Juicios Divinos

Cita 1

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19.

Hay un bando de la verdad. El bando de Aquel que declaró: “He guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7.

Hay un bando del error: el bando de quien se rebeló en el cielo contra Dios, y fue expulsado de las cortes celestiales juntamente con sus simpatizantes. Y de su acción podemos comprender que no importa cuán elevada sea la posición que un hombre ocupe en la iglesia o en el mundo, si es desleal a Dios, si acepta las leyes humanas en lugar de las leyes de Jehová, nunca podrá entrar en el cielo, porque está viviendo en directa oposición a Dios. 

Recibirá un castigo que será proporcional al poder de la influencia que ejerció en el bando de Satanás en vez de colocarla en el bando de Dios. Cuanto más grandes hayan sido los talentos y la influencia que se le dio, mayor será su castigo. Dios requerirá de sus manos las almas que apartó de la verdad llevándolas a la falsedad. En vez de conducirlas a Dios las apartó de El, y la sangre de ellas le será requerida…

—Manuscrito 27, del 6 de mayo de 1900, “Obediencia y desobediencia”. (Alza tus Ojos – 6 de Mayo).


Cita 2

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 1 Juan 3:1.

“Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”. 1 Juan 3:1. El mundo no comprende los principios que fundamentan nuestra conducta. Debemos estar delante de Dios con una conciencia libre de ofensa. Hay maravillosos privilegios para cada uno de nosotros.

Dios nunca coloca delante de nosotros una exigencia sin darnos el poder para cumplirla. Nunca nos pide que demos un paso delante de El. El abre el camino y nosotros debemos marchar detrás. Siguiéndole, no corremos peligro de extraviarnos. Esta es la única forma como podemos perfeccionar un carácter cristiano como mayordomos de la gracia de Dios.

Los que tienen acceso a las palabras registradas en las Escrituras quedarán sin excusa si no las aplican a sí mismos, si no purifican sus corazones de pecado. En el último gran día habremos de ser juzgados por la luz que brilló desde el trono de Dios sobre nuestro sendero…Tener el camino iluminado por la claridad del Evangelio de Cristo, tal como brilla la luz sobre nuestro sendero, implica una imponente responsabilidad. Debemos avanzar paso a paso, con los ojos puestos en nuestro Conductor. El no nos llevará ni un sólo paso fuera del camino correcto.

—Manuscrito 66, del 25 de mayo de 1905, “La necesidad de la religión en el hogar”. (Alza tus Ojos – 25 de Mayo).


Cita 3

En el día cuando cada uno sea recompensado de acuerdo con sus obras, ¿como se verán a sí mismos los transgresores, ya que por unos momentos se les permitirá ver el registro de sus vidas según escogieron vivirla, sin tener en cuenta la ley que a través de los siglos regirá el universo?

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras. Apocalipsis 2:1, 2.

Estas palabras proceden de los labios de Alguien que no puede mentir. La descripción revela eterna vigilancia. Cristo está en medio de los siete candeleros de oro, caminando de iglesia en iglesia, de congregación en congregación, de corazón en corazón. El que guarda a Israel no duerme ni descansa. Si el candelero fuera dejado al cuidado de agentes humanos, cuán a menudo la luz titilaría y se extinguiría. Pero Dios no ha puesto a la iglesia en manos de hombres. Cristo, el que dio su vida por el mundo para que todo aquel que en El cree no se pierda mas tenga vida eterna, es el genuino Guardián de la casa. Es el Vigilante fiel y verdadero de los atrios del templo del Señor.

Tenemos motivos para agradecer a Dios porque no dependemos de la presencia de sacerdotes o ministros terrenales. Somos guardados por el poder de Dios. La presencia y la gracia de Cristo es el secreto de toda vida y luz. Cada negación del yo, cada manifestación de un espíritu mezquino y codicioso, se registra en los libros del cielo. Un Guardián santo toma nota de cada palabra y acción de nuestras vidas y pesa cada motivo que mueve a la práctica. La mano que trazó las letras en la pared de palacio de Belsasar está en todas partes, escribiendo: “Dios está aquí”. El está presente en cada lugar. Todas nuestras palabras, todos nuestros planes, todos nuestros motivos secretos son pesados en balanzas de infinita justicia y verdad.

Si nos limpiamos de toda impureza, de sentimientos egoístas, algún día oiremos la bendición: “Bien, buen siervo y fiel”. Mateo 25:21. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, Ana, la madre de Samuel, dijo: “Porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones”. 1 Samuel 2:3. David afirma: “Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón; pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada”. Salmos 62:9. Isaías declara: “Tú, que eres recto, pesas el camino del justo”. Isaías 26:7. Y Salomón escribe: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus”. Proverbios 16:2. No hay en el corazón motivo alguno que el Señor no lea. Lee cada propósito, cada pensamiento.

—Manuscrito 99, del 12 de Julio de 1902, “Un pueblo santo”. (Alza tus Ojos – 12 de Julio).


Cita 5

Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Apocalipsis 14:8.


Cita 6

Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Isaías 58:1.

La hipocresía le resulta especialmente ofensiva a Dios. La gran mayoría de los hombres y las mujeres que profesan conocer la verdad, prefieren recibir mensajes delicados. No quieren que se ponga delante de ellos sus pecados y defectos. Prefieren a los pastores acomodadizos, que no convenzan al presentar la verdad. Prefieren también a los hombres que los adulan, y a su vez ellos alaban al pastor por manifestar tan “buen” espíritu, mientras atacan al fiel siervo de Dios…

Muchos ensalzan al ministro que habla mucho de la gracia, el amor y la misericordia de Jesús, que no pone énfasis en los deberes y las obligaciones, que no amonesta acerca de los peligros de la hipocresía, o que no predica acerca de los terrores de la ira de Dios.

La obra del Señor debe hacerse con fervor y decisión, por encima del engaño y la hipocresía. Sus verdaderos pastores no alabarán ni exaltarán al hombre. Comparecerán delante del pueblo con un claro “Así dice el Señor, el Santo de Israel”. Darán el mensaje, ya sea que los hombres lo quieran escuchar o lo rechacen. Si los hombres desprecian la Palabra de Dios y confían en la opresión, la hipocresía y la mundanalidad, los pastores deben declarar contra ellos las denuncias de Dios para que, si fuera posible, sean inducidos a arrepentirse. Si son demasiado orgullosos para arrepentirse y confesar sus errores, para volver a Dios, dando la bienvenida a la salvación y buscando su favor, el Señor retirará su luz de ellos y dejará que caminen por la senda que han escogido.

Los que empujen a los fieles mensajeros del Señor a situaciones sin salida, los que los desanimen, los que se interpongan entre ellos y el pueblo, de manera que su mensaje no ejerza la influencia que Dios quería que tuviera, serán responsables de los engaños y las herejías que se introduzcan en la iglesia como resultado de su conducta. Tienen una terrible cuenta que rendir ante Dios. Después que el Señor ha amonestado repetidamente a su pueblo, si aún rehúsan escuchar su voz y no quieren ser instruidos, su culpa es particularmente abominable para el Señor. El detalle de su rebelión se anota en un libro que está ante él, y tendrán que enfrentarse con ese informe cuando el juicio comience y los libros se abran.

—Manuscrito 10, del 16 de febrero de 1899, “Palabras de advertencia”. (Cada Día con Dios – 16 de Febrero).


Cita 7

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 1 Corintios 2:9.

Cada pecado, cada acto injusto, cada transgresión de la ley de Dios, recae con fuerza mil veces mayor sobre el autor que sobre la víctima. Cada vez que una de las maravillosas facultades con que Dios ha enriquecido al hombre sufre algún abuso o se la usa mal, pierde para siempre una porción de su vigor y nunca volverá a ser como antes. Todo abuso cometido contra nuestra naturaleza moral en esta vida ejerce una influencia no sólo ahora sino por la eternidad. Aunque Dios perdone al pecador, la eternidad no compensará la pérdida voluntaria experimentada en esta vida. Llegar a la vida futura desprovistos de la mitad del poder que podríamos haber llevado allí, es un pensamiento terrible.

Los días de pruebas malgastados aquí cuando debíamos prepararnos para el cielo, constituyen una pérdida que nunca se recuperará. La capacidad de disfrutar será menor en la vida futura debido al mal proceder y al abuso de las facultades morales en esta vida. Por más alto que sea el nivel a que lleguemos en la vida futura, podríamos haber alcanzado niveles mucho más elevados, si hubiéramos aprovechado al máximo los privilegios y las áureas oportunidades dadas por Dios para acrecentar nuestras facultades aquí durante este tiempo de prueba…

Todos estamos a las órdenes de uno de los dos grandes capitanes. El primero, Creador del hombre y del mundo, es el mayor. Cada cual le debe lealtad plena, la devoción de todos sus afectos. Si se le entrega la mente para que la dirija, y si Dios dispone de la posibilidad de modelar y desarrollar las facultades, cada día se recibirá nuevo poder moral de la Fuente de toda sabiduría y fortaleza. La bendición moral y las bellezas divinas recompensarán los esfuerzos de todos aquellos cuyas mentes estén orientadas hacia el cielo. Podremos captar revelaciones, bellezas divinas, que se encuentran más allá de la miope visión de los mundanos, y que superan la imaginación de las inteligencias más desarrolladas y de los filósofos más eruditos, pero que no se han relacionado con el Poder infinito…

La justicia, el honor, el amor y la verdad son los atributos del trono de Dios. Son los principios de su gobierno que se establecerá en la tierra, cuando sea purificada con el fuego de su justicia retributiva. Estas son las joyas que debemos buscar y atesorar para ahora y la eternidad…

—Carta 41, del 7 de diciembre de 1877, dirigida a F. E. Belden, un conocido de 19 años. (Cada Día con Dios – 7 de Diciembre).


Cita 8

Habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Daniel 4:30.

La fortaleza de las naciones y los individuos no se funda en las oportunidades ni los elementos que parecen hacerlos invencibles; no se la halla tampoco en su pregonada grandeza; lo único que puede hacerlas grandes o fuertes es el poder y el propósito de Dios. Ellas mismas, mediante su actitud hacia su propósito, deciden su propio destino.

La historia humana relata los logros del hombre, sus victorias en la guerra, su éxito en su propósito de escalar las alturas de la grandeza mundanal. La historia, tal como Dios la ve, presenta al hombre desde el punto de vista del cielo. En los registros divinos todo su mérito consiste en obedecer los requerimientos de Dios. Se anota su desobediencia con toda fidelidad, como merecedora del castigo que seguramente recibirá… Cientos de años antes que un pueblo haya aparecido sobre el escenario, la pluma profética, bajo la dirección del Espíritu Santo, bosqueja su historia…

La voz de Dios, escuchada en las épocas pretéritas, ha resonado siglo tras siglo, a través de generaciones que subieron al escenario y descendieron de él. ¿Hablará Dios, y no se respetará su voz? ¿Qué poder trazó toda esta historia, es a saber, que nación tras nación ocupara su lugar y existiera de acuerdo con la predicción divina, dando testimonio inconscientemente de la verdad acerca de la cual nada sabían?… Dios le ha asignado un lugar a cada hombre en su gran plan. Ya sea mediante la verdad o la mentira, mediante la insensatez o la sabiduría, cada cual está cumpliendo un propósito, cada cual está produciendo ciertos resultados…

A los ojos del mundo, los que sirven a Dios pueden parecer débiles. Aparentemente se pueden estar hundiendo bajo las ondas, pero cuando viene la próxima ola se los ve aparecer de nuevo más cerca de la orilla. “Yo les doy vida eterna -dice nuestro Señor-; … nadie las arrebatará de mi mano”. Juan 10:28.  Aunque caigan los reyes y las naciones desaparezcan, las almas que por fe se vinculen con los propósitos divinos, vivirán para siempre. “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Daniel 12:3.

—Manuscrito 36, del 9 de diciembre de 1896, “La obediencia, condición del éxito”. (Cada Día con Dios – 9 de Diciembre).


Cita 9

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿cuánto más las cosas de este siglo? 1 Corintios 6:3.

“Durante los mil años que transcurrirán entre la primera y segunda resurrección, se verificará el juicio de los impíos…. En ese entonces reinarán los justos como reyes y sacerdotes de Dios. San Juan dice en el Apocalipsis: ‘Vi tronos; y se sentaron sobre ellos; y les fue dada facultad de juicio.’ ‘Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, reinarán con él mil años.’ Será en ese entonces como está predicho por San Pablo, cuando ‘los santos han de juzgar al mundo.’ Junto con Cristo juzgarán a los impíos, comparando sus actos con el libro de la ley, la Biblia, fallando cada caso en conformidad con los hechos realizados cuando estaban en su cuerpo. Entonces la parte que los malos tienen que sufrir es medida según sus obras, y queda marcada frente a sus nombres en el libro de la muerte. FV 356.2 {La Fe por la cual Vivo}

“Además Satanás y los ángeles perversos son juzgados por Cristo y su pueblo. San Pablo dice: ‘¿No sabéis que juzgaremos a ángeles?’ Y San Judas declara que ‘a los ángeles que no guardaron su original estado, sino que dejaron su propia habitación, los ha guardado en prisiones eternas bajo tinieblas, hasta el juicio del gran día.’ FV 356.3 {La Fe por la cual Vivo}


Cita 10

“Al fin de los mil años vendrá la segunda resurrección. Entonces los impíos serán resucitados, y comparecerán ante Dios para la ejecución del ‘juicio decretado.’ Así el escritor del Apocalipsis, después de haber descrito la resurrección de los justos, dice: ‘Los demás de los muertos, no tornaron a vivir, hasta que fuesen acabados los mil años.”—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos,  718, 719.


*Las citas de este libro se actualizan constantemente

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