez reprendió la conducta de sus hermanos, pero siempre tuvo una palabra de Dios para decirles: “Escrito está”.—Manuscrito 2 del 9 de febrero de 1896, sin título. (Alza tus Ojos – 9 de Febrero).


Cita 3

Nuestro Salvador no vivió en reclusión misteriosa durante los años que precedieron a su ministerio público. Vivió con sus padres en Nazaret, y trabajó con José en el oficio de carpintero. Su vida fue sencilla, libre de cualquier extravagancia o despilfarro. Cuando llegó el tiempo de comenzar su ministerio público, salió para proclamar el Evangelio del reino. Hasta el fin de su obra conservó la sencillez de sus hábitos.

—Manuscrito 20, del 12 de febrero de 1902, “Nuestro Hermano mayor”. (Alza tus Ojos – 12 de Febrero).


Cita 4

Cristo vino a nuestro mundo y vivió en un hogar de aldeanos. Vistió las mejores ropas que sus padres pudieron proveerle, pero fueron ropas de campesino. Anduvo por ásperos senderos y escaló las pronunciadas laderas de las colinas y montañas. Cuando caminaba por las calles estaba aparentemente solo, porque los ojos humanos no podían contemplar a sus asistentes celestiales. Aprendió el oficio de carpintero, para poder señalar como honorable y ennoblecedora toda labor honesta realizada por los que trabajan con la mira puesta en la gloria de Dios…

—Manuscrito 24, del 22 de febrero de 1898, “La vida de Cristo sobre la tierra”. (Alza tus Ojos – 22 de Febrero).


Cita 5

ESTE TEXTO NOS DA UNA IDEA ACERCA DE LA MUERTE DE JOSE
En los concilios del cielo se decidió que la madre del Redentor debía ser una virgen pura y piadosa, aunque pobre en lo que a riquezas terrenales concernía. Se eligió el despreciado villorrio de Nazaret para que fuera su hogar. José, su padre terrenal, era un carpintero, y quien dispuso que cada joven en Israel aprendiera un oficio, El mismo aprendió el oficio de carpintero. Nadie debe avergonzarse de una pobreza honesta.

Durante treinta años Cristo estuvo sometido a sus padres, y mediante el trabajo de sus manos ayudó a sustentar a su familia. De esta manera enseñó que el trabajo no es degradante sino que constituye un honor, y que es deber de todo hombre ocuparse en el trabajo útil y honrado…

—Manuscrito 34, del 21 de marzo de 1899, “La vida de hogar”. (Alza tus Ojos – 21 de Marzo).


Cita 6

“En el cielo, Satanás había odiado a Cristo por la posición que ocupara en las cortes de Dios. Le odió aún más cuando se vio destronado. Odiaba a Aquel que se había comprometido a redimir a una raza de pecadores. Sin embargo, a ese mundo donde Satanás pretendía dominar, permitió Dios que bajase su Hijo, como niño impotente, sujeto a la debilidad humana. Le dejó arrostrar los peligros de la vida en común con toda alma humana, pelear la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna.”
DTG pg. 32.4 (Cortesía de Will Chavarría – Costa Rica)

Cita 7

Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta. Proverbios 20:11.

Cuando Cristo todavía era niño, José y su madre lo encontraron en el templo entre los doctores, mientras los escuchaba y les hacía preguntas. Mediante sus preguntas iluminó muchísimo sus mentes. En esta visita a Jerusalén comprendió que ciertamente era el Hijo de Dios, y que tenía ante sí una obra especial que hacer. Cuando su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí tu padre y yo te hemos buscado con angustia”, él respondió: “¿Por qué me buscabais?” Entonces, mientras la luz de la divinidad iluminaba su rostro, añadió solemnemente: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”. Lucas 2:48, 49.

—Manuscrito 22, del 20 de febrero de 1898, “Cristo, el gran misionero”. (Cada Día con Dios – 20 de Febrero).


 

*Las citas de este libro se actualizan constantemente

 

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